Existen indicios por los que podemos aventurar que el cómic, el tebeo, la novela gráfica, empiezan a cobrar el valor cultural que merecen. Me refiero a España, claro. Aquí nunca vamos a la cabeza, sino a la cola. El año pasado se aprobó en el Congreso de los Diputados la creación de un Premio Nacional del Cómic. Entonces escribí sobre el asunto, pero no he vuelto a saber nada, ignoro en qué ha quedado la cosa. Lo último que leí era que dicho galardón se presentaría este año en Mallorca. Pero, además, algunas editoriales de peso han abierto colecciones de novelas gráficas. Pensemos, por ejemplo, en Anagrama, que publicó la adaptación a la historieta de “Ciudad de cristal”, la novela de Paul Auster. O Mondadori, que ha sumado a su prestigio editorial el éxito comercial y crítico con su traducción de “Ice Haven”, de Daniel Clowes, autor de las surrealistas “Un guante de seda forjado en hierro”, “Ghost World” o “Daniel Boring”. En las votaciones de los expertos españoles, “Ice Haven” fue considerado el mejor cómic del último año. Mondadori también ha editado las “Mujeres alteradas” de Maitena y prosigue su cuidadosa labor editorial dentro del género. Ya dijimos aquí que en Funambulista pretenden abrir una colección de cómics.
Pero lo que acaso haya asombrado a muchos es el especial que Babelia dedicó hace una semana a la novela gráfica. Que los suplementos culturales de los diarios más importantes le presten atención a las viñetas supone un paso importante, ya que por lo general suelen ignorarlas. No sé si lo vieron, pero el tema apareció en portada, con viñetas del volumen que recopila las historias de “Agujero negro”, de Charles Burns. El especial no era muy completo, pero al menos constituía una aproximación. Una forma de decir que los lectores de cómic no somos freaks que nos refugiamos en las tiendas especializadas como si fueran catacumbas para adolescentes, bichos raros y esbozos grandullones de Peter Pan. Una manera, a mi juicio, de aceptar (junto a las editoriales que empiezan ahora su andadura con colecciones en este formato) el empuje de la viñeta. Quienes vivan en Madrid, o visiten la ciudad de vez en cuando, sabrán que existen magníficas tiendas especializadas en tebeos y en juegos de rol. Cada cierto tiempo recorro unas cuantas. A la tienda que me queda cerca de casa acuden coleccionistas con canas y tipos de mi edad, que se dejan los ojos buscando el material antiguo en los estantes del angosto local. En la mayoría de estos establecimientos recubren cada ejemplar con un plástico, para preservarlo del manoseo y de los roces. En Zamora hay una tienda, en la Avenida de Príncipe de Asturias, de la que solía hablarles cuando vivía en la ciudad. Por otra parte, son continuas las adaptaciones al cine. Hollywood continúa explotando el filón, y en pocas ocasiones dan en la diana; pero, cuando lo hacen, es para quitarse el sombrero.
Los suplementos culturales prestan su atención a los dibujantes. El cine explota el medio. La televisión, también. Las editoriales que parecían más serias se lanzan a publicar novelas gráficas. En algunas revistas de actualidad se reseñan ya las novedades más jugosas. En las listas de los más vendidos se hacen un hueco títulos como “Ice Haven”, “Pobre cabrón”, “Blankets” o “V de Vendetta”. Pero aún queda, que yo sepa, otro problema: en una entrevista decía un artista gráfico que la industria editorial paga muy poco a los dibujantes. El género, aunque tarde y despacio, va recuperando el prestigio que cuatro pedantes le habían negado.