Me resulta difícil digerir la amplia cobertura que se le está dando al tipo este, Bisbal, por haberse cortado la melena por una buena causa. No me parece noticia que un fulano vaya al peluquero o se corte él mismo los rizos, como ha sido el caso. Y así lo hemos encontrado en la prensa e incluso en la televisión: "Bisbal se corta los rizos por una buena causa". Menudo sacrificio. Como en este país somos así, el personal se ha apresurado a decir: "Fíjate, qué valiente. Qué buena causa. Ha señalado un problema que nadie quería ver y lo ha hecho sacrificando sus célebres rizos. Así se hace. Es un artistazo". Paridas semejantes son habituales en España, donde nos venden una maniobra de marketing con el envoltorio de "la buena causa" y nos la creemos. No dudo que el cantante denuncie de verdad la utilización de menores en conflictos armados, no dudo que le reviente ver a un crío con un fusil al hombro, igual que a los demás. Sí, va a dar un donativo con lo que recauden por el vídeo. Pero sospecho que han aprovechado que necesitaba un cambio de imagen para meterlo en un videoclip, vender más discos y proporcionarle una cobertura brutal. En el marketing se suelen utilizar esta clase de estrategias. ¿Acaso no han visto "La cortina de humo"? Pues eso.
Hago la prueba: pongo en el Google Noticias el nombre de este cantante. Me da setecientas veintinueve entradas; o sea, setecientas veintinueve noticias en los últimos días. En cambio, recibo un triste comunicado: el compositor Basil Poledouris ha muerto, a la tierna edad de sesenta y un años. Y, en mis búsquedas por Google, sólo encuentro un puñado de medios que se hayan hecho eco de la noticia. Y no estamos hablando de ningún "mindungui". Cualquiera con buen oído le dirá que Poledouris era un maestro. Componía música para las películas y para la televisión. Cualquier amante de las bandas sonoras está estos días de luto. A la mayoría de los lectores no le sonará el nombre. Pero han oído sus temas docenas de veces. Cito algunos de sus más celebrados títulos: "El lago azul", "El gran miércoles", "Conan el Bárbaro", "Conan el Destructor", "RoboCop", "Amanecer Rojo", "Adiós al rey", "La caza del Octubre Rojo". Tengo un par de colegas que afirman que la mejor banda sonora de la historia es la de "Conan el Bárbaro". Yo ya había visto la película varias veces, pero no recordaba la música. Volví a escucharla hace unos años y hoy está entre los discos que escucho habitualmente. Luego busqué por algunos portales de música de películas y la opinión de estos amigos no es la única: para mucha gente es el mejor soundtrack que existe. Poledouris ganó algunos premios, pero jamás el Oscar. Ahora que ha muerto, seguro que le dan un premio póstumo: justo cuando ya no le va a hacer falta, pues en los cementerios no se necesitan para nada los galardones y las medallas. Este compositor le dio tanta fuerza a Conan con sus temas que, sin esa música, el guerrero de Cimmeria ya no es el mismo; al menos en el cine. Este verano, por cierto, Poledouris participó en la segunda edición del Congreso Internacional de Música de Cine Ciudad de Ubeda.
Algunas mañanas, que se le dé cobertura a maniobras comerciales como la de Bisbal haciendo de peluquero de sí mismo (ya sé que sus fans se me echarán a la yugular), y se releguen otras noticias más importantes, le pone a uno de malhumor. Ya lo criticó una vez Arturo Pérez-Reverte en un artículo: esa manía de las modelos, las petardas y los petardos de hacer un gesto, posar dos minutos para la foto con un niño famélico y ganar puntos en su currículum. Mientras otros están de luto por los rizos tirados al mar, algunos lo estamos por el músico de "Conan".