jueves, agosto 27, 2015

Steve Jobs: primer cartel


Sin que sirva de precedente



son las seis de la tarde
         del mes de agosto:

         estoy echado en la cama,
         encima de la cama, desnudo:

         en una mano tengo un porro
y       en la otra un cigarrillo:

         estoy a gusto:

         acabo de follar con Chica
         aunque ahora que lo pienso
         lo que realmente hicimos fue
         querernos:

         por la ventana abierta de par en par
         entran los tejados de mi calle:

         el martillo neumático de una zanja:

         alguien que arranca el coche:

         niños:

         tengo sueño, mucho, mucho sueño:

y       lo que es todavía mejor:
         por esta vez
         sin que sirva de precedente
         tengo ganas, muchas, muchas ganas

         de 
         soñar:


         negándose a despertar:
           john fante:


David González, De todo corazón

Youth: nuevo cartel


Knock Knock: 2 carteles



The Martian: 2º cartel


miércoles, agosto 26, 2015

Cómo ser grosero e influir en los demás, de Lenny Bruce


La primera vez que supe de Lenny Bruce, hará ya unos mil años, fue al ver la película de Bob Fosse, Lenny, interpretada por Dustin Hoffman. Recuerdo que me entusiasmó, y que me quedé prendado de ese personaje blasfemo, provocador y políticamente incorrecto. Muchísimo tiempo después encontré en la Feria del Libro de Madrid un volumen que, supongo, poca gente conoce: Lenny Bruce. El cómico del escándalo, una especie de agrupación de textos de diversa procedencia (entrevistas, números cómicos, etc.). Gracias a Malpaso podemos leer ya estas memorias, atípicas y extravagantes. Subtituladas "Memorias de un bocazas", constituyen un pequeño pedazo de la historia de Estados Unidos porque incluyen episodios muy sonados allí, como las polémicas y juicios por escándalo público tras ciertas actuaciones en los clubes. Eran tiempos de busca y captura y de caza de brujas, y un tipo deslenguado como Lenny Bruce se convirtió en la cabeza de turco de los biempensantes.

Necesitamos, hoy más que nunca, a cómicos como Lenny Bruce. Que no tengan miedo. Que sepan hacer del humor un arma arrojadiza. Que no se callen. Que apuesten por un lenguaje políticamente incorrecto. Aquí, en estas páginas, están sus historias de amor y sexo y odio, sus escándalos y sus arrestos, sus aprendizajes, sus enfermedades… Absténganse de leerlo los que tengan la cabeza cuadrada y problemas con el humor y el lenguaje con jerga y palabrotas.

Aquí van las primeras páginas, servidas por El Boomeran(g).


[Malpaso Ediciones. Traducción de Laura Salas Rodríguez]

Próximamente: Instrucciones para ver una película


De David Thomson. En Pasado & Presente.

Beasts of No Nation: 7 carteles








Love the Coopers: primer cartel


The Program: 4 carteles





lunes, agosto 24, 2015

Dolly City, de Orly Castel-Bloom


Esta insólita, sombría y poderosa novela, de una autora israelí a la que en España no conocíamos, recuerda un poco al universo inexplicable de David Lynch y mucho al mundo de la carne desgarrada de David Cronenberg. La narradora es la doctora Dolly, que vive en Dolly City, una ciudad de ciencia-ficción, y que tiene una obsesión consistente en cortar y sanar, operar y abrir cuerpos, ya sean de animales o de personas. En lo que no parece reparar es en que esas operaciones de cirugía hacen más daño que bien, causan más perjuicio que reparación. Al principio de la novela encuentra a un bebé al que iban a matar y se lo queda. Lo convierte en su hijo. Como ella tiene "la enfermedad de las posibilidades infinitas", cree que el hijo podría contraer enfermedades, que podría tener cáncer, y cree que todo el exterior tiene cáncer (no sólo las personas, también los coches, las calles, los edificios…). Y por eso, una y otra vez, lo somete a cautiverio y a largas y difíciles operaciones, convirtiéndolo de paso en una especie de freak, de monstruo de Frankenstein, una criatura pequeña y cosida y llena de cicatrices por todas partes, una imagen que sería terrorífica en una película, y que también es terrorífica cuando se la imagina el lector.

Se ha citado a Kafka para etiquetar y encajar en algún lado esta obra de Orly Castel-Bloom. Los críticos siempre necesitan algo a lo que aferrarse. Pero el universo de esta autora es algo distinto, así como, aunque yo he citado a Lynch y a Cronenberg, ella tiene su propio mundo de ficción. En su entorno de ficción nunca hay respuestas, pasan cosas tan extrañas que el lector no sabe si ella las ha soñado o si ocurren de verdad: por ejemplo, todas las veces en que la narradora mata y continúa adelante sin problemas, o el día en que le pide a alguien que le pegue el niño a su espalda (espalda contra espalda), como si fuera una mochila de carne, para que pueda llevarlo por la calle sin separarse. A veces la internan en un manicomio porque su madre y su hermana saben que está como un cencerro. Esta novela encierra mucho poder de seducción, te atrapa y te horroriza al mismo tiempo. Unos extractos:

¿Cuánto tiempo puedes dejar que los ojos trabajen horas extras pasando de una imagen a otra hasta que ya no sabes lo que estás viendo?

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El miedo al cáncer es el más terrible de todos. Creo que es la enfermedad más sombría que el ángel de la muerte haya podido inventar. Esa enfermedad es una gran trampa, tanto para el médico como para el paciente, porque nunca se puede saber con absoluta certeza si ha empezado ya a florecer en las profundidades del cuerpo de una persona. Localizar el brote incipiente es tan difícil como atrapar un pájaro en pleno vuelo. Aunque lograras atraparlo, en el mejor de los casos te caerías de bruces y te romperías la mandíbula.

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Por las noches no podía dormir. En primer lugar, debido a los trenes y a la autopista, que me volvían loca. Con el transcurso de los años, la población de Dolly City había ido en aumento y la ciudad se había llenado de toda suerte de infraseres e infrahombres que pedían cada vez más vehículos, más y más carreteras y vías férreas. No hubo más remedio que construir esas carreteras y vías férreas unas encima de las otras, y ahora el horroroso estrépito de los trenes era más fuerte que nunca. El ruido estaba tan integrado en mi ser que a veces pensaba que era fruto de mi imaginación.

**

Hasta entonces mi hijo no había traspasado el umbral de casa, no había más niños que los que salían en la televisión, aparato que él detestaba. Cuando muy de vez en cuando yo salía unas horas, lo dormía. Como responsable de su educación, no le había enseñado a hablar. ¿Para qué? ¿Para que dijera "mamá"?

**

No conocía el reposo. Mi cerebro trabajaba con igual rapidez que un tren sin frenos. Mi vocación médica me destruía por completo. Me tomaba la profesión demasiado en serio.


[Turner Libros. Traducción de Eulàlia Sariola]

The Hateful Eight: 3 carteles




Spotlight: 2 carteles



Próximamente: Todos deberíamos ser feministas


De Chimamanda Ngozi Adichie. En Random House.

Trailer de Ashby




Victor Frankenstein: 2 carteles



Cartel de About Ray


Trailer de The Witch


Joy: primer cartel


viernes, agosto 21, 2015

Próximamente: Revival


De Stephen King. En Plaza & Janés.