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Recomiendo esta edición, sin duda. Me parece más libre, más acorde con la realidad, con un chaval que dice tacos y un texto que es más moderno de lo que pensábamos.
"En lo que me concierne, no soy un escritor, soy alguien que escribe…" (Thomas Bernhard)
Recomiendo esta edición, sin duda. Me parece más libre, más acorde con la realidad, con un chaval que dice tacos y un texto que es más moderno de lo que pensábamos.
Me comunican los responsables de la web MLRS, que ya se puede leer y descargar gratuitamente uno de mis primeros poemarios: El demonio te coma las orejas. En su edición en papel fue publicado allá por el año 1997 por la Asociación Cultural Crecida, de Ayamonte, en Huelva.
Que nadie se lo pierda; yo conozco todos (o casi todos) los poemas, contenidos en la antología El amor ya no es contemporáneo.
James Joyce, Ulises
[Nota: en El Lector Sin Prisas puedes leer ya mi nueva reseña, sobre Anochecer, libro de relatos de James Salter]
Este libro es dinamita pura. Lo empieza uno y no puede abandonar su lectura, y eso que está tejido con materiales totalmente opuestos a los best-seller, a pesar de la facilidad con la que se lee y de las frases cortas y los párrafos breves con que está escrito. Todo transcurre en la frontera entre Texas y México. Cormac McCarthy, que no publicaba nada desde el 98, ofrece una vuelta de tuerca a su narrativa. Es lo mismo, pero ya no hay tanta descripción y sí mucha acción. Los personajes persiguen o huyen, compran pistolas o escopetas, se pegan tiros, se alojan en solitarios moteles, hablan y hablan. No es país para viejos tiene algo de western crepuscular y de novela negra, y recuerda un poco a Fargo y a Un plan sencillo (no es de extrañar que los Coen estén adaptando el libro al cine: ver el reparto).
Moss es el hombre que no sabe si hace lo correcto, pero se obsesiona con el dinero, como haría todo humano. Chigurh simboliza la Muerte, un tipo implacable e inhumano, consciente de que nadie puede esquivar su hora ni evitar al verdugo. Bell, en este panorama de tiroteos, droga y dinero, supone la esperanza: un hombre que cobija un viejo secreto y que aún cree en el amor y la redención, y para quien el país ha cambiado mucho. Y también están las mujeres: Carla Jean, la chica de Moss; y Loretta, la mujer de Bell. Escrito en tercera persona y con un lenguaje crudo y directo (y, a veces, poético, como es costumbre en el autor), intercala en sus páginas los monólogos interiores del sheriff, quien trata de entender el horror que le rodea.
Estamos, quízá, ante el McCarthy más amargo y desesperanzado. Todo lo que el lector cree que va a suceder en la novela, no sucede. El siguiente diálogo (los diálogos carecen de guiones o comillas) es una muestra de la tensión constante del libro. Aquí, ese gran personaje que es Chigurh se topa con un empleado de gasolinera. Y saca la moneda:
¿Qué es lo máximo que ha visto perder a cara o cruz?
¿Perdón?
Digo que qué es lo máximo que ha visto perder a cara o cruz.
¿Cara o cruz?
Cara o cruz.
No sé. La gente no suele apostar a cara o cruz. Normalmente se usa para decidir algo.
¿Y cuál es la cosa más importante que ha visto decidir así?
No sé.
Chigurh sacó de su bolsillo una moneda de veinticinco centavos y la mandó de un capirotazo hacia el resplandor azulado de los fluorescentes. La cazó al vuelo y la estampó plana en su brazo, más arriba del vendaje ensangrentado. Diga, dijo.
¿Que diga?
Sí.
¿Para qué?
Usted diga.
Tengo que saber qué está en juego.
¿Cambiaría eso algo?
El hombre le miró a los ojos por primera vez. Azules como lapislázuli. Brillantes y a la vez completamente opacos. Como piedras mojadas. Tiene que decidirse, dijo Chigurh. Yo no puedo hacerlo por usted. No sería justo. Ni correcto siquiera. Vamos, diga.
Yo no he apostado nada.
Claro que sí. Lo ha estado haciendo toda su vida. Sólo que no se ha enterado. ¿Sabe qué fecha lleva esta moneda?
No.
Mil novecientos cincuenta y ocho. Ha viajado veintidós años para llegar hasta aquí. Y ahora está aquí. Y yo también. Y tengo la mano encima. Y sólo puede ser cara o cruz. Y a usted le toca decidir. Vamos.
No sé qué es lo que puedo ganar.
La cara del hombre brillaba ligeramente perlada de sudor bajo la luz azulina. Se pasó la lengua por el labio superior.
Todo, dijo Chigurh. Puede ganarlo todo.
Si alguien quiere ampliar la información contenida en mi artículo de abajo (Revisión del lenguaje) sobre la edición conmemorativa de El guardián entre el centeno, que pinche aquí: El Mundo.
Quisiera destacar cuatro de estos relatos, para mí los mejores: El indio más duro del mundo, en el que un conductor spokane que sólo recoge autoestopistas indios lleva en su vehículo a un boxeador indio lleno de cicatrices; en el citado Clase, un abogado cuenta su relación en decadencia con una blanca, su infidelidad con prostitutas y su entrada en un bar de clase baja en el que se verá metido en líos; en Territorio indio, un novelista se ve inmerso en una curiosa situación: una cena en la que un matrimonio indio se niega a que su hija continúe sus relaciones con una chica blanca; y Un hombre bueno, en el que un hombre lleva a casa a su padre, a quien le acaban de cortar los pies en el hospital, y cuyo final es perfecto: Cogí a mi padre en brazos y crucé con él todas las fronteras.
A veces, Alexie habla de la difícil situación del spokane que ha prosperado en relación a los nativos que aún son pobres o viven en reservas. En Clase, la camarera del bar le dice al protagonista: A Junior y a mí -continuó ella- nos preocupa no tener bastante para comer. ¿Qué es lo que te inquieta a ti? ¿Que estás solo? ¿Que tienes una hipoteca? ¿Que tu mujer no te quiere? Que te den por culo. Que te jodan. A mí, lo que me preocupa es no tener bastante para comer.
La finalidad es ir colgando, de vez en cuando, reseñas de libros. En palabras de Sanguino, y con su permiso: "No tienen por qué ser comentarios de novedades, el caso es reseñar lecturas que nos hayan deleitado, hace años o hace días. Pretende ser un blog eminentemente colaborativo y estamos abiertos a que cualquier interesado deje su reseña, al estilo de la experiencia de Auster con Creía que mi padre era Dios". Y, dirigido al lector: "Además, si te animas a hacer cualquier reseña de una lectura, te animamos a que nos la mandes. Siempre que sea necesario, seleccionaremos las más interesantes para que se unan a nuestro blog". Espero que os animéis.
He empezado con un comentario sobre Meridiano de sangre.