martes, noviembre 21, 2006

Revisión del lenguaje (La Opinión)

Entré en el edificio de Fnac. Un domingo por la tarde sólo es posible comprar libros allí. Quería la edición en bolsillo de “Extinción”, los últimos relatos de ese “wonder boy” llamado David Foster Wallace, de quien hace poco me regalaron su tocho, “La broma infinita”. Cogí un ejemplar en la sección de bolsillo, y estaba a punto de irme cuando vi en la mesa de novedades “El guardián entre el centeno”, de J. D. Salinger. En edición de tapa dura. Un libro que he releído ya no sé cuántas veces, que siempre está vendiéndose y que nunca encontrarán en los cajones de saldo ni en las librerías de viejo. Un libro único, un clásico inolvidable. He hablado en varias ocasiones de esta novela, pero lo que hoy quiero contar aquí interesará, estoy convencido, a los miles de seguidores del libro que, como yo, lo releen de vez en cuando. Alianza Editorial cumple ahora sus cuarenta años de existencia. Para festejarlo, ha reeditado los mejores títulos de su colección, en tapa dura, con las portadas originales y a diez euros por ejemplar. Grandes libros, sin duda: “Ficciones”, “La metamorfosis”, “El corazón de las tinieblas”, “El guardián entre el centeno”, etcétera.
Me pregunté si ofrecerían algo nuevo, aparte de servirlos en tapa dura. Y el libro que más me interesaba era el de Salinger. Lo abrí por el principio, en esa página donde figuran copyright, título original, edición y datos postales de la editorial. Entonces lo vi: “Traducción de Carmen Criado, revisada en 2006”. La traductora es la misma de siempre, pero para el aniversario de Alianza ha revisado el texto. Busqué el primer párrafo: “Si realmente les interesa lo que voy a contarles, probablemente lo primero que querrán saber es dónde nací, y lo asquerosa que fue mi infancia, y qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y todas esas gilipolleces estilo David Copperfield, pero si quieren saber la verdad no tengo ganas de hablar de eso”. Para cotejar las diferencias entre ambos textos, fui a buscar por los estantes de Fnac una edición más antigua de “El guardián…”, y comparé algunos párrafos. El principio de la edición habitual dice, y obsérvense las diferencias: “Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso”. Igual, pero distinto, ¿verdad? Tengo en casa mi edición original de este libro, que me mandaron comprar en clase: data del ochenta y seis. Este ejemplar estaba tan sobado, releído y usado y lleno de manchas (algo muy raro en mis libros), que hace un par de años me compré otro ejemplar para las relecturas. Dejé descansar el viejo, en su estante, y ahora manejo la reedición de 2004. Pero en el volumen actual observé otra diferencia, aparte de las tapas duras y la revisión del lenguaje: la letra no es tan pequeña, lo cual facilita la lectura. Tres razones de peso para comprarlo. Así que me llevé un ejemplar.
Es curioso: tener tres ejemplares distintos de un libro que odié al principio (acaso porque era lectura obligatoria). Y que lo haya releído tantas veces. Luego he buscado información en la prensa y, en efecto, dice Carmen Criado: “Me alarmó mucho un comentario reciente acerca de que la traducción se había quedado anticuada y los estudiantes no entendían ciertas expresiones. Reflexioné mucho sobre ello, me dolía que un libro tan importante para crear afición a la lectura pudiera plantear a los más jóvenes ciertas dificultades y decidí hacer una revisión”. No sé si estaré a gusto con esos cambios. Prefiero no precipitarme y releerlo, antes de opinar.