viernes, julio 19, 2024

Los violentos: puntos de venta

 

Aquí

La novela también está disponible en otros puntos como 

Fnac Callao o Bajo el Volcán, que no aparecen en Todos Tus Libros.



lunes, julio 15, 2024

Shelley Duvall (1949 - 2024)

 


¿Hay alguien ahí?, de Peter Orner

 

Estoy solo en el garaje con un montón de libros. No hay un solo lugar en las baldas. No me queda otra opción que apilarlos. En realidad, se supone que vivo en el apartamento de arriba, pero la mayor parte de mi tiempo estoy aquí abajo en lo que llamo, sin tanta ironía, mi oficina. Nuestros exvecinos solían grabar pornografía amateur en este espacio. Cuando se mudaron, dejaron unos focos tan potentes que si llegara a olvidarlos encendidos de noche, la casa se prendería fuego. Yo me siento aquí, bañado por la luz, a mirar estas pilas de libros que me van a sepultar vivo cuando llegue el gran terremoto que tanto anuncian y pienso: terremoto o no, voy a estar muerto antes de que pueda leer un cuarto de los libros guardados aquí abajo. De esto no hay dudas. Quizá si lo digo en voz alta podré creerlo. Voy a estar muerto antes de que pueda leer una cuarta parte de los libros guardados aquí abajo. Eso deja al menos a tres cuartas partes de los libros sin leer. Me suena lógico medir la vida en libros que uno no ha leído. Todas esas experiencias que no tendremos, los lugares a los que no iremos, las personas que nunca vamos a conocer. Sin embargo, por si acaso, le he pedido a mi familia que me entierre con una buena biblioteca.



[Chai Editora. Traducción de Damián Tullio]

Trailer de The Substance

 

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En Aleteia: El reino animal

 

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Cartel de Lee

 


Trailer de Gladiator II

 

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viernes, julio 05, 2024

Los violentos: prólogo y primeras páginas

 


Mi novela Los violentos. Una historia de Lavapiés (Bunker Books) ya está disponible en papel y en ebook: aquí. Y el prólogo de Mario Crespo y las primeras páginas, en este enlace.

Cartel de Faye

 


Cuchillo, de Salman Rushdie

 

Hay cosas que se pierden en el pasado, donde terminamos todos, la mayoría de nosotros olvidados.

**

El lenguaje también era un cuchillo. Podía cortar el mundo en dos mitades y revelar su significado, su funcionamiento interno, sus secretos, sus verdades. Podía cortarlo para pasar de una realidad a otra. Podía destapar tonterías, abrir los ojos a la gente, crear belleza. El lenguaje era mi cuchillo. Si a mí me hubieran pillado inesperadamente en una pelea con armas blancas, puede que este hubiese sido el cuchillo que podría haber usado para defenderme y atacar. Podría ser la herramienta que utilizaría para rehacer y recuperar mi mundo, para reconstruir el marco en el que mi imagen del mundo volvería a estar colgada de la pared, para así hacerme cargo de lo que me había pasado, hacerlo mío.

**

Recordé que en su momento me pareció que la fetua podía acabar conmigo, en cuanto escritor, de dos maneras diferentes: si empezaba a escribir libros “atemorizados”, o si empezaba a escribir libros “vengativos”. Ambas opciones destruirían mi independencia y mi individualidad y me convertirían en un títere. Yo ya no sería yo, sino la víctima de la fetua. Así pues, el único camino, la única manera de sobrevivir como artista, era entender el sendero literario en el que yo estaba, aceptar el viaje que yo había elegido y continuar por ese camino. Eso supuso un gran esfuerzo de voluntad. Y ahora me hacían otra vez la misma pregunta. ¿Quién era yo? ¿Y podía seguir siendo el de antes?



[Random House. Traducción de Luis Murillo Fort]

Robert Towne (1934 - 2024)

 


En Aleteia: Eric

 

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Cartel de Trap

 


Ismaíl Kadaré (1936 - 2024)

 


lunes, julio 01, 2024

La luna en el arroyo, de David Goodis

 

Una de las alegrías de este año es que en Sajalín hayan recuperado a David Goodis, que suele ser carne de librería de saldo. Esta novela es formidable por su retrato de los barrios bajos y el modo en que sus habitantes están atrapados en un territorio del que no pueden salir, lo que crea un clima de asfixia y fatalidad. Aquí nos cuenta la historia de un William Kerrigan, estibador dividido entre el pasado (su hermana muerta), el presente (su actual novia) y el futuro (su futura mujer). Un estilo seco, sobrio, muy americano.

Dos fragmentos (y las primeras páginas: aquí):

Kerrigan levantó el vaso.
-Buena suerte, Johnny.
-Eso no existe –dijo el hombre–. Es toda mala. –Sonrió mirando el vaso de whisky y le dio un buen lingotazo. Le costó tragarlo, soltó un improperio mientras tosía e intentaba no asfixiarse. Puso fin al ataque de tos con otro lingotazo. Mientras tragaba, cerró los ojos. Luego volvió a sonreír.
-¿Tú también te sientes solo? –preguntó.
-A veces –contestó Kerrigan.
-Yo siempre me siento solo. –Dejó de sonreír y se quedó mirando fijamente el whisky que le quedaba–. He estado en todas partes, he hecho de todo y he conocido a todo el mundo. Y ahora me siento solo.
-A lo mejor necesitas una mujer –aventuró Kerrigan.

**

Para Kerrigan, la constatación de aquella realidad fue como un mazazo que lo devolvió a la tierra, donde se llamaba al pan, pan y al vino, vino. Se miró el cuero roto de los zapatos de trabajo y los callos de las manos y pensó: “Más te vale espabilar y poner los pies en la tierra”.




[Sajalín Editores. Traducción de Diego de los Santos]

Trailer de Flight Risk

 

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Mother, Couch: 2º cartel

 


En Aleteia: Arthur

 

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Red One: primer cartel

 


Cartel de The Union

 


viernes, junio 21, 2024

Donald Sutherland (1935 - 2024)

 


Después de Claude, de Iris Owens

 

Iris Owens es un “descubrimiento” fabuloso. Entrecomillo porque aquí no la conocíamos y ella murió en 2008 y este libro es de los años 70. Lo primero que me sorprendió, porque lo ignoraba, es que fue amante de Alexander Trocchi (el famoso escritor yonqui que publicó El libro de Caín y La insurrección invisible de un millón de mentes).

Owens escribió esta novela con ese pulso ácido, lleno de observaciones con sorna y mala leche, que podemos encontrar también en Dorothy Parker, Nora Ephron o Fran Lebowitz… pero yo juraría, puede ser que porque tengo recienta la lectura, que Iris Owens es más cañera que ellas. La novela que nos ocupa no es un libro de trama o argumento, es más bien una historia sobre personajes, casi como una obra de teatro que transcurre en apenas dos o tres habitaciones. A la protagonista, Harriet, la abandona su novio francés, harto de ella y de sus suspicacias y de sus observaciones brutales. Mejor dicho: la invita a irse de su piso. Veremos también a Harriet hablar con una vecina y con una amiga. No traga a ninguna de ellas. En realidad tampoco a su novio. Pero se niega a ser abandonada, quizá por el miedo a la soledad. También asistirá a una cena en parejas en la que detesta a los comensales. Casi en cada línea, y por supuesto en cada réplica, la narradora las mete dobladas. Juro que os reiréis.

Hacia la mitad de la novela se traslada al Hotel Chelsea, donde el libro da un vuelco porque conoce a unos cuantos hippies (o algo parecido) cuyo segundo líder (el otro permanece en un refugio, como un Charles Manson en la sombra) tiene el magnetismo suficiente para engatusarla, igual que ha hecho con otras jóvenes que parecen formar parte de una secta. Repito: un gran descubrimiento.



[Muñeca Infinita. Traducción de Regina López Muñoz]

En Aleteia: Un cielo de plástico

 

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Cartel de A Real Pain

 


Cartel de Speak No Evil

 


Anouk Aimée (1932 - 2024)​​​

 


martes, junio 18, 2024

A veces te sientes tan solo que tiene sentido, de Charles Bukowski

 

 

atravesar el infierno en coche

la gente está muy cansada, infeliz y frustrada, la gente está
amargada y vengativa, la gente está temerosa y engañada, la
gente está furiosa y sin ingenio
y yo conduzco entre ellos en la autopista y proyectan
lo que queda de ellos en su manera de conducir
–unos más odiosos, más malogrados que otros–
a algunos no les gusta que les adelanten, otros intentan
evitar que los demás
adelanten
–unos intentan bloquear los cambios de carril
–otros detestan los coches de un modelo más nuevo, más caro
–otros en estos coches detestan los coches más viejos.

la autopista es un circo de emociones baratas y mezquinas, es
la humanidad en movimiento, la mayoría procedente de
algún lugar
odioso y camino de algún otro que odian tanto o
más.
las autopistas son una lección de en qué nos hemos
convertido y
la mayoría de los accidentes y muertes son la colisión
de seres incompletos, de vidas lastimosas y
desquiciadas.

cuando conduzco por autopistas veo el alma de la
humanidad de
mi ciudad y es fea, fea, fea: los vivos han
estrangulado el
corazón.

**

huida

lo mejor era
bajar las
persianas
sofocar el timbre
con trapos
meter el teléfono
en el
frigorífico
y meterme en la cama
3 o 4
días.

y lo mejor
aparte de eso
era que
nadie me
echaba nunca
de menos.



[Visor Libros. Traducción de Eduardo Iriarte]

Cartel de Brats

 


En Aleteia: Ripley

 

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Cartel de The Instigators

 


Françoise Hardy (1944 - 2024)

 


Kinds of Kindness: nuevo cartel

 


Horizon: An American Saga: nuevo cartel

 


miércoles, junio 12, 2024

Charles Bukowski. Un disparo en la oscuridad, de Carlos Mármol

 


“Bukowski solo escribe un poema: la vida es una mierda. Pero todos admiten que lo escribe más poderosamente que nadie”. Desinhibida y exacta, esta frase de Don Strachan, reportero de Los Angeles Free Press, un diario underground californiano, presentaba hace medio siglo a sus lectores (gente sin coche que cogía el autobús en una ciudad atravesada por autovías) a un cincuentón con apellido alemán, herencia de un vago origen inmigrante, que decía ser escritor. El tipo había publicado algunos poemas, pasto de una tribu secreta, la mayoría en sencillos chapbooks, y cuentos en revistas de escasísima difusión y dudoso prestigio.

**

Practicó la escritura como si fuera una mística, aunque su catecismo personal, su libro secreto de oraciones, nos hable de convicciones muy diferentes a las de cualquier religión estricta. Su mensaje: la belleza tiene su origen en la experiencia (ecuménica) de la vulgaridad. La trascendencia comienza en un callejón lleno de cubos de basura. La literatura de Bukowski es una grandiosa epopeya prosaica: el antihéroe se enfrenta en ella de forma agónica a un destino que frustra su vocación. Lucha para poder ser. ¿Triunfa? No importa en exceso. Lo trascendente es que libra su propia batalla. Y esta guerra es una vía de redención. La justificación de su existencia.



[Athenaica Ediciones]

Bang Bang: primer cartel

 


Cartel de Stevie Van Zandt: Disciple

 


viernes, junio 07, 2024

La vida secreta de Roberto Bolaño, de Montero Glez

 

 

En las dos últimas entregas de la saga de Mad Max aparecen unos soldados fanáticos de Immortan Joe que se inmolan a las primeras de cambio para derrotar al enemigo y, de paso, viajar al Valhalla: suelen lanzarse en plan kamikaze y con lanzas explosivas, en un salto de ángel que propicia el caos y la destrucción. Desde que leo su obra (y desde que lo conozco en persona, años ha) tengo la impresión de que Montero Glez suele lanzarse así a la literatura. Lo hacen unos pocos, o lo hacían antes de que se los tragara la muerte (ahí estuvo David González): se tiran en plancha y sin paracaídas.

Si alguien cree que Montero se ha doblegado a los jeques de lo literario es que ha leído mal el libro: o no lo ha leído, algo frecuente en un país en el que se opina de novelas sin abrirlas. A lo largo de cinco relatos interconectados, el autor de Sed de champán y Manteca colorá se involucra en la metaliteratura, sí, pero no sólo para demostrarnos su dominio de la misma, sino para dinamitarla desde dentro. En ese juego se mezclan escritores y pintores reales (Chukri, Barceló, Ceesepe, Bolaño, Burroughs, etc) que pasan a la ficción y personajes ficticios (ese narrador llamado Arturo B.) que parecen reales, amistades inventadas y conspiraciones de unos cuantos escritores verdaderos.

Montero la revienta, la hace estallar porque toma el habitual juego literario de Cercas, Bolaño y Vila-Matas y lo mueve un paso más allá, de tal forma que en la última de las historias nos cuenta que las obras de Bolaño en realidad fueron escritas por sus amigos, los escritores de la conspiración. Algunos de ellos salen un poco malparados, con especial hincapié en Javier Marías. No quiere decir que uno, como lector, comulgue con todas las opiniones del narrador, pero sí que consigue divertirse y disfrutar de lo que cuenta, con esas frases que a veces arden en el párrafo y esa certeza de que su autor es uno de los escritores más lúcidos y valientes de la actualidad. Ésta, al menos, es mi lectura. Unos fragmentos:

Juan Marsé siempre fue para mí un amigo, uno de esos tipos que muestran la solidaridad campechana de la gente de barrio. Crecí leyendo sus novelas que pasaban de mano en mano. Iban desde el quiosco hasta las noches de insomnio plagadas de aventis; noches atropelladas de historias donde la realidad se hacía más llevadera por boca de aquellos niños crudos de posguerra; chavales que contaban mentiras tan certeras como el hambre.   

**

Nunca había estado tan cerca de la verdad como aquella noche en la que conocí al Agujetas. Ocurrió hace muchos años, cuando yo vivía en Madrid y las calles reflejaban la hora de la luz de finales de los ochenta.
Por entonces, los maniquíes me sonreían tras los escaparates de la noche, y yo sentía a cada instante la necesidad imperiosa de labrarme un pasado. Con arreglo a algo tan práctico, me había puesto el disfraz que todo escritor necesita para convertirse en personaje y dirigía mis pasos al centro, a una callejuela estrecha del barrio de Lavapiés donde la muerte se cantaba con sabor a sangre en la boca.

**

Porque la metáfora es el átomo que mueve el mundo de cualquier novela.




[Navona Editorial]

En Aleteia: Furiosa. De la saga Mad Max

 

 

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Cartel de Midnight Oil: The Hardest Line

 


Starve Acre: 2 carteles

 



martes, junio 04, 2024

A Quico Rivas. Por una revolución de la vida cotidiana, de Fran G. Matute

 

Hay personas más grandes que la vida y una de ellas fue Francisco Rivas, con cuyo nombre había topado varias veces pero sin tener una idea concreta de su figura. El pasado 1 de junio se cumplieron 16 años de su muerte y yo acababa de terminar este ensayo. Lo que ha hecho Fran Matute aquí es el mejor homenaje posible a un hombre cuyas agitaciones culturales estaban algo olvidadas: condensar su vida y su obra en una misiva que abarca apenas 100 páginas. Conseguir que sepamos quién era Quico Rivas, qué cosas hizo, a quiénes conoció. Incluso que lo apreciemos, gracias al cariño que muestra el narrador y también gracias a los poemas y breves fragmentos que Fran rescata en esta semblanza en la que un hombre que estaba muerto revive entre líneas. Dos fragmentos:

Creo, querido Quico, que ya es hora de que se diga. Tú fuiste uno de los principales “creadores” de la Movida (la mayúscula es importante) madrileña, hoy tan vilipendiada por algunos, que la tachan de frívola, de revolución burguesa, y no sé cuántas tonterías más. El problema, asumo, son las etiquetas y el uso que luego se ha hecho de ellas. El Madrid que te tocó protagonizar, desde mediados de los 70 hasta finales de los 80, fue sin duda un Madrid excitante en el que una serie de pintores, músicos, poetas, diseñadores y fotógrafos, marginales en la mayoría de los casos, consiguió por primera vez encontrar un altavoz para poder dar a conocer su obra. Y quien sujetó muchas veces ese altavoz fuiste tú, no lo puedes negar.

**

Todo el mundo parecía estar sentando cabeza menos tú, que seguías enzarzado con el tema de las cárceles y viviendo en el pasado con los fantasmas de Madrid, dos grandes proyectos que te hubieran dado gloria, sin duda, pero que se quedaron en el tintero, eso sí, por motivos muy distintos: el primero porque no salió adelante y el segundo porque no te dio tiempo a verlo terminado. Quedaba poco tiempo, querido Quico, pero todavía no sabías cuánto.  



[Athenaica Ediciones]

Trailer de The Outrun

 

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Cartel de Alien: Romulus

 


En Aleteia: Suncoast

 

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Cartel de Mother, Couch

 


martes, mayo 28, 2024

Palabras amables y una pistola cargada, de Noel “Razor” Smith

 

No conocía a Noel Smith, un antiguo atracador reciclado en escritor y cronista de las cárceles. Su autobiografía es un recorrido por calabozos y cárceles inglesas y centros de detención de menores y prisiones preventivas… Durante años, desde muy joven, su sistema de vida fue más o menos así: daba algunos palos, con predilección por atracos a bancos, hasta que lo pillaban; luego acababa entre rejas, vivía allí un tiempo (y, sobre todo, sobrevivía), le devolvían la libertad, reincidía y regresaba al trullo. Fue en torno a los 40 años cuando aceptó que ya no podía llevar esa vida, y además con mujer e hijos esperando en casa, y empezó a interesarse por la literatura. Empezó a escribir relatos, artículos… y el gusanillo le envenenó para siempre y le hizo cambiar de conducta.

En estas memorias, vertiginosas y repletas de criminales, funcionarios de prisiones y compadres de escopeta, también hay lugar para las celebridades, ya que Smith conoció y trató a leyendas de la cárcel como McVicar y Bronson (sobre quienes rodaron sendas películas muy recomendables). Subtitulado “Autobiografía de un delincuente profesional”, es un gran libro en todos los sentidos: tiene unas 600 páginas, así que hay que tomar aire antes de emprender el recorrido por esos años (los 70, los 80, los 90…) y flipar con todas las cosas que le sucedieron. Unos extractos:

Así que, sí, hay una especie de sistema de clases también en el mundo de los delincuentes, y el código entre delincuentes es uno de los elementos que nos separan. El código nos permite el lujo de elevar nuestras vidas y nuestros actos por encima de los del delincuente común y nos otorga un estatus especial. En realidad, el código entre delincuentes no es más que una mezcla de protocolo moral tomado de fuentes tan diversas como los Caballeros de la Mesa Redonda, el bushido japonés, las películas del Oeste y el típico carácter estirado británico, entre otras muchas cosas. Nunca abandones a un amigo en apuros, ni des señales de cobardía cuando te enfrentes al enemigo, ni te empeñes en ser violento con los que son más débiles que tú; y compórtate con honor y dignidad en todo momento. Es tan sencillo, y tan complicado, como eso.

**

Prefería que me dieran mil palizas a la vergüenza de rajarme delante de mis compañeros. Las palizas se curan, pero la reputación de gilipollas puede perseguirte toda la vida.

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¿Por qué les costaba tanto entender que si encierras a un ser humano, hagas lo que hagas, nunca podrás hacerle perder su deseo de escapar? El encarcelamiento es algo antinatural y por eso se emplea como castigo; si nos sintiésemos como pez en el agua, no tendría ningún impacto. Nos adaptamos a la cárcel, igual que nos adaptamos a otras condiciones duras y antinaturales, pero eso no significa que perdamos por completo nuestro instinto natural de libertad.

**

Siento una gran admiración por las personas honradas que aguantan durante años en trabajos de mierda mal pagados, sobreviviendo día a día y teniendo que tragarse la amargura y la desilusión, sin ningún horizonte esperanzador salvo tomarse un par de pintas el fin de semana y poder jubilarse algún día. Ellos son los verdaderos héroes de este mundo.




[Sajalín Editores. Traducción de Diego de los Santos]