viernes, diciembre 22, 2023

La enfermedad de escribir, de Charles Bukowski

 

Llevo un par de años metido en la poesía después de unos 10 años de sequía autoinfligida e infeliz, aunque con algún que otro buen momento. No soy de los que piensan que un pasado desperdiciado es una pérdida absoluta (hay música en todo, hasta en la derrota), pero después de haber estado a punto de morir en un ala para pobres del hospital, empecé a tomarme las cosas con más calma y me volqué en la poesía: un infierno.

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La creación es un don y una enfermedad. Me ha estremecido y me ha despertado para contemplar las paredes a las 5 de la madrugada. Y las contemplaciones conducen a la locura como un perro con una muñeca de trapo en una casa vacía.

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Creía que el mundo del Arte sería limpio. Y una mierda. Hay más pulpos sin escrúpulos y malignos en el mundo del Arte que en cualquier otro negocio porque en un negocio la gente solo quiere una casa más grande y un coche más grande y una puta de más, pero ese impulso no nace de unas entrañas retorcidas que exigen un RECONOCIMIENTO que va más allá de lo lógico y decente, independientemente de cómo se consiga. Por eso algunos editores son tan hijos de puta: como son incapaces de currárselo, intentan asociarse con quienes se lo curran de verdad esculpiendo mármol nuevo..., por eso muchos de ellos no responden a las cartas sobre el material que se les ha enviado: los muy cabrones ya no tienen luces.

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Los políticos y los periódicos no dejan de hablar sobre la libertad, pero en cuanto la pones en práctica, ya sea en la vida o en el arte, irán a por ti y acabarás entre rejas, ridiculizado o incomprendido.

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La masa, tanto la masa real como la artística (solo en el sentido de que hay muchos artistas), siempre va a la zaga, va sobre seguro no solo en la vida material y económica sino también en la espiritual. Si te pones un sombrero de paja en diciembre se ríen de ti. Si escribes un poema que huye de la poesía ingeniosa y superficial de masas del siglo XIX te dirán que suena mal. Quieren oír lo que siempre han oído. Pero olvidan que cada siglo se necesitan 5 o 6 hombres con talento para rescatar el arte del anquilosamiento y la muerte. No digo que sea uno de esos hombres, pero lo que sí tengo claro es que no soy uno de los otros. Lo cual hace de mí un INCONFORMISTA.

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Cuando queremos decir algo de verdad no usamos palabras de 14 letras. Pregúntaselo a cualquier mujer. Lo saben de sobra.

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[…] a veces cuando estoy borracho le digo que la vida es horrible, las personas, la estructura, la muerte al final de todo, y me contesta: “Bukowski, no has firmado ningún contrato que diga que la vida será hermosa” […]

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Se puede escribir un relato de folleteo o sobre una mujer desastrosa sin por ello ser misógino. Las hermanas deberían tener en cuenta que limitar ciertas formas creativas acabará llevando al control y limitación de cualquier forma creativa salvo las que acepten las autoridades de turno. Un escritor debería poder hablar de lo que quiera.

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No me malinterpretes, cuando digo que ganarse la vida escribiendo es duro no me refiero a que sea una vida de mierda. ganarse la vida con la máquina de escribir es el mayor de los milagros. y tu ayuda me ha levantado la moral, ni te imaginas cuánto. pero escribir, como cualquier otra cosa, requiere disciplina. las horas pasan volando y aunque no esté escribiendo las ideas están cuajando, por eso no me gusta que vengan a verme para beber cerveza y parlotear.

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Por lo general, un escritor de valía está entre 20 y 200 años adelantado a su tiempo, por lo que pasa hambre, se suicida o enloquece, y solo salta a la fama si partes de su obra se descubren mucho después en una caja de zapatos o debajo del colchón en una casa de putas.

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¿Qué es lo que pasa cuando uno de los doce grandes escritores por fin tiene la suerte de hacerse famoso? Muy fácil: se lo cargan. Ha vivido tanto tiempo en esas habitaciones de mala muerte y ha pasado tanta hambre que cree que se lo merece todo, así que se vende sin pensárselo dos veces para compensar todos esos años en el anonimato…

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La creación es creación. Por ejemplo, solo porque un hombre sea negro no significa que no pueda ser un hijo de puta y solo porque una mujer sea mujer no significa que no pueda ser una cabrona de armas tomar. No censuremos la realidad desde un posicionamiento hipócrita.

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Los buenos escritores no van por ahí diciendo y pensando: “Soy un escritor”. Viven porque no les queda otra. Todo se acumula: los horrores y lo que no son horrores y las conversaciones, y los pinchazos y las pesadillas, los gritos, las risas y las muertes y los vacíos absolutos y todo eso, esas cosas van sumando y entonces ven la máquina de escribir y se sientan delante y les sale sin planear nada; si tienen suerte, ocurre de forma natural.

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Que un poema no se entienda no es ninguna virtud.



[Anagrama. Traducción de Abel Debritto]

The Taste of Things (La passion de Dodin Bouffant): 2 carteles

 



The Promised Land: 3 carteles

 




Nominaciones a los Globos de Oro 2024

 

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American Fiction: nuevo cartel

 


Ghostbusters: Frozen Empire: 2 carteles

 



En Aleteia: Crónicas de Navidad (1 & 2)

 

 

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Cartel de Spaceman

 


miércoles, diciembre 20, 2023

300 razones, de Sarah Manguso

 

Ojalá pudiera preguntarle al futuro si debería renunciar o seguir intentándolo. Pero, entonces, ¿qué pasa si intentarlo, incluso a pesar de un cierto fracaso, es tan bueno como conseguirlo? ¿Qué pasa si es todavía mejor? Y aquí estamos otra vez.

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El yo de tu lecho de muerte sale flotando de la máquina del tiempo para decirte que todo saldrá bien. El yo de la guardería sale flotando y te pide que le digas lo mismo. Imagínatelos ahí de la mano, esperando a que elijas entre ellos.

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El problema de permitir que te vean en tu peor momento no es que se acuerden, es que te acordarás tú.

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Cuando perdí la esperanza de superar mis miedos, dejaron de ser una carga. La esperanza era lo que los convertía en una carga.

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No me gusta escribir; me gusta tener un problema y creer que quizá algún día pueda resolverlo escribiendo.

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Da por sentado que la persona más molesta que conoces, la que no te deja en paz, está enamorada de ti.

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Hay quienes te castigarán solo por ser testigo de su debilidad. Incluso aunque te buscaran y te pidieran ayuda ellos. Incluso aunque los ayudaras. Sobre todo si los ayudaste.

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No tiene sentido intentar explicarme ante aquellos que se niegan a entenderme. Ese juego ya lo he perdido.

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Respetad al artista con un solo éxito no por ese único éxito, sino por todos los días que habrá sufrido después, intentando conseguir otro.

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El fracaso es una buena preparación para el éxito, que llega como una sorpresa agradable, pero el éxito es una mala preparación para el fracaso.

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Elegid una: la decepción crónica o rebajar las expectativas hasta el punto en que nada te pueda decepcionar. Pero considerad también que podríais echar de menos sentiros decepcionados.



[Alpha Decay. Traducción de Inma Pérez Parra]   

Cartel de The Kitchen



Love Lies Bleeding: primer cartel

 


lunes, diciembre 18, 2023

Por qué no he escrito ninguno de mis libros, de Marcel Bénabou

 

 

Todo paisaje se transforma en estado de ánimo, todo escenario se convierte en símbolo.

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De ahí se derivaba el placer que me proporcionaba una sentencia como la de Buffon que afirma que “el genio no es más que una mayor aptitud para la paciencia”. La había adoptado a mi propia circunstancia bajo la forma siguiente: no escribir también es una acción, a veces incluso una buena acción.

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A ello se sumaba además el malestar que mi actitud iba a provocar entre los miembros de mi familia. Se estaban impacientando. Todos se creían autorizados a criticar, con palabras más o menos encubiertas, mi ociosidad. La gloria, esa gloria con la que nunca habían dejado de contar para mí, se hacía esperar; y yo, en vez de trabajar como un poseso con el fin de apresurar el momento de esos triunfos que también tenían que ser los de ellos, daba libre curso a mi indolencia. Me habían imaginado deslomándome para conquistar París, luciéndome en las tertulias literarias, cenando noche tras noche con académicos, editores y ministros (o por lo menos con las hijas de esos fascinantes personajes); y yo, inconsciente, me pasaba los días metido en viejos libros soñando, escribiendo textos vagarosos que no remitían a género concreto alguno y que, por lo demás, tampoco solía llevar más allá de la segunda o de la tercera página, salvo en muy contadas ocasiones. Les impedía el desquite que estaban esperando, y cuyo instrumento habían decidido inconscientemente que debía encarnar yo. Se las habían ingeniado, mientras tuve necesidad de ellos, para hacerme la vida fácil. Pero ahora me reprochaban en silencio que le hubiera tomado gusto a esa facilidad. Yo creía que era libre, pero no lo era: tenían derechos sobre mí.

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Había acabado por comprender al fin que la vida tiene la enojosa costumbre de no pagar al contado las deudas que contrae: deudora pocas veces solvente, se le dan un ardite nuestros préstamos. Y aún dichosos quienes pueden, mientras esperan la liquidación con la que se saldará definitivamente su cuenta, salir del paso, provisionalmente al menos, con palabras.

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Los hay que parten de la hoja en blanco y los hay, muchos menos, que llegan a ella. No sin esfuerzo, pues a veces hay que rascar mucho para recuperar algo de blancura. El dilema en efecto consiste en que no ser apto para la escritura no basta para quitar las ganas de escribir. Sería menester, además, una malformación fisiológica. Ni siquiera eso bastaría: algunos todavía saldrían del paso dictando…

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He llegado así, de forma absolutamente natural, a privilegiar las formas breves, las que precisamente requieren menos cantidad de papel. Me imagino las maneras de reducir un texto, como se reduce una salsa. Un aforismo, mientras esté bien construido, reemplaza, en mi opinión con ventaja, un desarrollo filosófico. Allí donde una página sería demasiado, basta a veces con una simple frase, pero con una frase tal que su eco resuene y se prolongue en el tiempo.

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Por lo tanto, escribir que se querría escribir, ya es escribir. Escribir que no se puede escribir, también es escribir.



[Anagrama. Traducción de Thomas Kauf]  


Cartel de Furiosa: A Mad Max Saga

 


Michael Bishop (1945 - 2023)

 


Cartel de American Star

 


Próximamente: La mordida

 

De Malcolm Lowry. En Random House.

Cartel de Fast Charlie

 


Otar Iosseliani (1934 - 2023)

 


Primer trailer de Beverly Hills Cop: Axel Foley

 

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Cartel de Argylle

 


En Aleteia: Merry Little Batman

 

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Itziar Castro (1977 - 2023)

 


Cartel de Hideo Kojima: Connecting Worlds

 


La felicidad conyugal, de Lev Tolstói

 

Nuestro jardín, nuestros bosques, nuestros campos, que yo conocía desde hacía tanto tiempo, de pronto se volvieron para mí nuevos y preciosos. No en vano él decía que en la vida hay una felicidad indiscutible: vivir para el otro.

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A partir de entonces nuestra vida cambió radicalmente, y también cambiaron nuestras relaciones. Ya no estábamos tan bien a solas como antes. Había cuestiones que evitábamos, y nos era más fácil hablar cuando había una tercera persona con nosotros que cuando estábamos frente a frente. En cuanto la conversación versaba sobre la vida en la aldea o sobre algún baile, era como si un tropel de chiquillos se nos pusiera a correr en plenos ojos y nos resultara incómodo mirarnos. Como si los dos sintiéramos dónde estaba el abismo que nos separaba y tuviésemos miedo de acercarnos a él.

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Para cada uno de nosotros fueron surgiendo nuevos intereses, nuevas preocupaciones propias que ya no intentábamos hacer comunes. Dejó de inquietarnos que cada uno de nosotros tuviese un mundo propio, ajeno al mundo del otro.



[Acantilado. Traducción de Selma Ancira]


Civil War: primer cartel

 


Andre Braugher (1962 - 2023)

 


Cartel de I.S.S.

 


Ryan O'Neal (1941 - 2023)

 


martes, diciembre 05, 2023

Morriña, de Colin Barrett

 

 

Morriña es el segundo libro de Colin Barrett tras el memorable Glanbeigh, que ya recomendamos aquí antaño. 8 relatos, con edición de Sajalín y traducción de Ana Crespo, sobre parias irlandeses: un catálogo de hermanos pendencieros con mala reputación, chavales que toman caminos equivocados y reinciden en la delincuencia, amigas que asisten a un funeral o jóvenes salidos del hospital mientras tratan de recuperarse de una depresión como en el titulado “Quienquiera que seas, adelante”, en el que asistimos a este diálogo:

-Quiero decirte una cosa –suspiró Murt.
-Dime.
-Estar deprimido es como estar en un sueño. De hecho, tienes la sospecha de que todos los que te rodean también están deprimidos, pero no lo saben. O peor, sospechas que son aspectos de ti, manifestaciones.
-No te sigo –admitió Eileen.
-Cullen, por ejemplo –siguió Murt–. Justo esta mañana me he acordado del instituto, de lo desagradable que podía llegar a ser, y eso que no era más que una insignificante salpicadura de lefa. He pensado en lo merecido de las hostias que recibí y en Cullen, uno de los muchos chavales que me las pegaron. Y ahora me lo encuentro aquí. ¿Qué es Cullen, entonces, sino una manifestación?


Mi favorito del lote, sin embargo, se aparta de Irlanda para adentrarnos en Canadá mediante una historia que mezcla pandemia, perros, escritores y un padre enfermo. En apenas unas pinceladas el autor nos lleva a ese tiempo gris de mascarillas y restricciones en “Un zumbido bajo y persistente”:

El coche reanudó la marcha.
Advertí que la cafetería del otro lado de la calle estaba abierta, aunque había una mesa arrimada a la puerta, como una barricada. Un único empleado, con mascarilla, miraba distraídamente el móvil en aquella sala lúgubre y vacía.
No había nadie más alrededor, ningún coche en la calle.
Estábamos a finales de mayo, eran los últimos días de una primavera lluviosa marcada por la niebla. Y aunque las restricciones más severas del confinamiento se habían suavizado y la gente podía salir de casa cuando quisiera, la ciudad tenía a todas horas el mismo aire estancado y provisional, plomizo y fantasmal, que una mañana de Año Nuevo.

Algo que llama la atención es que todos los relatos quedan abiertos. Son finales ambiguos, como si una cámara estuviera enfocando sólo un pedazo de las vidas de unas cuantas personas en apuros y se apagase de repente, sin dejarnos ver qué les ocurrirá después. Pero el arte de Barrett consiste en que ya nos ha contado lo suficiente en las páginas previas a esos finales para que sepamos lo justo de los personajes y podamos imaginar (o no) qué ocurre al final de esas vidas suspendidas en la narración. Otro de esos libros que provocan adicción: como todos los que publica Sajalín.   



[Sajalín Editores. Traducción de Ana Crespo]


En Aleteia: Beef (Bronca)

 

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The Beekeeper: nuevo cartel

 


The Cello: 2 carteles

 



Concha Velasco (1939 - 2023)

 


Cartel de Freud's Last Session

 


The Zone of Interest: nuevo cartel

 


viernes, diciembre 01, 2023

jueves, noviembre 30, 2023

Vivir es lo mejor, de Kay Boyle

 

Parece que fue ayer (pero no: estamos hablando de junio de 2022) cuando salió El caballo ciego, una brillante novela corta de Kay Boyle, autora de la que sólo habían publicado en España un libro de relatos. Ahora está disponible en las librerías otra obra de la misma autora, gracias a la misma editorial y a la misma traductora.

Vivir es lo mejor es una selección de cuentos escogidos de las dos recopilaciones que publicó Boyle en vida. Para esta edición en castellano, han dividido el total en 2 partes que parten del eje de la Segunda Guerra Mundial: los relatos ambientados antes de la contienda y los relatos que transcurren durante y después de la misma. La parte titulada “1931-1938” contiene 9 historias; la parte titulada “1941-1951” agrupa 6 relatos.

En todos ellos encontramos la sutileza narrativa de Boyle para hablarnos del racismo, de los primeros brotes del nazismo y del antisemitismo, da lo mismo que las historias transcurran en Estados Unidos (ese chico negro golpeado por un abuelo blanco) como en territorios de Europa (los casos en los que va cayendo el peso de la sospecha sobre quienes no se ajustan a los ideales nacionalsocialistas).

En el primer grupo encontramos a personajes muy humanos, como ese escritor inválido que está de mal humor y dice: “Aún no estoy acabado. Aún no. Todavía me queda algo más que escribir”. O ese niño cuyos padres murieron años atrás y que se mueve en un entorno campestre y cuya idea de una madre es lo que le transmite la tía que le cuida, una mujer rígida, severa. Uno de los más ambiguos y perturbadores es “Tu cuerpo es un joyero”, la historia de dos hermanas: una de ellas indica “Creo que me está pasando algo. Creo que ya no soy una chica”, y va a ser ingresada en un manicomio por su conducta; la otra regresa de acompañarla a ese lugar y sus ganas de divertirse la conducirán hacia un final inesperado.

En el segundo grupo encontramos relatos quizá más impactantes. Véase “Derrota”, ganador de un Premio O. Henry, en el que describe el regreso de los soldados franceses. “Cosecha francesa” narra el hambre de la postguerra y lo que sucede con los prisioneros alemanes. “Ejército de ocupación” ofrece otra perspectiva del ambiente bélico, y pone nervioso a cualquiera que tenga sentido común y no sea machista: cuenta cómo una mujer, corresponsal de guerra, coincide en un vagón de tren con soldados borrachos que la molestan intentando ligársela. Muchos de los relatos de Boyle incluyen a niños como protagonistas, o a adolescentes que no tienen dónde caerse muertos, como los chavales de “Los perdidos”, que retrata a los críos huérfanos a causa de la guerra, o “Noche de invierno”, donde una nanny le cuenta a la niña a la que cuida cómo conoció a otra muchacha parecida a ella en un campo de concentración.

Una selección formidable de una autora que ahora está un tanto olvidada pero que antaño recibía galardones y elogios de escritoras como Katherine Anne Porter.     



[Muñeca Infinita. Traducción de Magdalena Palmer]

Le règne animal: 2 carteles

 



En Aleteia: Hermana Muerte

 

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El Hematocrítico (Miguel Ángel López) (1976 - 2023)

 


lunes, noviembre 27, 2023

El dulce sabor del éxito

 

El 15 de noviembre, por fin, pude asistir al estreno (en la sala de proyecciones del Círculo de Bellas Artes de Madrid) del maravilloso documental dirigido y escrito y montado por Emanuele Giusto y Carlos Tejeda. Todos salimos conmovidos de la proyección y el debate posterior (doy fe porque hablé a la salida con varias personas), en el que, además de Giusto y Tejeda, participaba Valerio Rocco, filósofo y director del CBA: los tres ofrecieron una charla a la vez amena, reveladora y profunda.

El dulce sabor del éxito es un documental; un documental creativo, a mi entender, que no se queda en la mera exposición de bustos parlantes, sino que incluye dibujos, rastros cotidianos de la vida de una mujer de barrio madrileño, referencias cinematográficas, música compuesta para la ocasión y un conglomerado de palabras e imágenes que os harán reflexionar.

Han pasado años desde las primeras filmaciones, los diversos montajes de prueba, la interrupción del proyecto a causa del covid, la búsqueda de distribución... Me conozco el paño de cerca porque tengo amistad con sus directores y he estado al tanto de los pros y los contras. Es un proyecto que les ha hecho emplear tanto tiempo y esfuerzos que yo, lo juro, pensé que nunca “vería la luz”.

No quiero desvelar demasiado porque es mejor sorprenderse, pero me gustaría dar unas pinceladas para que el espectador tenga una idea aproximada de lo que va a ver:

Carlos y Emanuele filmaron durante años la vida diaria de una viuda de 80 años del barrio de Lavapiés que afrontaba la soledad y el anonimato tras haber sido una auténtica estrella de la zarzuela en Madrid: María Teresa Paniagua. Esto plantea un montón de preguntas, para ella y para nosotros mismos. Por ejemplo: ¿El éxito es ser célebre y millonario o es tener la vida tranquila que necesitas? Para reforzar los planteamientos, se incluyen entrevistas con varios famosos que nos hablan de qué es para ellos el éxito y el fracaso: Rossy de Palma, Alberto García-Alix, Plácido Domingo, Javier Sádaba, JPelirrojo, etc. Todos sueltan perlas. Todos tienen algo interesante que aportar.

Además hay un recorrido visual por Lavapiés que me ha parecido emocionante, y una idea de lo que significa el barrio, donde cultivar lo humano y las relaciones sociales para darle un sentido a nuestras rutinas. El documental, con una música exquisita compuesta por Antonio Lo Riso, es una lección de vida a cargo de una señora de carácter espontáneo y un ejemplo de cómo ser creativos y proyectar en la obra tus influencias cinematográficas: es un caramelo, lo prometo; os tocará la patata.

El próximo 7 de diciembre también se proyectará en el Matadero. Además, hay posibilidad de estreno on line y algunas cuantas cosas más. Todo esto viene en la web, junto a numerosos materiales disponibles: aquí.

[Nota: por suerte sólo se me ve 1 segundo, pero si estáis atentos me encontraréis en la película como extra en un par de planos fugaces. Mi gratitud infinita hacia Carlos y Emanuele]