viernes, septiembre 14, 2018

Los hombres me explican cosas, de Rebecca Solnit


Los hombres me explican cosas, a mí y a otras mujeres, independientemente de que sepan o no de qué están hablando. Algunos hombres.
Todas las mujeres saben de qué les estoy hablando. Es la arrogancia lo que lo hace difícil, en ocasiones, para cualquier mujer en cualquier campo; es la que mantiene a las mujeres alejadas de expresar lo que piensan y de ser escuchadas cuando se atreven a hacerlo; la que sumerge en el silencio a las mujeres jóvenes indicándoles, de la misma manera que lo hace el acoso callejero, que este no es su mundo. Es la que nos educa en la inseguridad y en la autolimitación de la misma manera que ejercita el infundado exceso de confianza de los hombres.

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No existe razón alguna que sea buena (y sí muchas malas) por las que las universidades empleen más tiempo en decirle a las mujeres qué han de hacer para sobrevivir a los depredadores que en decirle a la otra mitad de sus estudiantes que no sean predadores.

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Caminar por la calle puede ser una forma de compromiso social, incluso de acción política cuando caminamos de común acuerdo, como hacemos en las revueltas, en las manifestaciones y las revoluciones, pero también puede ser un camino que induzcan al ensueño, a la subjetividad y a la imaginación, una especie de dueto entre el empujar e interrumpir del mundo exterior y el flujo de imágenes y deseos (y temores) de nuestro interior. A veces, pensar es una actividad exterior y física.

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La peor de las críticas es aquella que busca tener la última palabra y dejarnos al resto en silencio; la mejor es la que abre un intercambio inacabable.

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Las mujeres tienen miedo todo el rato de ser violadas y asesinadas, y puede que sea más importante hablar de esto que el proteger las zonas de confort de los hombres. O dicho de otra manera, en palabras de alguien que en la red se presenta como Jenny Chiu: "Seguro que #NoTodosLosHombres son misóginos y violadores. Pero ese no es el punto a tratar. Pero sí que lo es el que #TodasLasMujeres viven con miedo a los que sí que lo son".

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Como señala Astra Taylor en su nuevo libro The People's Platform, el discurso de la libertad de opinión es utilizado para proteger el discurso del odio, es en sí mismo un intento de privar a otros de su libertad de habla, para atemorizarlos en silencio.

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El lenguaje es poder. Cuando transformas la "tortura" en "técnicas de interrogatorio mejoradas", o a los niños asesinados en "daños colaterales", rompes el poder del lenguaje de verbalizar significados, de hacernos ver, sentir y preocuparnos. Pero funciona en ambos sentidos. Puedes utilizar la fuerza de las palabras para enterrar los significados o para excavarlos.


[Capitán Swing. Traducción de Paula Martín]