miércoles, noviembre 25, 2015

Mi vida con los asesinos en serie, de Helen Morrison, M.D. & Harold Goldberg


En realidad, no hay ningún organismo actual de investigación científica o de literatura psiquiátrica que explique a ciencia cierta la naturaleza exacta del asesino en serie. Y no parece que este hecho vaya a cambiar, al menos en el futuro previsible. A diferencia de otras enfermedades, nadie, ni el gobierno estatal ni el federal, ni tampoco ninguna institución privada nacional o internacional, destina fondos para llevar a cabo una investigación seria. Y aunque lo hicieran, la ley no permitiría que se estudiara amplia y extensamente a un asesino en serie mientras está vivo.

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La violencia en el cine se ha convertido en uno de los temas predilectos que sacan a relucir los medios de comunicación cuando se exponen ante los tribunales asesinatos que imitan los incidentes de alguna película o de algún videojuego. Incluso existe un grupo llamado Lion & Lamb Project cuyo cometido es erradicar la violencia del cine porque considera que ver violencia incita a los niños a cometerla. Sin embargo, a menos que la persona que comete el delito sea susceptible o tenga alguna deficiencia, como un retrasado mental, o que la persona reviva aquello que ve, la violencia en el cine no causa impacto. Los actos de violencia que imitan imágenes cinematográficas son mucho más escasos de lo que se suele creer.


[Editorial Océano. Traducción de Gemma Deza Guil]