jueves, octubre 13, 2011

Conversaciones con António Lobo Antunes, de María Luisa Blanco


Tal vez un año de éstos António Lobo Antunes obtenga el Premio Nobel de Literatura. De lo que no cabe duda es de su condición renovadora y de su esfuerzo por el lenguaje. En estas conversaciones habla de su obra, de sus lecturas, de sus métodos y rutinas de trabajo, de su pasado… También se explaya sobre el tema del que suele guardar silencio: la guerra. Lobo Antunes, aunque les pese a muchos, es esa clase de escritor que ha paseado por los infiernos: estuvo en la guerra de Angola, es psiquiatra y ha atendido a muchos pacientes en un sanatorio, ha visto morir a muchos de los suyos (su primera mujer murió joven, víctima del cáncer), ha visto a numerosos muertos y heridos en la guerra. Es un hombre colmado de heridas, y eso se refleja en sus libros. Lo único que lo salva es la escritura (y la lectura). Abajo, algunas de sus declaraciones. La primera, por cierto, la colgué en Facebook y trajo cierta polémica:

[…] porque escribir te protege del sufrimiento. Cuando estás sufriendo y escribes, no eres sólo ese hombre que sufre, eres además el escritor que está pensando cómo aprovechar ese sufrimiento para su trabajo.

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Claro, pero yo pienso que todos los libros son autobiográficos, sobre todo Robinson Crusoe… Porque tú no inventas nada, la imaginación es la manera como arreglas tu memoria. Todo tiene que ver con la memoria.

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Es que hay un problema de actitud en los jóvenes escritores que creo que es grave. A mí me envían muchos manuscritos para que dé mi opinión, y me sorprendo porque estos jóvenes quieren que los leas el lunes, que los publiques el martes, tener un éxito extraordinario el miércoles y ser traducidos en todo el mundo el jueves. No son escritores porque tienen un apetito de éxito inmediato, y esa actitud les impide crecer literariamente. Si desean tanto el éxito, deben dedicarse a otra cosa.