A la memoria de Franz Kafka, por incendiar la literatura.
A mi amigo César Antona, orgulloso enfermo de bibliofilia.
Una bellísima prostituta
ofrece su cuerpo en la calle del Alquimista esquina con nada.
Está muerta, tiesa, vertical,
y lo que parece una sonrisa seductora
es un capricho sexual del rigor mortis.
Un hombrecillo solitario y callado,
bajo un sombrero ridículo,
escribe cuentos para asustar al niño
que agoniza dentro del corazón de cada adulto.
Las cucarachas extienden su tiranía,
llueven sobre el papel,
crujen, invaden sonrisas con sus patitas.
La literatura ha roto los límites de la razón
un deforme caos de bellas formas lo cubre todo al fin.
……………………………………………Praga lo sabe.
El anochecer se exhibe borracho, procaz,
sobre el puente del rey muerto,
necesita embriagarse
para escapar del verdugo que espera paciente,
rasgando incansable sus cuadernos
a la luz de una vela,
que acabará por incendiar el mundo entero.
Álex Portero, Irredento