Los directores de Howl han utilizado un enfoque muy original para esta película. No se trata de un biopic, sino de 84 minutos que giran alrededor del legendario Aullido de Allen Ginsberg (a quien interpreta, con brillantez, James Franco, actor que ya está alcanzando el reconocimiento que merece).
Para contar lo que sucedió y transmitirnos la esencia y la música de ese libro de poemas, los directores fragmentan el filme y lo resuelven en un ágil y efectivo montaje: se alternan las secuencias del juicio por la presunta obscenidad de Howl, las entrevistas con Ginsberg (el personaje interpretado por Franco, no el escritor), las fotografías reales de archivo de los beat, la celebrada lectura donde el poeta dio a conocer Aullido y otros poemas, sus relaciones con Peter Orlovsky, Jack Kerouac y Neal Cassady y ese ambiente de las calles que sus versos reflejaban (logrado mediante animaciones donde se mezclan el jazz y la perversión). Imágenes fijas, secuencias en color y secuencias en B/N, dibujos animados…
Todo ello demuestra que, en el cine, siempre se están buscando nuevas formas de contar una historia. Algo que, cuando se hace en literatura, en España, en seguida origina polémicas.
[Por cierto: los beat están de moda, más que nunca, y aún lo estarán más cuando se estrene la adaptación de On the Road, y es algo que aquí ya estábamos celebrando con la publicación de la antología Beatitud]