jueves, noviembre 04, 2010

El lenguaje de las células y otros viajes, de Nacho Gallego


Durante toda mi vida, yo siempre había gozado de una salud envidiable. Y un día como otro cualquiera supe por los médicos que mi cuerpo estaba incubando un cáncer. Es como si, de repente, me hubiera tocado el premio gordo... en un concurso para desahuciados. Le ha tocado un Cáncer. La repetición de estas dos sílabas juntas crea un ambiente de terror y seriedad absoluta a su alrededor, hipotecando de inmediato la salud del que escucha su sonido. Quizás, por eso mismo, pocas veces se conjura, para no hundir al enfermo bajo el peso de semejante pancarta. Con el tiempo, las dos sílabas van formando un nudo alrededor del cuello, cada día un poco más apretado, hasta que nos surge de las entrañas una necesidad, largamente postergada, de gritarlas con todas nuestras fuerzas: ¡cán - cer!, para exorcizar de una vez por todas su efecto paralizante.