Hace 19 horas
jueves, septiembre 30, 2010
Abducidos
José Angel Barrueco
Nacido en 1972. “Jab”, en la red.
Se le vio por última vez en Lavapiés, ya que apenas salía de allí salvo para ir al cine. Escritor a sueldo, iba a participar en una antología marciana de V. M. Álvarez. Y, junto a Mario Crespo, reclutaba freaks para el filme que dirigirá el primero: Cebada pa’ los monstruos. No existen referencias de contacto con ufos, aunque tuvo un profesor de BUP con hidrocefalia similar a la de los invasores de Mars Attacks. Fanático de Bruce Lee, Roger Corman y Ed Wood, es célebre su lucha urbana contra Kazurro, monster-man mitad agrario, mitad némesis de Godzilla, que le dio de hostias: la anécdota aparece en “El blog Ausente”. Afirman que era colega de un vampiro negro y manco y que jugaban al parchís con el Diablo. En declaraciones a los medios, su novia dijo que no lo abdujeron los aliens, sino que se lo tragaron las páginas de un libro mientras escuchaba Starman. Si lo encuentra, en otro planeta o en alguna novela, quizá pueda contratarlo.
Vicente Muñoz Álvarez
Nacido en 1966. “Vic”, en la red.
Adicto a filmes siniestros y retorcidos, poeta y viajero y comercial del calzado, fan de Phantom from Space, fue visto por última vez cuando salía en su furgoneta hacia Sayago. En sus recientes sesiones de espiritismo había contactado con el fantasma de Russ Meyer, quien le presentó a SuperVixen, interpretada por Shari Eubank en Supervixens. Meyer le dijo que Eubank ya estaba un poco viejuna, pero que desde el más allá se podía traer con él a sus personajes, aún jóvenes. No hubo coyunda. En febrero de 2010 preparaba el libro Plan 9 del Espacio Exterior con A. X. Rabanal. La policía alberga sospechas de que V., autor de varias antologías, era peligroso para la literatura comercial y sostiene que lo raptaron “Los Amigos de Visor”, círculo clandestino que trataría de alejarlo de sus propuestas radicales. Otros dicen que salió en busca del Yeti en su “van”. Pero la gente toma muchos tripis…
Alfonso Xen Rabanal
Nacido en 1967. “Bufa”, en la red.
Numerosos testigos juran que, la noche de su desaparición, lo vieron en Planet Móngogo, un pub de León en el que solía buscar refugio y cervezas. Llegaba de casa, de ver un programa doble: Santo contra los villanos del ring y Snuff 2000, de Borja Crespo y Miguel Ángel Martín. Alguien le oyó decir que su chica no estaba esa noche en la ciudad y que él acababa de aliviarse los bajos observando una foto de Marilyn Monroe mientras fumaba un canuto (ella, no él). Fuentes próximas afirman que se había acercado a una secta satánica con la intención de mejorar su suerte y encontrar curro. Soñaba con conocer algún día al Hombre-Pez y a La Mujer Avispa y emborracharse con ellos. Se rumorea que no lo han raptado los extraterrestres, sino que se ha perdido en las nieblas de la provincia buscando paz espiritual. Yo no creo en marcianadas, declaró una vez, a mí todo eso de E.T. me toca la polla. Creo en dos buenas tetas y un coño.
José Angel Barrueco, Vinalia Trippers. Plan 9 del Espacio Exterior
Hoy, en Madrid
Nos embarga de satisfacción
Cuando uno está leyendo una novela o un libro de viajes o de crónicas y, de improviso, tropieza con el nombre de su ciudad en una frase, cierto orgullo secreto le sacude por dentro. Para un tipo nacido en París o en Barcelona esto no significa mucho, pues las novelas están saturadas de alusiones a esas y a otras urbes. Para alguien que nació en Teruel o Zamora es distinto y nos embarga de satisfacción, pues se supone que Teruel y Zamora no existen (en el sentido de “no cuentan”), y encontrarlas en la literatura supone motivo de gozo porque lo que toca la literatura lo convierte en inmortal o imperecedero. Acabo de leer “Dublinesca”, la última y seductora novela de Enrique Vila-Matas, y en la página ciento uno el protagonista, Samuel Riba, está en un banco y le comenta al director que le gustaría vivir en Nueva York, y el hombre responde: “¿Y no podría ser feliz viviendo, por ejemplo, en Toro, en la provincia de Zamora? ¿Qué tendrían que tener Toro o Benavente, para que usted fuera a vivir allí? Y disculpe la pregunta porque seguramente se la he hecho porque soy de Toro”. La respuesta de Samuel Riba es que, en la soledad nocturna, Nueva York puede resultar menos dramático. No lo dice pero imaginamos en esa respuesta que las luces y neones de N.Y. pueden paliar un poco la tristeza de un hombre solitario, aunque no abolirla. Más adelante, hacia la mitad del libro, y ya en Irlanda, Riba tropieza con un camarero de Zamora en un restaurante y le pregunta por qué emigró de allí.
Ambas alusiones hicieron que me viniese a la memoria uno de los títulos que leí durante este verano: “Las rosas de piedra”, de Julio Llamazares. Es el primer tomo de las crónicas de su viaje por las catedrales de España y, entre ellas, visita la de Zamora. Se trata de uno de los mejores capítulos del libro y no sólo me lo parece por la parte que nos toca a quienes hemos nacido aquí (también hay algunas sanas punzadas de ironía en el retrato de la ciudad): pero es que el escritor se encuentra metido en suficientes situaciones como para enriquecer el viaje y, por tanto, el relato. Y, además, porque también aparecen lugares emblemáticos: la Plaza de Viriato, el Restaurante España, la Plaza Mayor… y, por supuesto, el Duero, “tranquilo como una balsa y azul como el horizonte, por el que se desliza ahora una barquita fluvial”.
Tras leer “Dublinesca”, abrí “Salvo error u omisión”, el libro que recoge una selección de los artículos de Tomás Sánchez Santiago, con la intención de releer algunos párrafos al azar. Y encontré un sabroso fragmento que ya no recordaba: “Y mientras la ciudad altera su compás con continuas obras públicas y cambios en los nombres de sus calles, por lo general impuestos por una desatinada colonización municipal, los barrios permanecen en una hermosa nomenclatura invicta, llena siempre de razón: La Alberca, El Sepulcro, Olivares, Cabañales, San Frontis, San Lázaro, San Ramón, Pinilla…, nombres cargados de memoria sedente y de un aliento cenceño muy distante de esa otra gimnasia ratonera con que la ciudad cambia de rostro”. Dicen que Tolstoi aconsejaba: “Si quieres ser universal, escribe sobre tu aldea” (la traducción de esta frase admite variantes, si uno acude a Google). Me pregunto qué pensarán mis paisanos de estas y otras referencias en los libros, que a mí me entusiasman. Lo digo porque, en suma, tenemos un carácter difícil: los zamoranos somos los más acérrimos defensores de nuestra tierra y a la vez los críticos más duros con los valores que representa y los hijos que dispersa por el mundo o acoge en su regazo.
El Adelanto de Zamora / El Norte de Castilla
Ambas alusiones hicieron que me viniese a la memoria uno de los títulos que leí durante este verano: “Las rosas de piedra”, de Julio Llamazares. Es el primer tomo de las crónicas de su viaje por las catedrales de España y, entre ellas, visita la de Zamora. Se trata de uno de los mejores capítulos del libro y no sólo me lo parece por la parte que nos toca a quienes hemos nacido aquí (también hay algunas sanas punzadas de ironía en el retrato de la ciudad): pero es que el escritor se encuentra metido en suficientes situaciones como para enriquecer el viaje y, por tanto, el relato. Y, además, porque también aparecen lugares emblemáticos: la Plaza de Viriato, el Restaurante España, la Plaza Mayor… y, por supuesto, el Duero, “tranquilo como una balsa y azul como el horizonte, por el que se desliza ahora una barquita fluvial”.
Tras leer “Dublinesca”, abrí “Salvo error u omisión”, el libro que recoge una selección de los artículos de Tomás Sánchez Santiago, con la intención de releer algunos párrafos al azar. Y encontré un sabroso fragmento que ya no recordaba: “Y mientras la ciudad altera su compás con continuas obras públicas y cambios en los nombres de sus calles, por lo general impuestos por una desatinada colonización municipal, los barrios permanecen en una hermosa nomenclatura invicta, llena siempre de razón: La Alberca, El Sepulcro, Olivares, Cabañales, San Frontis, San Lázaro, San Ramón, Pinilla…, nombres cargados de memoria sedente y de un aliento cenceño muy distante de esa otra gimnasia ratonera con que la ciudad cambia de rostro”. Dicen que Tolstoi aconsejaba: “Si quieres ser universal, escribe sobre tu aldea” (la traducción de esta frase admite variantes, si uno acude a Google). Me pregunto qué pensarán mis paisanos de estas y otras referencias en los libros, que a mí me entusiasman. Lo digo porque, en suma, tenemos un carácter difícil: los zamoranos somos los más acérrimos defensores de nuestra tierra y a la vez los críticos más duros con los valores que representa y los hijos que dispersa por el mundo o acoge en su regazo.
El Adelanto de Zamora / El Norte de Castilla
miércoles, septiembre 29, 2010
Vinalia Trippers en la red
Vinalia Trippers. Plan 9 del Espacio Exterior se puede leer ya aquí. Por esa razón, mañana mismo intentaré colgar, en este blog, mi relato tal y como fue concebido originalmente.
Cuadernos norteamericanos, de Nathaniel Hawthorne
Esta es una selección de los American Notebooks, preparada y prologada (gran prólogo, por cierto) por Eduardo Berti. La mayoría de estas anotaciones son esbozos de cuentos y novelas; sólo unos pocos alcanzaron desarrollo en el tiempo, como el referido a La letra escarlata. Unas muestras:
Alguien escribe un cuento y descubre que se desarrolla contra sus intenciones; que los personajes no actúan como él lo había pensado; que ocurren hechos imprevistos, que se avecina una catástrofe y es vano tratar de evitarla. Esto podría presagiar su propio destino, ya que él mismo es uno de los protagonistas del cuento.
***
Un claro indicio de muerte es cuando el enfermo pierde su propio aspecto para adquirir los rasos de su familia, ocultos tras su rostro en tiempos de salud.
***
Las abejas se ahogan muchas veces en su propia miel, del mismo modo que ciertos escritores se pierden en el cúmulo de su propia erudición.
***
Las imágenes literales de las expresiones figuradas: por ejemplo, para “se deshizo en lágrimas”, un hombre se transforma de golpe en una lluvia de gotas saladas. Para “explotó de risa”, un hombre explota en mil fragmentos que vuelan por los aires. Un hombre con “los ojos clavados en el piso” se vuelve una criatura desprovista de ojos, los cuales, clavados en el suelo, lo observan llenos de inquietud, etc., etc., etc.
***
Por más inocentes o débiles que sean mientras se encuentran en el diccionario, las palabras, para bien o para mal, se vuelven realmente potentes en las manos de quien sabe combinarlas.
***
“Qué agradable es ver un rostro humano que no sabe mentir”. (Sophia acerca de la sonrisa del bebé, 13 de octubre de 1851).
[Traducción de Eduardo Berti]
En terreno resbaladizo
A unos cuantos, esta huelga general de hoy nos encuentra sumidos en una especie de limbo extraño o de territorio de nadie en el que no sabemos con certeza a qué atenernos. Seguramente alguien se encargará de afearme esta conducta y, no obstante, cada cual tiene su opinión o debería tenerla aunque en este país ejercer dicha libertad empieza a estar mal visto en sociedad: me refiero a quienes la ejercemos desde las tribunas de prensa. A unos cuantos, pues, nos coge en ese terreno resbaladizo en el que se conjugan los sentimientos enfrentados. Estaré pendiente de lo que suceda hoy en Zamora, y sin embargo no vivo en esta pacífica ciudad, sino en la estrepitosa Madrid, de modo que el seguimiento será desde la lejanía y mediante las noticias que pueda rastrear en los medios: sabremos entonces si han “cerrado” Zamora o no, como anunciaba un líder sindical. También soy uno de esos cuatro millones y medio de desempleados que ni siquiera pueden plantearse hacer huelga porque no tienen un trabajo fijo, en mi caso es una suma de colaboraciones y de porcentajes de la literatura; pero, al mismo tiempo y como es evidente, me preocupa la situación laboral de mis allegados aunque cada vez conozco a más parados y a menos trabajadores.
Me interesa lo que opinen los cabecillas de la cultura de este país, y sin embargo observo un patinazo en una de sus últimas declaraciones colectivas, por así decirlo: “Que quede claro: no es una huelga contra el gobierno”. Como si quisieran decir: “Ni contigo ni sin ti”, un quiero y no puedo lamentable. Si no es contra el gobierno, ¿contra quién es? Esa actitud preventiva recuerda un poco a la de los boxeadores: primero entrechocan la mano y luego, tras darse de hostias, se abrazan. Sólo que esto no es un ring ni es un deporte: es la vida real, es la calle y es la política. En este terreno resbaladizo en el que nos encontramos unos cuantos, por no decir demasiados, no hay una visión clara de lo que supone esta huelga y de todo el lío de los sindicatos: en parte, porque en España nos hemos hartado tanto del panorama político, con las gastadas consignas y fatuas promesas del gobierno y de la oposición, que apartamos la mirada y la enfocamos en otros asuntos. Por eso, España es un país en el que predomina la imagen de Belén Esteban en los canales de televisión y en las tertulias digitales por encima del presidente o de cualquier ministro. En eso han convertido el panorama político: en un circo que nos repugna y del que nos alejamos asqueados.
Por estas y otras razones, porque soy uno de esos que no saben a qué atenerse y que andan despistados, picoteo de aquí y de allá, y entre otras razones anoto lo que en su blog, y acerca de la huelga, escribe Antonio Muñoz Molina, una de esas voces a las que a menudo debemos prestar atención: “No me parece oportuna, no creo que vaya a servir para nada. O quizás sirva para mostrar la desconexión entre las cúpulas sindicales y la gente trabajadora”. O la figura lúcida de Peridis, quien publicó una viñeta en la que Cándido Méndez dice: “Ya sabemos que no sirve para nada pero lo exige el guión”. Zapatero responde: “Haced huelga pero que no se note. ¡Que no haya vencedores ni vencidos y a ser posible que sea incolora, inodora e insípida!”. Y Cándido replica: “Confórmate con que sea indolora, ¡compañero!”: Por otra parte, Zapatero se merece que le planten cara. Si alguien me preguntara de qué lado estoy pese a transitar por esa zona de sentimientos encontrados, le diría que estoy junto a los parados y junto a los trabajadores. Los demás son los que tratan de manejar los hilos.
El Adelanto de Zamora / El Norte de Castilla
Me interesa lo que opinen los cabecillas de la cultura de este país, y sin embargo observo un patinazo en una de sus últimas declaraciones colectivas, por así decirlo: “Que quede claro: no es una huelga contra el gobierno”. Como si quisieran decir: “Ni contigo ni sin ti”, un quiero y no puedo lamentable. Si no es contra el gobierno, ¿contra quién es? Esa actitud preventiva recuerda un poco a la de los boxeadores: primero entrechocan la mano y luego, tras darse de hostias, se abrazan. Sólo que esto no es un ring ni es un deporte: es la vida real, es la calle y es la política. En este terreno resbaladizo en el que nos encontramos unos cuantos, por no decir demasiados, no hay una visión clara de lo que supone esta huelga y de todo el lío de los sindicatos: en parte, porque en España nos hemos hartado tanto del panorama político, con las gastadas consignas y fatuas promesas del gobierno y de la oposición, que apartamos la mirada y la enfocamos en otros asuntos. Por eso, España es un país en el que predomina la imagen de Belén Esteban en los canales de televisión y en las tertulias digitales por encima del presidente o de cualquier ministro. En eso han convertido el panorama político: en un circo que nos repugna y del que nos alejamos asqueados.
Por estas y otras razones, porque soy uno de esos que no saben a qué atenerse y que andan despistados, picoteo de aquí y de allá, y entre otras razones anoto lo que en su blog, y acerca de la huelga, escribe Antonio Muñoz Molina, una de esas voces a las que a menudo debemos prestar atención: “No me parece oportuna, no creo que vaya a servir para nada. O quizás sirva para mostrar la desconexión entre las cúpulas sindicales y la gente trabajadora”. O la figura lúcida de Peridis, quien publicó una viñeta en la que Cándido Méndez dice: “Ya sabemos que no sirve para nada pero lo exige el guión”. Zapatero responde: “Haced huelga pero que no se note. ¡Que no haya vencedores ni vencidos y a ser posible que sea incolora, inodora e insípida!”. Y Cándido replica: “Confórmate con que sea indolora, ¡compañero!”: Por otra parte, Zapatero se merece que le planten cara. Si alguien me preguntara de qué lado estoy pese a transitar por esa zona de sentimientos encontrados, le diría que estoy junto a los parados y junto a los trabajadores. Los demás son los que tratan de manejar los hilos.
El Adelanto de Zamora / El Norte de Castilla
Necesidad
cuando las ramas de los árboles son barrotes
y los granos de maíz cuentas de un rosario
yo necesito amor
cuando la aventura se vuelve conquista
y los imperios se empiezan por el tejado
y el hombre agoniza
yo necesito amor
David González, La carretera roja
y los granos de maíz cuentas de un rosario
yo necesito amor
cuando la aventura se vuelve conquista
y los imperios se empiezan por el tejado
y el hombre agoniza
yo necesito amor
David González, La carretera roja
Solo ante el peligro
martes, septiembre 28, 2010
Tala, de Thomas Bernhard
Una invitación a una “cena artística” a la que en realidad no desea presentarse, justo el día en que acaba de asistir al entierro de una antigua amiga que se suicidó, le sirve al narrador para acometer contra la burguesía de Viena, contra la sociedad, contra los artistas que se venden al Estado, contra quienes no tienen horizontes, contra sus viejos amigos y contra sus nuevos enemigos. Bernhard reparte estopa y el lector goza con su humor que lo aniquila todo y con sus invectivas y con esa prosa que parece una partitura llena de reflexiones y de circunloquios. Thomas Bernhard es uno de los autores con los que más disfruto:
Creemos que tenemos veinte años y actuamos en consecuencia, y en realidad tenemos más de cincuenta y estamos totalmente agotados, pensaba, nos tratamos como a los veinte años y nos echamos a perder y tratamos también con todos los demás como si tuviéramos veinte años, pero tenemos cincuenta y, en realidad, no soportamos ya nada, y nos olvidamos también de que tenemos un padecimiento, varios, muchos padecimientos juntos, lo que se llama enfermedades mortales, con las que tenemos que existir ya desde hace muchísimo tiempo, de lo que, sin embargo, hacemos caso omiso y lo que no consideramos cierto en absoluto durante muchísimo tiempo, mientras que, sin embargo, están ahí, continuamente, durante toda la vida y un día nos matan, efectivamente, nos tratamos como si tuviéramos aún las fuerzas que teníamos hace treinta años, mientras que ni siquiera tenemos una fracción de esas fuerzas de hace treinta años, no tenemos ya nada de esas fuerzas, pensaba en mi sillón de orejas.
[Traducción de Miguel Sáenz]
Próximamente: Homicidio
En el volumen que publicó Errata Naturae sobre la serie The Wire se mencionaban a menudo los dos libros que sobre las calles había escrito el guionista David Simon. Pues bien: Principal de los Libros, sello que pertenece a Ático de los Libros, abre colección y publica uno de ellos. Saldrá en octubre y se titula Homicidio, con prólogo de Richard Price, otro gran escritor y guionista, del que vuelvo a recomendar Clockers y La vida fácil. Otra de esas noticias que nos alegran el día.
Primer trailer de True Grit
Recordemos que es la nueva película de los Coen, con Jeff Bridges, Matt Damon y Josh Brolin. Basada en la misma novela en la que se basó Valor de ley, con John Wayne. Trailer: aquí.
El primer número
Por fin alguien me ha traído el primer número del diario El Adelanto de Zamora. Lo he escaneado como he podido, teniendo en cuenta lo difícil que resulta escanear un periódico. Sólo colgaré éste de muestra. Siempre incluirá una foto, además de la de mi careto. Mis artículos saldrán, como ya dije, los miércoles y los jueves (dichos textos seguiré poniéndolos en este blog, ya que en la web aún no aparecen). Me ha alegrado encontrar en este número a un montón de nombres para mí conocidos, ya sea como redactores, ya como columnistas, gente con la que me he cruzado o con la que antaño he compartido página o con la que mantengo amistad o, en definitiva, a la que conozco personalmente: Joan Gonper, Jesús Losada, Maite Barrio, Antonio Civantos, José Antonio Pascual, Alberto Ferreras, Juan Dársena (pseudónimo bajo el que se oculta un colega)... Dirige Alberto López.
Debilidad de los músculos
Los muertos
aunque nos cueste imaginarlo
se acuerdan de nosotros a diario.
Siguen nuestros pasos,
esperan con los brazos cruzados
a que cumplamos las promesas
y a pesar de que nunca llegamos a hacerlo
siguen caminando a nuestro lado.
Saben que tras la muerte
los músculos se debilitan.
No quieren que caigamos,
bastante hemos tenido ya con el ridículo
que siempre supone llorar en público.
Los muertos nos sujetan
como sujeta un pisapapeles
la ingravidez de un papel
frente a una inesperada ráfaga de viento,
de hecho si estoy aún de pie
es gracias a ellos.
Sonia Fides, de su blog Mademoiselle joue avec son revolver
aunque nos cueste imaginarlo
se acuerdan de nosotros a diario.
Siguen nuestros pasos,
esperan con los brazos cruzados
a que cumplamos las promesas
y a pesar de que nunca llegamos a hacerlo
siguen caminando a nuestro lado.
Saben que tras la muerte
los músculos se debilitan.
No quieren que caigamos,
bastante hemos tenido ya con el ridículo
que siempre supone llorar en público.
Los muertos nos sujetan
como sujeta un pisapapeles
la ingravidez de un papel
frente a una inesperada ráfaga de viento,
de hecho si estoy aún de pie
es gracias a ellos.
Sonia Fides, de su blog Mademoiselle joue avec son revolver
lunes, septiembre 27, 2010
Leviatán o la ballena, de Philip Hoare
RAZONES PARA LEER ESTE LIBRO:
1. Porque Philip Hoare ha escrito una obra a la manera de Claudio Magris y W. G. Sebald, entrelazando historia, autobiografía, ensayo, fotografía, dibujo y, sobre todo, pasión por lo literario. Pues las ballenas son muy literarias, como demuestran las continuas alusiones del autor a Moby Dick.
2. Porque, con dicho título, obtuvo el Premio BBC Samuel Johnson al Mejor Libro de No Ficción. Lo merece porque su trabajo es encomiable.
3. Porque Hoare escribe sobre la historia de las ballenas. Nos cuenta cómo son, las cazas y torturas a las que las sometieron, qué peculiaridades ostenta cada especie, cuánto ha crecido la economía de muchos países porque, de ellas, todo se aprovecha (como con el cerdo): la carne, el semen, el ámbar, las barbas, los huesos, la grasa, los dientes, la piel… Hoare recopila atrocidades y veneraciones, historias de ballenas torturadas por hombres y de hombres tragados por ballenas. Conecta con la literatura que se ha ocupado de ellas y nos trasmite su propia experiencia: aquellos momentos en que vio cetáceos desde un barco y en los que flotó en el agua junto a ellos.
4. Porque estudia a los escritores involucrados en Moby Dick: Herman Melville y su época; Nathaniel Hawthorne, amigo de Melville e inspirador de la carga oscura y simbólica de la novela; Henry David Thoreau, buscador de la placidez de la naturaleza; Thomas Beale, autor de una historia de las ballenas; Ray Bradbury, que escribió el guión de la película adaptada por John Huston; y también habla de George Orwell, Poe, D. H. Lawrence…
5. Porque se sostiene en una documentación abrumadora, una mezcla de datos y experiencia propia.
6. Porque a uno le dan ganas de subirse a un avión y visitar Nueva Inglaterra (EE. UU.), la tierra donde escribieron Melville, Hawthorne, Stephen King…
7. Porque la inmensidad de las ballenas y su misterio es algo inaprensible para el hombre. Y porque Hoare no sólo se limita a hablar de ellas: también hay espacio para las leyendas, para el kraken, la serpiente de mar, los delfines, los calamares… Porque conecta el mar con la libertad y la ballena con la metáfora.
8. Porque está escrito con una prosa que hechiza, y, una vez que lo empiezas, no puedes dejarlo.
[Traducción de Joan Eloi Roca]
Sólo en la muerte…
Sólo en la muerte podía contemplar el hombre las ballenas con tanto detalle; sólo en estos barcos nodriza se veía a los enormes animales como colonias por derecho propio, como auténticas ciudades vivas habitadas por piojos de ballena y tachonadas de percebes que finalmente se desprendían conforme se iban cortando las capas de grasa, sus duros caparazones saltando de la epidermis del cetáceo y cayendo sobre la cubierta con un ruido estrepitoso. El interior de la ballena era hogar de otros parásitos: los gusanos nematodos que colonizan sus entrañas (intestinos que, para asombro de los científicos, desenrollados miden más de cuatrocientos metros): El Hashidate Maru trituraba estos gusanos junto con el resto de la carne. Más preocupantes son los niveles de radiación que tiene la carne de ballena, consecuencia de los artefactos que explotaron en Hiroshima y Nagasaki. Pero para entonces todo hombre, mujer y niño en el planeta estaba absorbiendo estroncio-90 en los huesos a causa de aquellas explosiones, un legado que permanecerá durante generaciones.
En aguas bloqueadas por icebergs, filas apretadas de rorcuales yacen panza arriba como arenques destripados, unos al lado de otros, mientras los pájaros marinos los sobrevuelan como estrellas con plumas. Eran ballenas cautivas, listas para ser procesadas. Una flota factoría puede sacrificar setenta animales al día, utilizando misiles que parecen traídos del futuro, con bridas y alerones diseñados para que exploten en cráneos gigantes. Trescientas sesenta mil ballenas azules murieron de ese modo durante el siglo XX, reduciendo su población a sólo mil individuos. Hacia la década de 1960 la ballena azul estaba, a todos los efectos, extinguida a nivel comercial.
Philip Hoare, Leviatán o la ballena
En aguas bloqueadas por icebergs, filas apretadas de rorcuales yacen panza arriba como arenques destripados, unos al lado de otros, mientras los pájaros marinos los sobrevuelan como estrellas con plumas. Eran ballenas cautivas, listas para ser procesadas. Una flota factoría puede sacrificar setenta animales al día, utilizando misiles que parecen traídos del futuro, con bridas y alerones diseñados para que exploten en cráneos gigantes. Trescientas sesenta mil ballenas azules murieron de ese modo durante el siglo XX, reduciendo su población a sólo mil individuos. Hacia la década de 1960 la ballena azul estaba, a todos los efectos, extinguida a nivel comercial.
Philip Hoare, Leviatán o la ballena
Esta tarde, en Madrid
El Álamo
domingo, septiembre 26, 2010
Muñeca rusa, de Ángel González González
SILENCIO ADMINISTRATIVO
El tiempo te dio la razón.
Desde que nos encerramos
en esta habitación alucinógena
hemos crecido en la dependencia.
Echamos los papeles
atiborrados de preguntas
y aún no han contestado
transcurridos los plazos pertinentes:
Silencio administrativo.
No caben más preguntas…
Ahora, al no oír ruido
pensé que el asedio había acabado
y te sonríes coqueta en la mañana.
Por una parte el cuerpo descansa,
pero por otra, no dejo de pensar
que al fin y al cabo
no somos más que niños,
infantes que andan
tambaleándose de un lado para otro
buscando algo de apoyo
e imaginando el gran estacazo
que nos vamos a meter
cuando las cosas cambien.
sábado, septiembre 25, 2010
Lecturas de verano (y 2)
Segunda parte del texto de Culturamas sobre mis lecturas de relatos durante este verano. Un repaso muy breve a los libros de Jon Bilbao, Marcelo Luján (en la foto), José María Cumbreño y Carlo Padial, sin olvidarme de La Orden del Finnegans.
Granujas a todo ritmo
Es imperdonable que The Blues Brothers fuera titulada de aquella manera en España. Belushi y Aykroyd impusieron una estética a partir de esta divertida película de John Landis. La banda sonora es de las que hacen historia. Y la participación de los músicos en papeles secundarios resulta un lujo: James Brown, Aretha Franklin, Ray Charles... Aconsejo, otra vez, leerse la biografía de John Belushi.
viernes, septiembre 24, 2010
Una mirada a la oscuridad, de Philip K. Dick
Este es el primer párrafo de la novela:
Había un tipo que se pasaba el día quitándose bichos del pelo. El médico le dijo que no tenía bichos en el pelo. Después de estar ocho horas en la ducha, bajo el agua caliente, atormentado por los bichos, salió y se secó, y seguía teniendo bichos en el pelo; de hecho, tenía todo el cuerpo cubierto de bichos. Un mes después tenía bichos en los pulmones.
Podría funcionar a la perfección como un microrrelato. Pero la novela, a partir de entonces, sólo puede subir. Primero nos enteramos de que esos bichos son el resultado de las alucinaciones de un hombre que ha tomado muchas drogas. Luego conocemos al protagonista y a la gente que vive con él. Imaginen que, en Donnie Brasco, pseudónimo que utilizaba el policía Joe Pistone, le encargaran a Pistone vigilar a Brasco. Es decir, a sí mismo. Pues algo parecido ocurre en esta perturbadora novela. Bob Arctor comparte su vida con traficantes y consumidores de droga. En realidad, Bob es Fred, un policía infiltrado para capturar a quienes mueven la mercancía. Entre sus superiores no conocen su identidad porque, ante ellos, siempre lleva un traje que le oculta el rostro. Sus superiores saben que está infiltrado, sin saber quién de esos traficantes es. Un día colocan cámaras en la casa y ordenan a Fred que vigile al que parece más peligroso: Bob Arctor. Y Bob/Fred, que empieza a tener la mente jodida por las drogas, tiene que vigilarse a sí mismo y analizar cintas en las que se ve deambular por la casa, haciendo y diciendo cosas que no recuerda porque estaba demasiado ciego para acordarse. Ahí es cuando arrancan sus problemas de identidad.
Me ha parecido una novela espléndida. Muy entretenida y repleta de paranoias que te obligan a reflexionar sobre el tiempo, la identidad, los reflejos y los laberintos de la mente. Me pregunto por qué he tardado tanto en leerla. En gran parte (y aunque Dick se inventa una trama de policías y drogatas) es autobiográfica, como el autor reconoce en la nota final. Él mismo se mezcló durante un tiempo con camellos y yonquis y pagó un precio muy alto. Muchos de sus amigos de entonces murieron o acabaron con lesiones irreversibles.
[Traducción de Estela Gutiérrez Torres]
Trailer y cartel de Heartless
Philip Ridley, que cuenta sólo con otras dos películas en su filmografía (La piel que brilla y La pasión de Darkly Noon), vuelve a dirigir después de 14 años. Cine fantástico. Promete. Aquí.
No he dejado de buscar
..............................Para Javier Das
Me eché
a andar por la vía.
Un hombre
me llamó la atención.
Le dije
que buscaba a mi padre
(se había muerto,
pero a mí
me daba igual).
Hace cuarenta años de aquello.
No he dejado de buscar.
Karmelo C. Iribarren (Inédito)
Me eché
a andar por la vía.
Un hombre
me llamó la atención.
Le dije
que buscaba a mi padre
(se había muerto,
pero a mí
me daba igual).
Hace cuarenta años de aquello.
No he dejado de buscar.
Karmelo C. Iribarren (Inédito)
Cantando bajo la lluvia
jueves, septiembre 23, 2010
El Adelanto de Zamora
Hoy se inaugura un nuevo periódico en mi ciudad: El Adelanto de Zamora.
Hoy vuelve mi sección de “Escrito en el viento”, casi un año después de mi última columna para la prensa de papel.
Colaboraré 2 veces a la semana, con artículos de opinión: los miércoles y los jueves.
Se trata de una alianza entre Vocento (gestor de Abc y El Norte de Castilla) y Publicaciones Regionales (que mueve El Adelanto de Salamanca) para vender conjuntamente El Adelanto de Zamora y El Norte de Castilla.
Esta tarde se presenta en El Parador, a partir de las 18:00 horas. Yo no podré asistir. Aún no he podido ver el periódico. Según anuncia la invitación de arriba, en breve podremos leerlo en las webs de ambos periódicos. Mientras tanto, cuelgo una cabecera de publicidad que he encontrado por la red. Y en el post de abajo se puede leer mi primer artículo para esta etapa. Esperemos que dure.
Las noticias al respecto se pueden encontrar aquí.
Esa ciudad que es mi origen
Hay algo muy placentero en formar parte de un proyecto nuevo. Algo difícil de definir, enigmático: a la suma de la emoción que nos acarrea todo cuanto nace debemos incorporar los vértigos propios del riesgo, el miedo a que esa criatura que ha nacido pueda expirar tarde o temprano. Podría decirse que dicho asunto, y no otra cosa, es el resumen de la vida, tal vez su sentido. Sin la amenaza del riesgo, sin la incertidumbre del azar, nuestra existencia sería demasiado aburrida, como la de los inmortales de la ficción. Lo interesante es mantener el equilibrio de esas emociones para no volvernos locos. Me embarco en este diario con el júbilo de quienes se adentran en la espesura de las tierras vírgenes, sin saber qué les deparará el próximo amanecer. Con este proyecto se abre una senda insólita en mi ciudad. Y esperemos que perdure.
Hablando de ciudades… En los últimos meses he leído con frecuencia a Thomas Bernhard, autor al que llego tarde aunque en el fondo no importe: cada lectura tiene su momento; si lo hubiera leído quince o veinte años atrás quizá lo hubiera detestado. Escribió Bernhard, en uno de sus relatos autobiográficos, esta frase que hoy, aquí, hago mía: “Porque todo lo que hay en mí está a merced de esa ciudad que es mi origen”. No requiere ninguna explicación. Pero voy a darla: Bernhard pensaba que, ames u odies tu ciudad natal, no puedes sustraerte a su influencia, a su contexto, a su sentido. La ciudad como patria y como germen de lo que somos. Uno se debe a su ciudad porque casi todo lo que uno es deriva de ella, le debe su formación, sus orígenes, las calles que paseó y las tabernas que pudo frecuentar y las personas del entorno: amigos, familiares y conocidos. Esa ciudad es Zamora, en mi caso. El lugar donde están mis orígenes. Que viva lejos no significa que la haya olvidado. Que mi nombre apenas se asociara a esta provincia desde hace un año casi exacto no significa nada: sigo pendiente de lo que ocurre, sigo vigilando, quizá menos de lo que debiera; y la visito una o dos veces al mes. Entro en la ciudad con el crepúsculo y me dedico a observar, a recorrer sus aceras limpias. Volver a mi lugar de origen en este vehículo apasionante que es la prensa supone para mí una especie de fiesta, un regocijo.
Desde la distancia, junto a otros camaradas zamoranos que emigraron por diversos motivos, observo el modo en que Zamora florece, aunque sea despacio, aunque sea mediante pasos cortos. Florece despacio y con firmeza. Que nazca un periódico en estos tiempos convulsos, de crisis económica y de crisis anímica, de revoluciones tecnológicas que nos sitúan ante un futuro demasiado incierto y demasiado insondable, es sólo una prueba de ello: la ciudad, pese a los golpes que recibe, avanza. Vuelvo un año después con mi sección. Un año más viejo, más veterano y con varias lecciones aprendidas y numerosos palos en la espalda, que me han dejado la memoria mancillada de verdugones y un currículum vital con más cicatrices. No importa. Lo que importa es la resistencia. La lucha. Como dijo Indiana Jones para escarnio de sus enemigos: “Soy como un penique falso: siempre reaparezco”. Reaparezco, por tanto, en las páginas de opinión de este periódico, y lo haré dos veces por semana: los miércoles y los jueves. Esa, de momento, será la periodicidad de mis colaboraciones. Y ya estoy deseando hacer algo que, en la distancia, aún no puedo hacer: abrir este periódico y notar el crujido de sus páginas entre los dedos y el aroma de las hojas en la nariz. Aunque la revolución tecnológica traiga cambios, no deberíamos olvidarnos de la prensa de papel.
El Adelanto de Zamora / El Norte de Castilla
Hablando de ciudades… En los últimos meses he leído con frecuencia a Thomas Bernhard, autor al que llego tarde aunque en el fondo no importe: cada lectura tiene su momento; si lo hubiera leído quince o veinte años atrás quizá lo hubiera detestado. Escribió Bernhard, en uno de sus relatos autobiográficos, esta frase que hoy, aquí, hago mía: “Porque todo lo que hay en mí está a merced de esa ciudad que es mi origen”. No requiere ninguna explicación. Pero voy a darla: Bernhard pensaba que, ames u odies tu ciudad natal, no puedes sustraerte a su influencia, a su contexto, a su sentido. La ciudad como patria y como germen de lo que somos. Uno se debe a su ciudad porque casi todo lo que uno es deriva de ella, le debe su formación, sus orígenes, las calles que paseó y las tabernas que pudo frecuentar y las personas del entorno: amigos, familiares y conocidos. Esa ciudad es Zamora, en mi caso. El lugar donde están mis orígenes. Que viva lejos no significa que la haya olvidado. Que mi nombre apenas se asociara a esta provincia desde hace un año casi exacto no significa nada: sigo pendiente de lo que ocurre, sigo vigilando, quizá menos de lo que debiera; y la visito una o dos veces al mes. Entro en la ciudad con el crepúsculo y me dedico a observar, a recorrer sus aceras limpias. Volver a mi lugar de origen en este vehículo apasionante que es la prensa supone para mí una especie de fiesta, un regocijo.
Desde la distancia, junto a otros camaradas zamoranos que emigraron por diversos motivos, observo el modo en que Zamora florece, aunque sea despacio, aunque sea mediante pasos cortos. Florece despacio y con firmeza. Que nazca un periódico en estos tiempos convulsos, de crisis económica y de crisis anímica, de revoluciones tecnológicas que nos sitúan ante un futuro demasiado incierto y demasiado insondable, es sólo una prueba de ello: la ciudad, pese a los golpes que recibe, avanza. Vuelvo un año después con mi sección. Un año más viejo, más veterano y con varias lecciones aprendidas y numerosos palos en la espalda, que me han dejado la memoria mancillada de verdugones y un currículum vital con más cicatrices. No importa. Lo que importa es la resistencia. La lucha. Como dijo Indiana Jones para escarnio de sus enemigos: “Soy como un penique falso: siempre reaparezco”. Reaparezco, por tanto, en las páginas de opinión de este periódico, y lo haré dos veces por semana: los miércoles y los jueves. Esa, de momento, será la periodicidad de mis colaboraciones. Y ya estoy deseando hacer algo que, en la distancia, aún no puedo hacer: abrir este periódico y notar el crujido de sus páginas entre los dedos y el aroma de las hojas en la nariz. Aunque la revolución tecnológica traiga cambios, no deberíamos olvidarnos de la prensa de papel.
El Adelanto de Zamora / El Norte de Castilla
Pic: primeras páginas
Ediciones Escalera publicará pronto Pic, una de las novelas de Jack Kerouac que aún permanecen inéditas en España. En El Mundo se puede leer la noticia y acceder a las primeras páginas.
Indiana Jones y el templo maldito
Nunca se me olvida la temporada en que se estrenó esta película en España. Primero, porque era la primera que se estrenaba en uno de nuestros cines y, para mí, Indiana Jones es sagrado; segundo, porque mi abuelo tenía reciente el disparo en el tobillo de un atracador nocturno que se fue con las manos vacías. El cartel es una maravilla. Hubo muchos modelos distintos y éste es el español.
miércoles, septiembre 22, 2010
El americano
Anton Corbijn hizo un buen trabajo en la película Control. Aunque El americano parezca algo ya de sobra conocido (el sicario que se plantea cambiar de vida), es en las formas donde Corbijn dota a su filme de personalidad: esas tomas de George Clooney en solitario, ese ritmo lento, esas vistas desde el aire en plan western, esas elipsis que nos obligan a imaginar lo que habrá pasado… El propio director dice que su influencia han sido los westerns de Sergio Leone (hay una referencia clara cuando Clooney está en un bareto y en la tele ponen Hasta que llegó su hora). Pero yo encuentro más conexiones con un título mítico del cine francés: El silencio de un hombre, que protagonizaba Alain Delon. Corbijn, junto al buen oficio de Clooney, ha hecho una película sobre la soledad del asesino, sobre la culpa y el pecado, sobre el miedo a que la muerte te encuentre en una esquina. Anoto lo que dijo el afamado crítico Roger Ebert: Esta es una película apasionante, con la concentración de un drama japonés. No está mal. Aunque no tiene el nivel de Control.
Por qué se pelearon los dos Ivanes, de Nikolái Gógol
Siempre es placentero leer a Nikolái Gógol. Recuerdo mi lectura en la infancia de la novela Tarás Bulba, y la adaptación al cine que protagonizó Yul Brynner. Relatos como La nariz y El capote me parecen extraordinarios. Por qué se pelearon los dos Ivanes es el primer título de la colección “Breves del Ático”, que Ático de los Libros acaba de poner en marcha. Este relato demuestra cómo incluso los mejores amigos del mundo pueden acabar convertidos en enemigos acérrimos sólo por una chorrada. Y es que así empiezan numerosas discusiones: por una tontería que crece y crece y deviene en odio. Se agradece el humor de Gógol, que se troca en amargura hacia el final. Dos viejos gruñones, pero en ruso.
[Traducción de Diana Petrova]
Esta noche, en Valencia
Mogambo
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