Destacan en la primera película de Tom Ford: su puesta en escena, con un cuidado absoluto por la estética de los años 60, con una atención casi obsesiva al detalle; y, por supuesto, la notable labor de Colin Firth, quizá en su mejor papel. Basada en la novela de Christopher Isherwood, cuenta la historia de un hombre que trata de superar la pérdida de su amante, Jim (Matthew Goode), y de su amistad con Charley (Julianne Moore: me apasiona como mujer y como actriz). En la película se habla de los homosexuales, en aquella época, como seres invisibles. Y, es curioso, pero algo en el aspecto de Colin Firth (gafas de pasta, traje y corbata, cabello hacia atrás) en el filme me recuerda a los hombres del cómic de los 60, cuando deambulaban de civiles por las viñetas. Me pregunto si es casualidad o está hecho a propósito. Aunque en el cine, y sobre todo en el cine norteamericano, nada se deja al azar.
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