Hasta ahora no había leído a Budd Schulberg (de quien tengo en casa 3 de sus libros en Acantilado), que ganó un Oscar por el guión de La ley del silencio, obra maestra de Elia Kazan que ningún cinéfilo debería perderse.
¿Por qué corre Sammy? es una novelaza que recoge en clave de ficción sus tiempos como guionista en Hollywood. Son los años 30. El narrador conoce a un joven inquieto y astuto, Sammy Glick: se trata de un trepa, alguien que continuamente utiliza a los demás para escalar posiciones en su beneficio y después darles la patada. He conocido a unos cuantos y el retrato que elabora Schulberg es certero e implacable. El narrador, Al Manheim, conoce a Sammy en la redacción de un periódico en el que trabaja y al que el muchacho accede como chico de los recados. Pronto los dos acabarán en Hollywood. Pero, mientras Al se conforma con lo que tiene y va a lo suyo, tratando de labrarse una carrera modesta como escritor y guionista, Glick dará los pasos adecuados, siempre a toda prisa, para convertirse en uno de los grandes magnates del mundillo.
A lo largo de 360 páginas Schulberg se adentra en todos los pormenores de la industria: las condenas que sufren esos guionistas a los que pagan para que no hagan nada hasta que ellos mismos se consumen, las fiestas de los productores, los amoríos y las estrategias para escalar posiciones y para vender una película… Los diálogos son espléndidos, la narración también y uno avanza absorto por sus páginas. Una de las novelas que mejor captura el ambiente de Hollywood. Joya. Unos fragmentos:
-[…] Decidí mantenerme alejada de los sidecares. ¿Alguna vez te has planteado cuál es la diferencia entre las palabras soltera y soltero? Resulta bastante significativo que soltera lleve asociadas las ideas de soledad, frustración y tristeza. En cambio un soltero siempre es algo glamouroso, ¿no crees que la palabra misma al pronunciarla ya sugiere aventura y libertad? Así que decidí vivir como un soltero.
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Hizo una pausa y apuró su copa con calma.
-Si eso te parece demasiado inmoral, tú haz como que estoy muy borracha, lo cual probablemente sea cierto.
-A mí me parece la mar de moral –dije yo.
-Eso creo yo –dijo ella–. Aunque desde luego no es el estilo de la Oficina Hays. Pero bajo el sombrero de la moralidad organizada acecha una mente muy sucia.
Una vez más fuimos adentro en peregrinación para servirnos un par de copas más, y luego salimos de nuevo al porche.
[Acantilado. Traducción de J. Martín Lloret]
