viernes, junio 21, 2024

Después de Claude, de Iris Owens

 

Iris Owens es un “descubrimiento” fabuloso. Entrecomillo porque aquí no la conocíamos y ella murió en 2008 y este libro es de los años 70. Lo primero que me sorprendió, porque lo ignoraba, es que fue amante de Alexander Trocchi (el famoso escritor yonqui que publicó El libro de Caín y La insurrección invisible de un millón de mentes).

Owens escribió esta novela con ese pulso ácido, lleno de observaciones con sorna y mala leche, que podemos encontrar también en Dorothy Parker, Nora Ephron o Fran Lebowitz… pero yo juraría, puede ser que porque tengo recienta la lectura, que Iris Owens es más cañera que ellas. La novela que nos ocupa no es un libro de trama o argumento, es más bien una historia sobre personajes, casi como una obra de teatro que transcurre en apenas dos o tres habitaciones. A la protagonista, Harriet, la abandona su novio francés, harto de ella y de sus suspicacias y de sus observaciones brutales. Mejor dicho: la invita a irse de su piso. Veremos también a Harriet hablar con una vecina y con una amiga. No traga a ninguna de ellas. En realidad tampoco a su novio. Pero se niega a ser abandonada, quizá por el miedo a la soledad. También asistirá a una cena en parejas en la que detesta a los comensales. Casi en cada línea, y por supuesto en cada réplica, la narradora las mete dobladas. Juro que os reiréis.

Hacia la mitad de la novela se traslada al Hotel Chelsea, donde el libro da un vuelco porque conoce a unos cuantos hippies (o algo parecido) cuyo segundo líder (el otro permanece en un refugio, como un Charles Manson en la sombra) tiene el magnetismo suficiente para engatusarla, igual que ha hecho con otras jóvenes que parecen formar parte de una secta. Repito: un gran descubrimiento.



[Muñeca Infinita. Traducción de Regina López Muñoz]