lunes, noviembre 02, 2020

El precio del triunfo, de Ota Pavel

 

 

Quien haya leído los anteriores libros que, de Ota Pavel, publicaron en Sajalín (Cómo llegué a conocer a los peces y Carpas para la Wehrmacht), sabrá que no puede perderse El precio del triunfo, compendio de relatos sobre deportistas checos que existieron en realidad. Incluso aunque el deporte no le interese mucho, como me sucede a mí: aquel gran autor, nacido en Praga en 1930 y fallecido en la misma ciudad en 1973, logró transformar la épica de los atletas en pequeñas gestas sobre la humanidad. Porque en cada una de estas historias consigue sacar el jugo necesario para hablarnos del éxito y del fracaso, de la memoria y del olvido, del miedo y del afán de superación, de las consecuencias de envejecer o de lastimarse durante una competición…

Los grandes, como Ota Pavel o Thom Jones en la literatura, como John Huston o Martin Scorsese en el cine, logran que te entusiasmen sus narraciones deportivas porque las transforman en caminos personalísimos sobre el dolor, el pánico al fracaso y la incertidumbre. Ota Pavel se había especializado en artículos deportivos y de aquel material extrajo la esencia de estos cuentos sobre ciclistas, esquiadores, corredores, futbolistas, jugadores de hockey… Algunos tan célebres y tan recordados hoy como Emil Zátopek, protagonista del relato “Cómo corrió aquella vez Zátopek”, que constituye el mejor ejemplo de la sutileza y el arte de saber contar de Ota Pavel, quien al final de la historia nos acerca a la conciencia de quienes saben que lo mejor es retirarse a tiempo: Pronto se hizo también a la idea de que sus récords serían superados. En realidad, la grandeza de un récord debe medirse siempre en el contexto de la época en la que se consiguió.

Algunos de los relatos parten de un hecho crucial y definitivo en las vidas de esos deportistas y tiran del hilo hacia atrás, insertando recuerdos sobre sus competiciones. Por ejemplo “El último partido de František Kloz”, donde el jugador del mismo nombre acaba de recibir un tiro en la pierna y sabe que debe decidir entre la amputación de la misma o arriesgarse a morir. En otras ocasiones el entorno deportivo le sirve para hablarnos de la reconciliación y de la lejanía entre los familiares, como en el caso del titulado “Hermanos”. Y a veces logra que sintamos el mismo temor que la gimnasta Eva Bosáková, aterrorizada porque necesita hacer el “Salto mortal hacia atrás” (título del texto) que le permita ganar el campeonato del mundo, pero teme perder el control de su cuerpo y desnucarse.

Son algunos ejemplos de este libro de relatos maravillosos, a menudo conmovedores, a ratos amargos y siempre estimulantes. Veamos un pasaje del cuento “El ciclista maldito”:

Al final lo traicionó el don que le había sido concedido: sus poderosas piernas y sus pulmones de siete litros.
En las piernas aparecieron las primeras varices y en los pulmones –justo antes de partir para correr la Vuelta a Egipto– una gran mancha marrón.
Y después todo fue más para llorar que para reír. Le pusieron inyecciones, le dieron mil pastillas, pero no fueron capaces de determinar de qué enfermedad se trataba. Al principio pensaron que tuberculosis, después que hongos, después no sé qué otra cosa. Iban transcurriendo los años y él se pasaba en la cama veinte horas al día. Seguían sin saber qué era y aún hoy anda por ahí con esa mancha dentro de su enorme pecho. Seguramente será un pequeño balón de fútbol marrón que se cayó allí cuando en la mili lo obligaban a jugar a ese deporte. No pudieron saber qué era porque era un ciclista maldito.



[Sajalín Editores. Traducción de Eduardo Fernández Couceiro]