miércoles, marzo 20, 2019

Tristram Shandy, de Laurence Sterne


Ésta es una obra mayúscula, un clásico poco leído aunque muy citado, que compré en 2006 y que ha estado criando polvo desde entonces en mi biblioteca, hasta que por fin me he decidido a leerlo. Con clara influencia de Cervantes, es un libro que rompe numerosas reglas y de ahí la mitad de su encanto. La otra mitad es, claro, la prosa: una prosa juguetona, con un vocabulario para quitarse el sombrero, repleta de travesuras con las palabras, de digresiones y de interpelaciones al lector. Y no podemos olvidar las notas: la traducción y dichas notas son de Javier Marías, y el trabajo de documentación que llevó a cabo, y el rastreo de nombres, citas, fechas y alusiones no tiene parangón en la literatura española.

El título completo del volumen es La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy, seguido de Los sermones de Mr. Yorick (como especie de apéndice final que, para mí, poco aporta al resto). El narrador cuenta su vida según se le antoja, saltando de aquí para allá, con la particularidad de que los primeros volúmenes tratan del día de su nacimiento, y sobre todo de lo que ocurre antes del momento en que nace. Tristram, como decimos, rompe las reglas: arranca páginas a su manuscrito o las deja negras o en blanco, introduce capítulos sin palabras, incluye guiones y dobles guiones como si fueran pausas de lectura, mete el prefacio en el volumen III… Al final es todo lúdico, un juego, un despliegue de burlas, pues en realidad no nos cuenta tanto de su vida, sino que el marco narrativo le sirve para ejecutar digresiones, arte en el que se puede ser un maestro (como demuestra Sterne de continuo). Son nueve volúmenes que no se supo si iban a tener continuación o no porque el autor se murió, aunque el final me parece un broche perfecto (fuera o no el elegido por Sterne).

Es una obra de cuya lectura sólo disfrutarán los verdaderos gourmets de la literatura, los que (como yo mismo) disfrutamos con Ulises, Don Quijote, La broma infinita, El ángel que nos mira… Libros en los que el argumento es lo de menos. Donde lo que importa es el placer de narrar, de retorcer las frases, de jugar con las estructuras, de volver loco al lector. Yo la he ido alternando con otras lecturas a lo largo de un mes para no fatigarme, ya que, cuando apenas hay narración, o un hilo conductor que nos guíe de A a B, uno puede llegar a cansarse. Aunque el humor socarrón que gasta Laurence Sterne logra que nos divirtamos a menudo. Dice Javier Marías al principio que uno debería saltarse las abundantes y a veces extensísimas notas si quiere lograr fluidez de lectura y falta de interrupciones, pero yo no le he hecho caso y me las he leído, y desde luego que aportan sabiduría y conocimiento. Aquí van unos fragmentos (he procurado respetar los espacios y los guiones que coloca el narrador):

Debe usted tener un poco de paciencia. He acometido la empresa, ya lo ve usted, de escribir no sólo mi vida, sino también mis opiniones, con la esperanza y el deseo de que su conocimiento de mi carácter y de la clase de mortal que soy por medio de lo uno le predispondría mejor para lo otro. A medida que prosiga usted en mi compañía, el ligero trato que ahora se está iniciando entre nosotros se convertirá en familiaridad; y ésta, a menos que uno de los dos falle, acabará en amistad.

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Este mes tengo un año más de los que tenía hace exactamente doce meses; y yendo ya, como ven ustedes, casi por la mitad del cuarto volumen, ⸺y no habiendo pasado, sin embargo, del primer día de mi vida, ⸺resulta bien patente que ahora tengo trescientos sesenta y cuatro días más de vida que contar⸺⸺que cuando empecé a escribir mi obra; de tal modo que, en lugar de haber ido avanzando en mi tarea a medida que la iba haciendo, como un escritor normal y corriente, ⸺lo que he hecho, por el contrario, ha sido retroceder: exactamente⸺(suponiendo que todos los días de mi vida hayan sido tan ajetreados como éste:⸺¿y por qué no suponerlo?,⸺y que los sucesos y opiniones de cada uno de ellos hubieren de ocupar tanto espacio como los de éste:⸺¿y por qué razón habría de abreviarlos?) el equivalente a trescientas sesenta y cuatro veces tres volúmenes y medio.⸺Y como, por otra parte, a este paso viviré 364 veces más aprisa de lo que escribo,⸺de todo ello se desprende, con el permiso de sus señorías, que cuanto más escriba más tendré que escribir,⸺y consecuentemente, que cuanto más lean sus señorías más tendrán sus señorías que leer.

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¿Qué es la vida humana? ¿No es acaso un continuo vaivén de un lado a otro?⸺⸺¿De un pesar a otro?⸺⸺¿No consiste acaso en ir clausurando dolores⸺⸺para inaugurar otros al siguiente instante?



[Alfaguara. Traducción de Javier Marías]