martes, enero 29, 2019

El adulto, de Gillian Flynn


Habréis leído el inicio de este relato en todas las reseñas que circulan por la web, pero yo no voy a ser menos y también lo voy a poner porque me parece uno de esos arranques en los que el lector ya queda, por lo menos, intrigado:

No dejé de hacer pajas porque no se me diera bien. Dejé de hacer pajas porque era la que mejor las hacía.
Durante tres años, hice las mejores pajas en el área de los tres estados. La clave está en no pensar demasiado. Si empiezas a preocuparte por cuestiones técnicas, si te paras a analizar el ritmo y la presión, pierdes la naturaleza esencial del acto. Tienes que prepararte mentalmente de antemano y luego dejar de pensar, confiar en tu cuerpo y dejar que se haga cargo.
Básicamente, es como un buen swing de golf.
Me dedicaba a cascársela a los tíos seis días a la semana, ocho horas al día con una pausa para el almuerzo, y siempre tenía la agenda completa. Me tomaba dos semanas de vacaciones al año y nunca trabajaba en esas fechas, porque las pajas vacacionales son tristes para todos los implicados. En poco más de tres años, calculo que eso vienen a ser unas 23.546 pajas. De modo que no le hagáis caso a la guarra de Shardelle cuando dice que lo dejé porque no tenía talento.
Lo dejé porque cuando has hecho 23.546 pajas en un periodo de poco más de tres años, el síndrome del túnel carpiano pasa a ser un problema muy real.


Contundente, ¿no? De Gillian Flynn sólo he leído Perdida (y este relato que ahora publica Reservoir Books), pero sus narraciones enganchan en seguida. El adulto es un relato corto que escribió por encargo de George R. R. Martin para su antología Canallas (que también está publicado en castellano, aunque cuenta con un traductor distinto). El adulto lo traduce Óscar Palmer, que además es el editor de Es Pop Ediciones y que para mí es una garantía de calidad, haga lo que haga. Supongo que es un cuento que gustó tanto que decidieron publicarlo de manera aislada, con ilustraciones, y con otro título (en Canallas se titula de otra forma: "¿A qué te dedicas?", si mal no recuerdo). Lo maravilloso del relato, para mí, es que va saltando de género en género hasta su conclusión: a ratos parece realismo sucio, a ratos historia de fantasmas, al rato parece de terror psicológico… Y deja en el lector cierto poso, al final, que a mí particularmente me recuerda a uno de los episodios de la película En los límites de la realidad. Pero no voy a desvelar más.


[Reservoir Books. Traducción de Óscar Palmer]