jueves, marzo 30, 2017

Homoconejo, de Alfonso García-Villalba


Sí que soy consciente, en cambio, de su interés por la forma en que cuadriculo la realidad. Claro. Para una mejor comprensión de la realidad ésta debe cuadricularse, siempre pienso eso. La cuadrícula –foto, pantalla, libro– facilita la comunicación porque concentra el mensaje en un punto y desecha lo irrelevante, lo que está fuera. Esto funciona también, evidentemente, con esas imágenes que parecen sueños borrosos en las ventanas de los vagones de tren, metáforas muertas sobre cristal.

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A decir verdad, es frecuente que la trayectoria que va de la vigilia al sueño se vuelva complicada. Mi padre describía tales dificultades para desconectar aquí y sintonizar en el otro lado y precisaba que, cuando por fin lo conseguía, todas las imágenes que veía eran extrañas, como si los distintos niveles de realidad se superpusieran para generar una imagen nebulosa y deforme que se proyectaba en el sueño como si se tratara de una película.

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En una pantalla consigo ver imágenes de una película de serie B. Después aparecen libélulas copulando, libélulas que devoran la cabeza de alguna otra libélula muerta. Un montaje imposible, mezcla de delirio científico y documental de insectos diminutos. Un helicóptero parece convertirse en libélula en la pantalla y la cabina del aparato se transforma en una cabeza con mandíbula dentada. Sus ojos compuestos parecen vibrar con el movimiento de las hélices. El aire huele a tierra y en la pantalla se suceden las imágenes: topos muertos, conejos triturados con tierra y raíces muertas, máquinas excavadoras que se mueven como artrópodos en un montaje frenético y convulso, bloques de hormigón prefabricados que se sitúan de forma calculada en la posición que les corresponde en una estructura a todas luces laberíntica, piernas ensangrentadas de mujer, piernas de mujeres bailando, sandalias, tacones de aguja, raíces, peces, caballitos de mar en una sucesión aleatoria y frenética de imágenes que se conecta al ritmo de la música y que se clava en mis ojos como agujas.


[e.d.a. libros]