viernes, mayo 10, 2013

El niño perdido, de Thomas Wolfe


Siempre me había dado pereza leer un libro de Thomas Wolfe porque, por lo general, es célebre por sus tochos. Pero en Periférica publicaron, hace tiempo, dos novelas cortas y he decidido empezar por ahí. Todo lo que puedo decir es que El niño perdido es breve, poética y magistral, una evocación del hermano muerto a través de las voces de varios narradores. Espero leer pronto Una puerta que nunca encontré. Hasta entonces, os dejo con algunos extractos de esta maravilla:

Y cuánto tiempo ha pasado desde entonces…
Y ahora encuentro una foto y todo vuelve a mi mente. La hostería, Saint Louis, la Exposición Universal… Y todo tal y como ha sido siempre, como si hubiera ocurrido ayer…
Y todos nosotros hemos crecido y yo tengo cuarenta y seis años…
Y nada ha resultado como esperábamos…
Todas mis esperanzas, mis sueños y mis grandes ambiciones han quedado en nada…

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Me alejé y seguí caminando hasta que encontré el sitio. Y de nuevo, de nuevo, volví a entrar en aquella calle y hallé el lugar donde las dos esquinas se encontraban, la manzana compacta, la torrecilla y los escalones. Me detuve un instante, mirando hacia atrás, como si la calle fuera el Tiempo.
Por un momento esperé que surgiera una palabra, que una puerta se abriera, que se acercara un niño. Esperé, pero no hubo palabras y nadie apareció.

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Le di las gracias y acepté. Subí por las escaleras del porche. Ella abrió la puerta y entré en la casa.
Estaba exactamente igual. Las escaleras, el pasillo, las puertas correderas, la ventana con cristales de colores sobre las escaleras. Y todo era exactamente igual, excepto por la ausencia, la ausencia en la tarde, la luz coloreada de la ausencia en la tarde y el niño sentado allí, esperando en las escaleras.

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Y de nuevo, de nuevo, volví a la calle para hallar el lugar donde las dos esquinas se tocaban y me volví para ver adónde se había ido el Tiempo. Y todo era allí como siempre había sido. Y ya no quedaba nada ni nada volvería nunca. Y todo seguía siendo igual, como si no hubiera cambiado desde entonces, sólo que todo se había perdido y había sido recobrado y capturado para siempre. Y así, al haber encontrado todo, supe que lo había perdido.



[Editorial Periférica. Traducción de Juan Sebastián Cárdenas]