Conducir por cualquier carretera sin excesivas ganas de
llegar a puerto puede ser en sí todo un destino. […] Puede que no todo vaya
bien, quizá las cosas se hayan torcido últimamente más allá de lo deseable,
pero ahí estamos pese a todo, en la brega, contra el viento, sin quedarnos
quietos, con la guantera llena de mapas y música, dejando atrás, como si nada,
los grandes carteles que a cada paso indican encrucijadas y bifurcaciones,
lanzados sin miedo hacia las tormentas que nos esperan y las sombras que
vendrán.
Hey, John, amigo, ya que no voy a despellejarte vivo ni a
aplastarte los sesos con un trozo de roca como me pide el cuerpo, haz el favor
al menos de cuidarla bien. Volverá su tristeza antigua, más tarde o más
temprano, sus miedos de niña, las ganas de llorar. Es muy extraño esto porque
me robas todo y sin embargo no tendrás nada de lo que yo he tenido. Hay tantas
mujeres en una mujer: no sabrás ver a la que yo veía; cuando te refugies en
ella, no apoyarás tu cabeza sobre el mismo corazón. Te llevas otra cosa aunque
viva en su piel, otra mirada, otro aire, algo diferente a lo que yo he perdido.
El amor siempre requiere poner sobre la mesa la idea de
futuro. Y al deseo lo pudre tan pronto como puede, y pide a cambio flores,
masajes en la espalda, reclama paseos con las manos unidas por calles y
vergeles, y toda esa confusión de proyectos, facturas y violines.
A la edad de Sally, a la de él mismo, el amor es un simple no saber, tener de repente miedo a un tren que se va y las horas que vendrán tras su partida, una oscuridad al llegar a casa que se mete en los huesos como niebla. Dudar es ya amar.
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Se quedó pensando en cómo puede la luz irse de alguien, cómo de la noche a la mañana resbala de un ser toda esa belleza que tanto dolía, qué solo se queda un esqueleto a veces.
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Se quedó pensando en cómo puede la luz irse de alguien, cómo de la noche a la mañana resbala de un ser toda esa belleza que tanto dolía, qué solo se queda un esqueleto a veces.