viernes, octubre 26, 2012

A mala vida, de Begoña Paz



EL GRITO

Munch tenía razón.
Hay que dejar
que el arte
se pudra
bajo el sol,
bajo la lluvia,
empaparlo
de sangre
y estiércol,
hay que dejar
que los insectos
defequen
en el mármol,
devoren
los lienzos,
que el arte
vuelva
a la tierra
como
nosotros.
Munch tenía razón.

**

EN LA NOCHE

Cansada de vigilar la máscara, la mujer
se sienta al final del día frente al espejo.
Una a una va quitando las arrugas,
las líneas amargas que cercan la boca,
eleva los párpados, limpia con un paño
húmedo las canas, levanta los pechos,
sacude del cuerpo los kilos de más.

Luego se acuesta en la cama, a llorar.
Se pregunta por qué no viene a acunarla
su madre. Es tan joven, está tan desnuda
y tiene tanto, tanto frío.