No llueve en la memoria de la infancia,
pero hace frío y la sombra
tiene en metros cuadrados
lo que tiene la casa vacía del recuerdo.
No llueve, pero hay truenos
y hay silencio y relámpagos
y una confusa forma de orientarse en las calles,
una extraña manera
de ir de una esquina a otra en el lugar del sueño.
Con lentitud de estanque,
con la fiebre del pez
en el jardín secreto de la noche,
¿quién traduce un relámpago?
¿Quién cuenta sobre el mar
los granos de mostaza
para medir el hueco que va de un sueño a otro,
la densidad de sombra que flota sobre el frío?
Ya no digo mañana ni conjugo el futuro,
ni siembro ya estos campos
ni riego los jardines entre una nieve y otra.
Ya sólo digo ayer, ayer como quien dice
aproximadamente ayer en mi memoria de agua
y en mi garganta opaca con arena y con viento
y sin conjugaciones.
pero hace frío y la sombra
tiene en metros cuadrados
lo que tiene la casa vacía del recuerdo.
No llueve, pero hay truenos
y hay silencio y relámpagos
y una confusa forma de orientarse en las calles,
una extraña manera
de ir de una esquina a otra en el lugar del sueño.
Con lentitud de estanque,
con la fiebre del pez
en el jardín secreto de la noche,
¿quién traduce un relámpago?
¿Quién cuenta sobre el mar
los granos de mostaza
para medir el hueco que va de un sueño a otro,
la densidad de sombra que flota sobre el frío?
Ya no digo mañana ni conjugo el futuro,
ni siembro ya estos campos
ni riego los jardines entre una nieve y otra.
Ya sólo digo ayer, ayer como quien dice
aproximadamente ayer en mi memoria de agua
y en mi garganta opaca con arena y con viento
y sin conjugaciones.
Santos Domínguez, extraído del blog Best Poems