domingo, marzo 04, 2012

Las alas del poema, de Santos Domínguez



MONJE A LA ORILLA DEL MAR
(Caspar David Friedrich)

se tiene la impresión al contemplarlo de que
le hubieran cortado a uno los párpados.
Heinrich von Kleist


Todo es frágil aquí, todo es niebla de asombro
bajo el silencio blanco de la nieve
o en el abismo azul de los acantilados.

Como un pájaro herido,
la lluvia se ha posado mansamente
en la orilla del mar.
Su música de sombra silenciosa
desciende blanda y tibia
a la arena sin pájaros.

Desciende blanda y tibia
desde este cielo turbio al turbio mar sin peces
y allí se desdibuja,
se disuelve en el agua
de otro mar más profundo sin temblor ni oleaje.

En la precaria orilla, sobre una leve duna
soy un cuerpo en penumbra, una interrogativa
silueta que contempla el horizonte incierto,
perplejo frente al mar vacío de veleros.

Y pienso en el desorden nevado de la muerte.