martes, agosto 16, 2011

Conversaciones con Goethe, de J. P. Eckermann



Fue mi colega Álex Portero quien me aconsejó que me atreviese con estas Conversaciones con Goethe, editadas con su gusto habitual por Acantilado, y que se leen en pocos días pese a sus 1.000 páginas. Hay quienes aseguran que es mejor cogerlo de vez en cuando y picotear un poco. No ha sido mi caso: me enganché desde el principio. Primero, porque siempre que comparece Goethe deja caer perlas de sabiduría y de ingenio, y opina de poesía, de novela, de autores de su tiempo y de autores griegos, de política, de sociedad, de pintura… Todo lo abarca. Y además habla mucho de su obra. Segundo, por su planteamiento: siguiendo un diario a través de varios años (de 1823 a 1832), Eckermann nos ofrece casi siempre el mismo modelo de entrada, es decir, que él va a casa de Goethe, éste lo recibe y allí, se ocupen de lo que se ocupen (comida, desayuno, almuerzo, cena, concierto privado, registro de la obra del poeta, etcétera), siempre hablan y hablan y cuanto dicen suele ser interesante. Tercero, porque en esta edición se incluyen algunas fotos que amenizan sus páginas y nos permiten visualizar aquello que ambos comentan (cuadros, bustos, mansiones, tumbas…). Cuarto, porque su lectura supone un recorrido fascinante por varias épocas de la historia, y se habla de Schiller, Napoleón, Voltaire, Diderot, Lord Byron, Eurípides, Walter Scott, Rembrandt… En suma: imprescindible. Abajo, unas cuantas frases de Goethe:

El universo es tan grande y rico, y la vida tan variada que nunca faltarán ocasiones para componer poemas. Pero siempre deben ser poesía de circunstancia, es decir, es la realidad la que tiene que proporcionarnos la ocasión y el tema necesarios. Un caso concreto sólo se volverá universal y poético cuando lo trate el poeta. Todas mis composiciones líricas son poemas de circunstancias que han sido inspirados por la realidad y que encuentran su fondo y su base en ella. A mí los poemas sacados del aire no me dicen nada.

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Que no se diga que a la realidad le falta interés poético, pues es precisamente en ella donde el poeta se pone a prueba, demostrando tener el ingenio suficiente para sacarle una faceta interesante a un tema ordinario. La realidad es la que debe procurar los motivos, los aspectos que hay que expresar, la esencia propiamente dicha.

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Si califico de malo a lo que es malo, ¿qué habré ganado con eso? Por otra parte, si tacho de malo a lo que es bueno, acabaré causando un gran perjuicio. Quien quiera obrar adecuadamente, no deberá criticar nunca nada ni preocuparse de lo que esté mal, sino limitarse a hacer bien las cosas. De lo que se trata no es de destrozar, sino de construir algo que le procure un gozo intachable a la humanidad.

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El poeta debe captar lo particular y, siempre que esto goce de buena salud, también logrará plasmar con ello lo universal.

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En cuanto un escritor desea actuar políticamente, tiene que someterse a un partido; y en cuanto lo hace, está perdido como poeta, pues tiene que decirle adiós a su libertad de espíritu, a su visión imparcial de las cosas y, a cambio, cubrirse las orejas con el gorro de la estrechez de miras y del odio ciego.

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La muerte es algo tan raro que, a pesar de lo que nos dice la experiencia, no la consideramos posible en aquellos a quienes queremos, y siempre irrumpe como algo increíble e inesperado. En cierto modo, la muerte es un imposible que se vuelve real de repente. Y este paso de una existencia que conocemos a otra de la que no sabemos absolutamente nada es tan violento, que nunca se produce sin causarnos una profundísima conmoción a quienes nos quedamos atrás.

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[Sobre la trilogía en la literatura]: Para emplearla es preciso encontrar un tema susceptible de ser tratado en tres partes de un modo natural, de modo que la primera constituya una especie de introducción, la segunda plantee algo parecido a una catástrofe y la tercera ofrezca una compensación conciliadora.


[Traducción de Rosa Sala Rose]


[Nota: no sé si podré actualizar este blog durante el resto de la semana; se hará lo que se pueda. Si no se puede, da igual: todos necesitamos un descanso]