miércoles, julio 20, 2011

Socorro, perdón, de Frédéric Beigbeder


He leído todos los libros de Beigbeder que han publicado en España. Es uno de los autores actuales y europeos con los que más disfruto. Es una especie de Houellebecq con más humor, me parece a mí, pues ambos son polémicos y rompedores y nunca se quedan en la superficie. Sólo me quedaba por leer esta novela, y por falta de ganas fui aplazando su lectura. Dado que en septiembre Anagrama publicará su nuevo libro, Una novela francesa, me he ventilado Socorro, perdón en un día. Pese a ello, y aunque la narración es amena, es la obra que menos me ha gustado de Beigbeder. El autor ha compuesto su particular Lolita al contarnos la historia de un buscador de modelos que se enamora de una menor y se confiesa a un sacerdote. El protagonista es el mismo de 13’99 euros. Sus reflexiones contienen ciertas dosis de dinamita, que lanza a la sociedad moderna. Pero algo falla, tal vez sea que Beigbeder se desenvuelve mejor en la narrativa semiautobiográfica que en la ficción pura. Espero que su siguiente libro eleve el listón.    

Cuando reñíamos así, veía que ella se ofendía más que yo porque era más joven, o sea, menos blindada. Yo me contenía para no violarla, ella para no llorar. Era lo que se llama un amor naciente. Cuando aprendes a conocer a una chica, el mejor momento es ese tipo de discrepancias nimias, de pequeños conflictos cuya finalidad única es sellar la reconciliación y darse una gota de miedo mutuo para percatarse mejor de la suerte que tenemos de poder por fin emocionarnos en otro sitio que en el cine o delante de la tele. Cuando una cara te hace subir las lágrimas a los ojos, es normal que se lo reproches un poco. Caminamos hasta la calle Herzen para pasar por delante de la casa roja Liberty de Vladimir Nabokov. La visita me parecía obligada…


[Traducción de Jaime Zulaika]