lunes, junio 06, 2011

Conversaciones, de E. M. Cioran



Fue gracias a un correo electrónico de la poeta Isabel Bono que me decidí a leer a Emil Cioran. Me hablaba ella de sus cuatro escritores predilectos (Thomas Bernhard, Albert Camus, Samuel Beckett y E. M. Cioran), y de este cuarteto sólo me faltaba el último. Isabel demuestra tener un gusto exquisito. Y me he comprado ya varios libros de este autor, rumano que emigró a Francia y comenzó a escribir en francés, como hizo Beckett, de quien fue amigo.

Empiezo por estas entrevistas. Un lujo. A Cioran hay que leerlo con una libreta a mano, para anotar sus sentencias y aforismos. Fue un hombre pesimista, desencantado, atraído por la religión pero sin fe ni creencia en Dios, cuya obra estuvo presidida por sus años de insomnio y sus lecturas filosóficas. Este libro de conversaciones es ejemplar de su pensamiento. De lectura ágil y a la vez profunda. Y a mí, además, me entusiasma el género de la entrevista. Imprescindible. Abajo, algunos extractos:

Porque escribir, por poco que sea, me ha ayudado a pasar los años, pues las obsesiones expresadas quedan debilitadas y superadas a medias. Estoy seguro de que si no hubiese emborronado papel, me hubiera matado hace mucho. Escribir es un alivio extraordinario. Y publicar también. Esto les parecerá ridículo y, sin embargo, es muy cierto. Pues un libro es vuestra vida, o una parte de ella, que se os hace exterior. Se desprende uno de todo lo que ama y sobre todo de todo lo que detesta en uno mismo. Iré más lejos, si no hubiese escrito, hubiera podido convertirme en un asesino. La expresión es una liberación. Les aconsejo que hagan el ejercicio siguiente: cuando odien a alguien y sientan ganas de liquidarle, cojan un trozo de papel y escriban que Fulano es un puerco, un bandido, un crápula, un monstruo. En seguida advertirán que ya le odian menos. Es precisamente lo mismo que yo he hecho respecto a mí mismo. He escrito para injuriar a la vida y para injuriarme. ¿Resultado? Me he soportado mejor y he soportado mejor la vida.

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Desear el poder es la gran maldición de la humanidad.

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Mire, cuando se escribe un libro, es inútil hacer previsiones, nunca se sabe cuál será su destino. Y eso es aplicable a todo el mundo, pero hay que tener esa experiencia personalmente. Con que es inútil hacerse muchas ilusiones o caer en una depresión porque un libro no funcione. Un libro olvidado o sin éxito siempre puede resurgir.

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Mientras puedas reír, aunque tengas mil razones para desesperarte, debes continuar. Reír es la única excusa de la vida, ¡la gran excusa de la vida! Y debo decir que incluso en los momentos de profunda depresión he tenido fuerzas para reír. Esa es la ventaja de los hombres sobre los animales. Reír es una manifestación nihilista, igual que la alegría puede ser un estado fúnebre.

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El poeta objetivo no existe ni puede existir. El “yo” está omnipresente en todo poema.

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Usted dice que el escritor escribe siempre sobre sí mismo. ¿Cómo pudo él [Dostoievski] encontrar todo eso en sí mismo?
Porque sufrió mucho, lo dice él mismo. Eso es el conocimiento. Por el sufrimiento y no por la lectura es como se adquiere. En la lectura, hay como una distancia. La vida es la verdadera experiencia: todos los fracasos que se pueden sufrir, las reflexiones que de ellos se desprenden. Todo lo que no es experiencia interior no es profundo. Puedes leer miles de libros, pero no serán una verdadera escuela, al contrario de la experiencia de la desdicha, que todo lo que te afecta profundamente. La vida de Dostoyevski fue un infierno. Vivió todas las adversidades, todas las tensiones. Seguramente es el escritor más profundo en las experiencias interiores. Fue hasta el límite extremo.

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La consagración es el peor de los castigos.



[Traducción de Carlos Manzano]