Los síntomas de la enfermedad de la radiación empezaban normalmente con una sensación de adormecimiento y pesadez de los miembros, cuyo origen era desconocido. Al cabo de unos días, el pelo se caía a puñados y los dientes se aflojaban y terminaban por caerse también. Por último, se declaraba un paro respiratorio y el paciente moría. Cuando se sentía el adormecimiento en los primeros estadios de la enfermedad, lo primero que había que hacer era descansar y comer bien. Quienes seguían trabajando se iban poniendo mustios, como los pinos transplantados por jardineros torpes, hasta que finalmente fallecían. En el pueblo vecino de Kobatake y en el pueblo colindante, se sabía de personas que, habiendo regresado de Hiroshima con su salud intacta y felicitándose de haber escapado de la enfermedad, se habían puesto a trabajar intensamente durante uno o dos meses para acabar enfermando y morir al cabo de una semana o diez días. La enfermedad se manifestaba en una parte concreta del cuerpo, y se caracterizaba por provocar dolores atroces.
[Traducción de Pedro Tena]