Peter Weir es uno de esos directores con escasa filmografía, pero muy sólida: Gallipolli, El año que vivimos peligrosamente, Único testigo, La Costa de los Mosquitos, El club de los poetas muertos, Sin miedo a la vida, El show de Truman… Todas sus películas me gustan: unas más, otras menos. No dirigía desde 2003, año en que estrenó Master & Commander. Y ahora regresa con la odisea de unos hombres escapados del gulag, con un reparto muy atractivo: Jim Sturgess, Colin Farrell, Mark Strong y Ed Harris. El resultado es un buen filme sobre la supervivencia, detallista y obsesivo. Lo malo es cierto desequilibrio en la propuesta. Me explico: la primera media hora es magistral, con situaciones calcadas a las descritas en los Relatos de Kolimá (de Varlam Shalámov), es decir, hombres que luchan contra el frío, los matones, el hambre o los piojos; y la última media hora es bastante soporífera porque, para entonces, los protagonistas atraviesan el desierto y allí apenas ocurre nada, y el espectador empieza a incomodarse porque el viaje ha sido muy largo. Destaca, sobre todo, el trabajo de Ed Harris, un actor que aporta estilo a todo cuanto hace.
Hace 10 horas