miércoles, noviembre 24, 2010

Ovejas esquiladas, que temblaban de frío, de Gsús Bonilla



EL OMNIPOTENTE

aunque
en la nueva vivienda seguíamos teniendo frío

los habitantes
y los muebles éramos los mismos.

eso sí, con una preocupación menos.

mi madre
y
la llama de una vela
un tiempo antes
suplicaron
a la imagen del Gran Poder
unas mejores condiciones de vida;

cada uno tendría su propio espacio.

mi hermano y yo
ya no dormiríamos juntos
en la habitación donde también lo hacían mis viejos.

el retrete
lo ubicaríamos en un lugar distinto al de la cocina.

los techos de escayola
no estarían sujetos por el esparto roído de las ratas.

y si digo que
en otra ocasión -una vez ya felices-

la misma madre
la misma llama de la misma vela
volvieron a suplicar
a la misma imagen
en la enfermedad de mi padre

no me lo estoy inventando,

para entonces ya era tarde
el reparto de deseos ya había sido satisfecho:

el mismo frío
algún que otro mueble -quizá más moderno-

y una preocupación más

de dimensiones….sobrecogedoras.