Impedimenta acaba de publicar un intenso relato breve sobre la ruleta rusa, con hombres que se reúnen en garitos a la luz de las velas, con esa atmósfera clandestina que tenía El club de la lucha:
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Casualmente, en la primera partida de ruleta a la que asistí, el ruletista salió indemne. Desde entonces, a lo largo de los años, he asistido a cientos de ruletas y he visto en muchas ocasiones una imagen indescriptible: el cerebro humano, la única sustancia verdaderamente divina, el oro químico donde se encuentra todo, esparcido por las paredes y por el suelo, mezclado con esquirlas de hueso. Piensa en las corridas de toros, esparcido por las paredes y por el suelo, mezclado con esquirlas de hueso. Piensa en las corridas de toros o en los gladiadores y entenderás por qué ese juego se me coló enseguida en la sangre y cambió mi vida. La ruleta posee, en principio, la simplicidad geométrica y la fuerza de una telaraña: un ruletista, un patrón y unos accionistas son los personajes del drama. Los papeles secundarios se los reparten el dueño de la cava, el policía que está de ronda por los alrededores, los mozos contratados para deshacerse de los cadáveres.
[Traducción de Marian Ochoa de Eribe]
[Traducción de Marian Ochoa de Eribe]