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De niño me tragaba estas películas como churros. Eran muy malas, pero al menos siempre salía el Maestro Borracho, que amenizaba el cotarro. El argumento era idéntico en todas ellas: chaval inexperto recibe una paliza, chaval inexperto recurre a maestro, maestro convierte al chaval en un hombre experto, hombre experto y maestro borracho exterminan a los malos. Era habitual que las peleas del principio sucedieran en templos y tabernuchas y las del final se resolvieran en el campo.