martes, junio 08, 2010

[Sin título]

Amargo sabor el que queda en la boca
cuando rasgas el sobre de la nómina.

Amargo el poso que se mantiene
mientras oyes discursos de tus jefes.

Amarga la mirada
que se queda en tu silla, en tu mesa, anclada.

Amargo es el deseo
de intentar comprender este absurdo acuerdo
por el que renuncias a la vida
para poder tratar de seguir viviendo.


Alberto García-Teresa, El Tejedor en… Madrid