martes, mayo 11, 2010

Varlam Shálamov. Cronología



Los editores de Minúscula me enviaron, días atrás, este documento sobre el escritor Varlam Shálamov, con motivo de la inminente publicación del tercer volumen de sus Relatos de Kolimá. Copio y pego para que todos disfrutemos:

Cronología

"En Kolimá vivía en mí con una fuerza extraordinaria un infinito espíritu de resistencia, de protesta inquieta contra todas nuestras desgracias, nuestras humillaciones". (
Sobranie sochineni [Obras], tomo IV, p. 453.)

"Escribo sobre los campos como Saint-Exupéry lo hiciera sobre los cielos o Melville sobre el mar. El tema de los campos es un espacio en el que pueden convivir y hacerlo sin estrecheces cien escritores de la talla de Lev Tolstói". (Extraído de un borrador de dedicatoria para Irina Sirotínskaya en el manuscrito de los
Relatos de Kolimá.)

Varlam Shalámov nació en Vólogda el 18 de junio (1 de julio) de 1907, en la familia de un pope. En su padre se unían el talante ilustrado y un carácter despótico, actitud que lo enfrentó a su rebelde hijo Varlam. Shalámov siempre consideró a su madre una víctima de su tiempo y de su esposo.
Desde la escuela, donde las clases de literatura eran para él una fiesta, Shalámov se interesó por la poesía. En
Mi vida. Mis varias vidas (1961) recuerda que en 1915 escribe sus primeros versos.
En 1924 ya está en la región de Moscú; trabaja en una fábrica de curtidos con la intención de ingresar en la universidad.
En 1926 estudia derecho en Moscú. Después de sus primeros intentos poéticos, se dedica seriamente a escribir poesía. Lee por primera vez a Pasternak, a quien llegará a considerar más que un poeta, la conciencia de su generación, el heredero moral de Lev Tolstói.

«En los años veinte era imposible aún predecir qué le deparaba a cada cual el destino. Más de una noche me pateé con mi amigo las “torcidas callejas” moscovitas, tratando de comprender nuestro tiempo y de encontrar mi lugar en él. No solo queríamos recitar versos. Deseábamos actuar, vivir.» (Obras IV, p. 398)

Tres años más tarde es detenido por difundir el testamento de Lenin, en el que el líder de la revolución criticaba la intolerancia y la brutalidad de Stalin. Shalámov es condenado a tres años de trabajos forzados en Víshera, región de los Urales que da nombre a una «antinovela» que narra su experiencia. No volverá a Moscú hasta 1932.
Retorna entonces a la actividad literaria. Se casa, tiene una hija.

«Trabajé en revistas, me dediqué a escribir, perdí la noción del tiempo, aprendí a distinguir en mis versos lo propio y lo ajeno. Me esforcé por expulsar con hierro candente todo lo ajeno.
Reflexioné sobre el relato, sobre sus posibilidades y forma. Aprendí, según creo, a comprender el por qué de la lluvia en el relato
Mademoiselle Fifi de Maupassant.»

En 1936 se publica su primer relato.

«Me sentía cada vez con más fuerzas. Los versos iban saliendo, pero no se los leía a nadie. Ante todo debía adquirir una manera original de expresarme. Estaba preparando una colección de relatos. El plan era este: en 1938, el primer libro de prosa. Y luego otro libro, un ciclo de poesía.» (Obras IV, p. 308)

Pero al año siguiente es detenido de nuevo y condenado a cinco años de trabajos forzados por «actividades contrarrevolucionarias trotskistas». En agosto de 1937 ya está en Magadán y a los pocos días trabaja en la mina de oro Partizán.
En 1938, en el campo de trabajo, es arrestado y juzgado por el «Caso de los juristas», que, como ocurre con otros episodios, recoge en sus relatos.

«El año más terrible de Kolimá fue el 38. En 1939 Iván Bosij (un ex preso), topógrafo, me decía en Chórnoye Ózero [Lago Negro], en una expedición exploratoria de carbón:
Tú y yo hemos sobrevivido porque somos reporteros, periodistas. ¿Has comprendido? Yo seguiré vivo, aunque he visto cosas que después de haberlas visto uno no debería vivir, pero yo seguiré viviendo, me encontraré con mi hermano pequeño –él cree en mí como si yo fuera Dios– y le contaré toda la verdad sobre Stalin.» (Obras IV, p. 477)

Siguen los años de trabajos forzados en los que hace de tipógrafo, calderero, explorador, minero de carbón, etcétera, negándose siempre a ocupar cualquier cargo que implicara obligar a otros a trabajar.

«La única posibilidad de sobrevivir para un “trotskista” era convertirse en jefe de brigada. ¿Pero cómo se puede mandar, cumplir las órdenes de otros, disponer de la libertad y no sólo de la libertad sino de la vida de los demás? Esto significa que alguien morirá mientras tú conservas la vida. No, ya en 1937 juré nunca ser jefe de brigada, no dirigirme nunca a la autoridad con petición alguna, o para quejarme de mi suerte, no pedir, renunciar a los paquetes llegados de casa, contar sólo conmigo mismo, con mi propia “felicidad”. La única ocupación posible para mí era la de sanitario, pero esto fue sólo una fantasía que duró nueve años, pero al llegar el décimo el sueño se hizo realidad.» (Obras IV, p. 477)

[El texto entrecortado sigue así:]

Los tres grandes mandamientos de los campos:
No creas, no creas a nadie.
No temas, no tengas miedo de nada ni de nadie.
No pidas, no pidas nada a nadie. No esperes nada de nadie.
Un pavoroso proverbio de los campos reza: “Muere tú hoy, que yo lo haré mañana.” (Obras, IV, p. 478).

En 1943, poco antes de cumplir su condena, es arrestado de nuevo por propaganda antisoviética y condenado a diez años más de trabajos forzados. Se le acusa de considerar a Iván Bunin, escritor emigrado, premio Nobel de literatura en 1933, un «clásico ruso».
En 1945, tras recuperarse en un hospital -una de las muchas resurrecciones de Shalámov- decide fugarse. Es detenido y condenado de nuevo a una mina de castigo.
En 1946 se produce el encuentro con un médico, un antiguo conocido de otras «resurrecciones», que tras sacarlo del pozo de los «terminales», lo manda a unos cursos de enfermería.

«Finalmente me llegó la última hora. Se me declaró una disentería. Una incontenible diarrea estremecía todo mi cuerpo. Mientras logré llegar hasta la enfermería, la diarrea se calmó, el enfermero tenía un termómetro, aunque prescindió de él. Y me apuntaron a la consulta del médico. El médico salió conmigo al patio.
-¿No te ha salido nada?
–No.
-Pues de vuelta al campo.
Mi intestino logró arrojar con gran esfuerzo una gota de una mucosidad verde. El médico me dio un volante para que me dirigiera a la clínica Bélichia [“de las ardillas”], y allí fue donde el practicante Borís Nikoláyevich Lesniak y Nina Vladímirovna Savóyeva, el médico jefe de esa clínica, consiguieron salvarme la vida.
Si es que la vida es una salvación.
La clínica Bélichia estaba a tan solo seis kilómetros (…) del campo en el que me encontraba. Pero tardé seis años en recorrer por el camino legal estos seis kilómetros.» (Obras IV, p. 506)

Gracias a la profesión de practicante salvará la vida hasta el final de la condena en 1951, liberación que de hecho se produce en septiembre de 1953 (Stalin muere en marzo del mismo año).
En noviembre regresa a la Rusia europea, pero, como ex preso político, se le prohíbe vivir en ciudades de más de 10.000 habitantes. Se gana la vida realizando todo género de trabajos manuales, dedicando el tiempo restante a escribir.

«En 1953, en Moscú, fui a visitar a Pasternak, quién valoró, a mi parecer injustamente, muy alto los versos que le mandé en 1952.» (Obras IV, p. 312)

Aunque aún en los campos escribe, fundamentalmente versos, es en 1954 cuando empieza a escribir sus
Relatos de Kolimá.
En 1956 es rehabilitado por «ausencia de delito». Trabaja en la revista literaria
Moskvá, redactando «artículos y reseñas sobre cuestiones de historia de la cultura, de la ciencia y del arte.» (Obras IV, p. 312)

«...Me alegró encontrar en Pasternak una concepción similar sobre las relaciones entre la poesía y la vida. Me alegró enterarme de que todo aquello que se había acumulado poco a poco en mi alma, en mi corazón, que se había asentado como experiencia de la vida, como impresiones y sensaciones personales, era compartido por otra persona que me merecía un respeto infinito. Yo soy un hombre práctico, un empírico: Pasternak pertenece al mundo de los libros. La coincidencia en nuestras opiniones era asombrosa. Es posible que una parte de esta teoría del arte se había formado en mí gracias a Pasternak, a sus versos, su prosa, su comportamiento, pues he seguido durante muchos años su trayectoria poética y personal, sin intentar conocerlo personalmente.» (Obras IV, p. 589)

En 1957 se publican sus primeros versos. Seis poesías,
Versos sobre el Norte, aparecidos en la revista literaria Znamia. Cinco poesías más en el número 3 de la revista Moskvá.
En 1961 ve la luz incluso un libro de poesías. Pero su actividad principal gira en torno a la epopeya de Kolimá: relatos, crónicas, ensayos sobre el mundo del hampa, etcétera.
En la URSS solo logrará publicar algunos ciclos de poesías.
En 1978 aparece en Londres la primera edición en ruso de
Relatos de Kolimá.
En 1979 su delicado estado de salud se agrava y es internado en un asilo para inválidos y ancianos, donde a pesar de sus limitadas facultades sigue creando.
En 1980-1982 en París se publica la edición francesa de sus
Relatos de Kolimá, con un prólogo de Andréi Siniavski. En 1980 recibe su único premio internacional, el de la libertad del Pen club francés.
En 1981-1982 en Nueva York se editan dos traducciones al inglés de la obra.
Muere el 17 de enero de 1982, a los tres días de ser ingresado a la fuerza en un centro geriátrico para enfermos mentales crónicos.

Ígor Sujij concluye su estudio sobre los
Relatos de Kolimá «Vivir después de Kolimá», aparecido en la revista Zvezdá, n. 6, 2001, con las siguientes palabras:

«La relación existente entre la palabra y la suerte del escritor no es una idea banal. Se diría que el estilo y el género de la prosa de Alexandr Solzhenitsin y Varlam Shalámov se han reflejado en sus respectivas vidas. El autor del
Archipiélago Gulag ha sobrevivido, ha alcanzado y sobrepasado el éxito... Ha regresado [a su patria]... ¿Como vencedor?... En cambio, Kolimá finalmente ha conseguido atrapar al autor de los Relatos de Kolimá y el final de su vida se ha convertido en otro de sus pavorosos argumentos.
“Qué cosa más humillante, la vida”.
“A nadie le gustan los sufrimientos. Y a nadie le van a gustar.”
Mientras trabajaba sobre este vasto material, hablando sin cesar de la degeneración, de la muerte, de lo más que humano, del infierno, el autor recogía con cuidado sus “miniaturas”: la sonrisa de una mujer, el providencial volante de un médico, la carta de Pasternak con su caligrafía voladora, el juego despreocupado de una gata sin nombre, la rama verde del stlánik se alza al encuentro del calor.»

Durante el breve período de vida creativa Shalámov logró escribir, además de una extensa obra poética, también relacionada con su experiencia penitenciaria, su obra cumbre, que Minúscula comenzó a publicar a fines del año 2007:
Relatos de Kolimá, ciclo que reúne los seis volúmenes siguientes: Relatos de Kolimá, La orilla izquierda, El artista de la pala, La resurrección del alerce, La manopla o RK-2; Crónicas del mundo criminal.
La novela autobiográfica
La cuarta Vólogda; Víshera. Antinovela, obra en la que narra la experiencia de su primera condena a trabajos forzados en los Urales; La obra de teatro Anna Ivánovna; Un extenso y fragmentario material autobiográfico y una veintena de ensayos relacionados sobre todo con el arte de la poesía y la prosa.