El arte de combatir (literariamente) debe ser sutil y breve, certero y mordaz: como un flechazo o una estocada. Si yo dedico 4 líneas a alguien o a algo, y me devuelven varias parrafadas de contraataque, llenas de circunloquios y justificaciones, es igual que dispararme con un cañón sin apuntar al blanco. Es como si yo presento un florete y mi oponente aparece con un tanque. Es la diferencia entre el escritor y el charlatán.
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