jueves, octubre 01, 2009

Adormecido

Me da la impresión de que uno sale de copas por Zamora como si no hubiera mañana. El viernes por la noche no había prisa. Yo no la tenía. Será porque uno está a gusto en los bares, con amigos y conocidos, enredado en numerosas conversaciones, disfrutando de los primeros filos de la madrugada. O quizá sea porque volver a casa nunca es costoso, el centro queda a mano y basta con regresar a pie. Sí, sé que lo he dicho mil veces. Cuando estoy por allí se me olvida que a la mañana siguiente estaré destrozado si me voy tarde a dormir. Uno no piensa en la claridad, no se plantea que tal vez dormirá poco, que luego tiene una comida familiar y hay que estar presentable, que si el fin de semana no duerme demasiado entonces pasará el resto de la semana remontando, con achaques de sueño y cansancio general. No se da cuenta uno, involucrado de lleno en las noches zamoranas, de que ya no tiene edad para estos desmanes, para irse a la cama cuando empieza a clarear. A la mañana siguiente, claro, llegan los arrepentimientos. Pero “que nos quiten lo bailao”. La consecuencia más inmediata es que luego se pasa uno el fin de semana como si estuviera sonámbulo, un poco a la manera de ese personaje de “Un hombre que duerme”, de Georges Perec, que un día decide quedarse en cama en vez de ir a un examen y que, a partir de entonces, se mueve por la ciudad como si estuviera dormido. Dormido despierto. Adormecido. Sumido en el más puro de los nihilismos. Las siguientes horas transcurren a la manera de un sueño.
Junto a la barra del Ávalon estuve echando un vistazo al programa de espectáculos del Teatro Principal. Al final no me traje ningún folleto. De las obras que representan recomiendo, en primer lugar, “Días de vino y rosas”, con Carmelo Gómez y Silvia Abascal, que yo ya disfruté en Madrid. Si pudiera, tampoco me perdería el “Noviembre” de David Mamet, porque no pude verlo cuando lo estrenaron, es imposible estar en todo. Y seguro que Concha Velasco (actriz hoy desaprovechada en el cine) lo borda en “La vida por delante”, con dirección de Josep María Pou. Y está “La Abeja Reina”, con Verónica Forqué. Y una de José Luis Alonso de Santos: “En el oscuro corazón de bosque”. Y una de Shakespeare: “La fierecilla domada”. Y el “Don Juan Tenorio” de Zorrilla. Y “Alicia atraviesa el espejo”. Y, por supuesto, el espectáculo de ese dúo cómico impagable: Faemino y Cansado; siempre llenan las salas en las que actúan, yo nunca he conseguido verlos y tendré envidia de quien lo logre en Zamora. Un programa, a mi entender, muy completo y variado.
Pululé, pues, medio sonámbulo por la ciudad. Caminé bastante. Víctor Gallego, San Torcuato, Avenida de Portugal, inmediaciones del Puente de Hierro, San Martín, Plaza Mayor, Balborraz, La Marina, Campo de Marte, Ramos Carrión, Tres Cruces, Amargura, etcétera. El último día, un poco antes de regresar a Madrid, disfruté de un vino con Tomás Sánchez Santiago. Comentamos la última viñeta para este periódico de ese gran humorista que es Guillermo Tostón, azote necesario de políticos y de la abulia que acomete a veces a esta ciudad. En el dibujo se critica, con ese tono ácido que caracteriza “La Tos” dominical, el pago del logotipo de la Sociedad de Zamora. El ayuntamiento ha pagado 20.000 euracos del ala a una empresa navarra de diseño por un logo que hasta podría hacer yo con el PhotoShop y sin mucho esfuerzo. En la viñeta se apunta, con razón, que si lo hubieran encargado a una empresa zamorana habrían pagado menos de 300 euros. Cuánta razón tiene. Así nos va.