miércoles, enero 21, 2009

Gaza. Una cárcel sin techo, de Agustín Remesal


Desde los minaretes de las mezquitas de Gaza se anuncia el final del Ramadán. La ciudad pasó la noche en completa oscuridad. Los aviones israelíes bombardearon ayer otra vez la central térmica y el suministro de electricidad estará suspendido por tiempo indefinido. Amanece. No circula ni un solo vehículo por la avenida Abdel Naser. En las calles del centro comercial comienzan su concierto de runruneo los pequeños generadores eléctricos instalados sobre la acera. En las esquinas se amontonan toneladas de basura putrefacta: los camiones de la Municipalidad no disponen de gasoil para atender el servicio de recogida. En la zona más baja de la ciudad, los barrios de Rimal y Shiek, se han formado grandes ciénagas que arrojan un olor pestilente. Ha llovido mucho y las alcantarillas están atascadas. Gaza se ahoga en estado de putrefacción y sus habitantes han adoptado formas distintas de vida subterránea.