Me llama por teléfono un amigo y me da una gran noticia. Llevaba años esperándola y tuve un escalofrío al escucharla: ese escalofrío que sientes en las ocasiones especiales, cuando las cosas van bien, cuando el júbilo del prójimo es también tu júbilo, cuando una descarga te recorre el espinazo y piensas: “Uno de los nuestros lo consiguió”.
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