viernes, octubre 13, 2006

La Hora Chanante (La Opinión)

La risa es, o debería ser, una parte indispensable de nuestras vidas. Pero la risa parte con una desventaja: lo que mueve a la carcajada suele ser considerado de menor calidad para los críticos. Por eso algunas personas creen que una novela que hace reír es mala (salvo “Don Quijote”, uno de los libros más divertidos que existen: en esto hay unanimidad) y, por eso, las comedias no ganan el Oscar. Para sostenerle el pulso a la vida, cada poco necesitamos reírnos. Es saludable. He tardado en descubrir el programa más cachondo, surrealista e irreverente de la tele. Políticamente incorrecto y salvaje, sus responsables han logrado que incluso manejemos el vocabulario conquense de sus personajes. Me refiero a “La Hora Chanante”, el programa de la Paramount Comedy. Decía que he tardado en descubrirlo. Me lo mostraron mis amigos. Desde hace unos meses, sin embargo, sigo algunos fragmentos atrasados gracias a esa herramienta de la que ahora se han puesto a hablar en todas las cadenas de televisión: el YouTube. Gracias al YouTube rescato mis vídeos favoritos de “La Hora Chanante”, a saber, los Testimonios de personajes famosos, las comparecencias y consejos de El Gañán y las aventuras de Marlo y Claudio en la ciudad.
Tres de los protagonistas de este espacio me han hecho reír hasta derramar lágrimas: Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla y Julián López. Dado que la televisión no es lo mío, he perdido la cuenta del resto de sus colaboraciones. Sé que Reyes escribió este verano para El País, y que López aparece en la nueva temporada de “Noche Hache”. Todos los Testimonios los interpreta el mismo showman: Joaquín Reyes. Se disfraza, le ponen apósitos de goma y adminículos en la cara y en las manos y se transforma por completo. Me costó creer que fuera siempre él quien estaba debajo de cada maquillaje. En los Testimonios nos ofrece una caricatura del famoso en cuestión; el personaje se presenta y habla hacia la cámara y pronto vamos descubriendo sus debilidades, su vanidad, su afán de protagonismo; me refiero a los personajes imitados, no al actor. Esos famosos salen escaldados: una calenturienta Sara Montiel que se alegra de que los campos manchegos estén “llenos de gañanes”, un Tkachenko harto de que hagan chistes sobre su altura, un José Luis Moreno que dice “Tengo los huevos pelaos de tratar con gandules” y luego hace un casting de ropa interior entre jovencitos fornidos, un Axl Rose a quien un encargado lleva una carretilla de cocaína para que la esnife en el camerino, un Lorenzo Lamas que jura estar enamorado del interior de su mujer mientras enseña a la cámara las fotos de ella en pelota, un Stephen King al que su mujer acusa de “Oler a Caldofrán”, o una Madonna que suelta “Yo siempre he hecho lo que me ha salido de la brenca”. Pero la grandeza de Reyes no reside sólo en el mimetismo, sino en que a todas las celebridades las imita con acento albaceteño-conquense. No en vano, Joaquín Reyes es de La Mancha.
También disfruto con el Gañán, personaje rural que interpreta Ernesto Sevilla. Su grito de guerra es célebre en las noches etílicas de los jóvenes. Y me deleitan las aventuras de Marlo y Claudio, dos tipejos a los que dan vida Sevilla y López: aparecen caracterizados con el pelo muerto y grasiento, los dientes sucios y unas gafotas de culo de vaso. “La Hora Chanante” puede verse, además, en Localia. Uno de sus aciertos es que sus artífices nos han hecho aprender ciertas expresiones y palabras propias de Cuenca. El manchego es un vocabulario muy amplio y rico. Estos tipos, Reyes, Sevilla, López y el resto de colaboradores, son una auténtica fuente de ingenio.