domingo, octubre 09, 2011

Segundo cartel de Shame


Con Michael Fassbender y Carey Mulligan.

Trailer de The Raven


Con John Cusack, que interpreta a Edgar Allan Poe: aquí.

sábado, octubre 08, 2011

Novedades en Huacanamo












Poemarios de Karmelo C. Iribarren, Pablo Casares, Michel Gaztambide, Harkaitz Cano, Diego Vasallo y Manuel del Barrio Donaire.

La posibilidad de una isla, de Michel Houellebecq


En una de las primeras conversaciones que mantuve con Mario Crespo mediante correo electrónico me recomendó, con entusiasmo, esta novela de Houellebecq. Yo había leído casi todo lo del autor (mi favorita, de momento, sigue siendo Plataforma), y, por error, creía que ésta era una novela de ciencia ficción y rehusé leerla; y no porque creyera que pertenecía a ese género (y en parte así es: varios pasajes suceden en el futuro), sino porque no sabía si M. H., experto en lacras contemporáneas, iba a estar a la altura de los grandes. Sin embargo, la recomendación de Mario quedó ahí, flotando. A veces me topaba con este título en alguna librería y sopesaba si comprarla o no. La reciente publicación de El mapa y el territorio (que aún no he leído, está en lista de espera) me decidió, por fin, a hacerlo.

Y el resultado ha sido más que satisfactorio. Es una de las novelas de Houellebecq que más me han gustado, que más me han divertido y apasionado. El autor alterna los monólogos de Daniel, en el presente, con los monólogos de dos de sus copias, es decir, de sí mismo clonado y luego vuelto a clonar. Se trata de una de las novelas más desesperanzadas de Houellebecq, a ratos amarga y muy pesimista. Como siempre en este autor, no estoy de acuerdo con todo lo que opina o sostiene. Pero su prosa me produce placer, y también su valentía para arriesgarse a apostar por temas polémicos. Es el caso de este fragmento, del que me fascina su primera mitad y no estoy de acuerdo con el final, esa teoría cruel de los hijos:

La juventud era el tiempo de la felicidad, su estación única; llevando una vida ociosa y exenta de preocupaciones, parcialmente ocupada por estudios poco absorbentes, los jóvenes podían dedicarse sin límites a la libre exultación de sus cuerpos. Podían jugar, bailar, amar, multiplicar los placeres. Podían salir de madrugada de una fiesta, en compañía de las parejas sexuales que se hubieran buscado, para contemplar la tétrica fila de empleados que acudían al trabajo. Eran la sal de la tierra, y todo les era dado, todo les estaba permitido, todo les resultaba posible. Más adelante, cuando fundaran una familia, cuando entraran en el mundo de los adultos, conocerían las preocupaciones, el trabajo duro, las responsabilidades, las dificultades de la existencia; tendrían que pagar impuestos, someterse a trámites administrativos sin dejar de presenciar, avergonzados e impotentes, el deterioro irremediable, lento al principio y después cada vez más rápido, de su propio cuerpo; sobre todo, tendrían que mantener hijos, como enemigos mortales, en su propia casa; tendrían que mimarlos, alimentarlos, desvelarse por sus enfermedades, garantizar los medios de su instrucción y sus placeres, y, a diferencia de lo que ocurre entre los animales, todo eso no duraría una sola estación, sino que seguirían siendo esclavos de su progenitura hasta el final; el tiempo de la alegría habría terminado para ellos de una vez por todas, tendrían que seguir penando hasta el final, en el dolor y los problemas crecientes de salud, hasta que ya no sirvieran para nada y los arrojaran directamente al cubo de la basura, como viejos molestos e inútiles.

Y aquí van otras anotaciones del libro:

Aumentar los deseos hasta lo insoportable y a la vez hacer que satisfacerlos resultara cada vez más difícil: ése era el principio único en el que se basaba la sociedad occidental.

**

El amor no compartido es una hemorragia.

**

Luego, por casualidad, vi mi cara reflejada en un espejo y lo entendí todo. Yo tenía cuarenta y muchos tantos; tenía la cara preocupada, rígida, marcada por la experiencia de la vida, las responsabilidades, los disgustos; no tenía para nada la pinta de alguien con quien puedes divertirte; estaba condenado.

**

[…] hay muchas cosas que se pueden hacer por compasión, pero empalmarse no es una de ellas.

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Ahora sabía con certeza que había conocido el amor, puesto que estaba conociendo el sufrimiento.


[Traducción de Encarna Castejón]

Hoy es Inverso 2011

Próximamente: Un dios salvaje


De Yasmina Reza. En Alba Editorial. El próximo estreno de la película de Roman Polanski, Carnage, inspirada en este texto, ha logrado que por fin se publique en España la obra original.

Jason Reitman & Diablo Cody: Young Adult


Con guión de Diablo Cody, Jason Reitman ha contado con Charlize Theron para su nueva película. El trailer puede verse en este enlace.

J. Edgar: dos carteles


Trailer de The Son Of No One


Recordemos su reparto: Channing Tatum, Ray Liotta, Katie Holmes, Juliette Binoche, Tracy Morgan y Al Pacino. Aquí.

viernes, octubre 07, 2011

Félix Romeo (1968 - 2011)


Lo conocí en persona hace exactamente dos años; lo conté en este blog. Recuerdo que me preguntó por el estado de salud de mi madre; también me preguntó por ella mediante el correo electrónico. Ahora ninguno de los dos habita este mundo. Su muerte, a los 43 años, nos deja bloqueados, absortos. Recuerdo que se ofreció para ser el maestro de ceremonias si iba a Zaragoza a presentar un libro. Ya lo haremos, creo que le dije. Pero luego la vida pasa y te destroza los planes. Ya apunté que su Amarillo perdurará como un libro de culto y lo mantengo. Gran tipo, Félix.

Charles Napier (1936 - 2011)


Actor de serie B, casi siempre encasillado en papeles de villano, lo recordamos por Supervixens, Rambo. Acorralado II o El silencio de los corderos, entre otras.

Próximamente: El callejón de las almas perdidas


De William Lindsay Gresham. En Sajalín Editores.

Recordando los sesenta: un capítulo


Argumento: Robert Stone, autor de la magnífica novela Dog Soldiers, fue protagonista y testigo privilegiado de algunos de los momentos más relevantes de la década de los sesenta. En estas páginas Stone se sumerge en los recuerdos de aquellos años, desde sus tiempos en la Marina hasta su época de corresponsal en Vietnam, con la guerra dando sus últimos y sangrientos coletazos; unos años de peregrinaje vital en los que recorrió medio mundo obsesionado, como sus admirados beatniks, por la búsqueda de la experiencia y la autenticidad. Recordando los sesenta es un relato marcado por el nacimiento de la contracultura, el descubrimiento de los alucinógenos y el free jazz, los conflictos raciales y políticos, la llegada del hombre a la Luna, la cultura de la guerra, el asesinato de Kennedy y los crímenes de la familia Manson; pero, por encima de todo, por el camino de Stone hacia la madurez intelectual y creativa y por sus grandes amigos, como Wallace Stegner —su mentor—, Neal Cassady o Ken Kesey y sus Merry Pranksters. 

Somewhere



Creo que ya lo han dicho en bastantes reseñas y coincido: la nueva película de Sofia Coppola supera a María Antonieta (algo que no era muy difícil), pero no a Lost in Traslation o Las vírgenes suicidas. Aunque siempre estaremos prendados de Bill Murray y Scarlett Johansson en ese hotel de Tokio, reconforta comprobar que la hija de Coppola ha regresado a esa clase de historias pequeñas e intimistas que tanto nos gustaron, o sea donde mejor se desenvuelve. Somewhere es una película contenida, de planos largos, de pocos diálogos, nada comercial (que se abstenga el público palomitero), con clara inspiración autobiográfica, que cuenta la soledad de una estrella de Hollywood, sumida en fiestas, stripers, alcohol y vacíos existenciales. Su hija de 11 años será quien aporte algo de vida a esa existencia hueca. Mientras su padre no levanta cabeza en la industria, mientras Nicolas Cage ya es una caricatura de sí mismo y no sabemos qué hace Talia Shire, Sofia sigue siendo la gran esperanza de la familia Coppola (con el permiso de su primo, el actor Jason Schwartzman).

jueves, octubre 06, 2011

Esta tarde, en Barcelona

Próximamente: Un poco de azul en el paisaje


De Pierre Bergounioux. En Minúscula.

Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores, de Daria Galateria


Basta un vistazo a la relación de autores de los que Daria Galateria habla para saber que el libro merece la pena. Cada capítulo es un breve e interesante recorrido por los oficios que ha desempeñado tal o cual escritor. Ya conocía los curros de algunos; de otros no sabía nada o ignoraba ciertas anécdotas. Emplazo a esa lista (abajo, en la imagen) para que al lector se le haga la boca agua. 

A comienzos del siglo XX –antes de que el Estado mecenas comenzara a ofrecer a los intelectuales variadas prebendas–, los trabajos podían ser de lo más extravagantes y, a veces, rozaban lo extremo; pero casi todos, poetas y narradores, coincidían en quejarse de que la escritura era la tarea más agotadora de todas. 


[Traducción de Félix Romeo]


miércoles, octubre 05, 2011

Hoy, en Barcelona

Ritual en la oscuridad: capítulo y epílogo


Argumento: Ritual en la oscuridad, al mismo tiempo un thriller y una novela de iniciación de tintes filosóficos, arranca con el encuentro de dos personajes increíblemente poderosos: Gerard Sorme, joven aspirante a escritor perpetuamente sometido a depresiones metafísicas y dilemas sexuales, solitario y ascético, y Austin Nunne, un misterioso y bohemio bon vivant que le abrirá las puertas de un mundo hasta entonces desconocido y se convertirá en objeto de su fascinación. Como telón de fondo, el Londres de los años cincuenta, representado de manera brillante, desde el West End ya desaparecido de las librerías y tabernas hasta el East End ruinoso y fantasmagórico. Una ciudad conmocionada por la ola de crímenes, al más puro estilo de Jack el Destripador, que está asolando el mítico barrio de Whitechapel.
Primer capítulo / Epílogo.

Trailer de Paul Goodman Changed My Life


Documental sobre el escritor y sociólogo Paul Goodman: aquí.

martes, octubre 04, 2011

Risas peligrosas, de Steven Millhauser


Hace tiempo, en el sótano lleno de saldos de una librería de Madrid, encontré a un precio ridículo los libros de Steven Millhauser (publicados por la Editorial Andrés Bello, creo que ya desaparecida), autor célebre en Estados Unidos pero apenas conocido en España (algo que puede que cambie con la reedición de Martin Dressler. Historia de un soñador americano, en una nueva traducción para Libros del Asteroide). Después de aquello, una editorial de prestigio (Circe) se atrevió a publicar Risas peligrosas. Y digo “se atrevió” porque algunos de los relatos de este libro contienen toques fantásticos, y ya sabemos que el fantástico, por lo general y salvo casos aislados, no goza del prestigio que merece en nuestro país. Risas peligrosas está dividido en cuatro partes:

“Dibujos de apertura” incluye un único cuento: “El ratón y el gato”, que consiste en la original descripción de las persecuciones de un gato y un ratón con similitud sospechosa con Tom & Jerry. A pesar de su originalidad, no sorprende porque algunos ya nos sabemos lo que pasa en estos episodios.

“Actos de desaparición” recoge cuatro relatos. Está el misterio de la chica evaporada de una habitación, casi como un guiño a Poe: “La desaparición de Elaine Coleman”. En “La habitación de la buhardilla” un niño conoce a una niña que jamás sale de la oscuridad, y tiene que imaginarla en sus juegos como si fuera invisible. La invisibilidad también es el tema de “Historia de un trastorno”, en la que un hombre empieza a rehuir las palabras, a no encontrarles sentido, empieza a sumirse en un silencio en el que las palabras no casan con los objetos y aquellas se vuelven invisibles: Creía que las palabras eran instrumentos de precisión. Ahora sé que devoran el mundo sin dejar nada en su lugar. Y aquí aparece el cuento que da título al libro, donde un grupo de muchachos transforma la risa en algo obsesivo, cercano al peligro.

“Arquitecturas imposibles” reúne, a mi entender, las historias más sabrosas del volumen. “La cúpula” recuerda al novelón de Stephen King, con una gran diferencia: en el cuento son los ciudadanos los que eligen cubrirse; y convierten los interiores en centros comerciales. Comienzan cubriendo cada casa y acaban aislando el país bajo una imposible, gigantesca cúpula. “En el reino de Harad IV” cuenta la historia de un miniaturista obsesivo y minucioso hasta lo irreal. En “La otra ciudad” aparece una ciudad duplicada, pero sin ciudadanos: los habitantes de la ciudad original van de vez en cuando a la ciudad que es exactamente igual a la suya (y que un grupo de trabajadores procuran mantener fiel a su modelo) y allí hacen cosas que no podrían hacer en la suya, como espiar las casas vacías pero idénticas de sus vecinos. En “La Torre” construyen una torre con pretensiones de alcanzar el cielo, como la de Babel, y la vida cambia: ya no es horizontal, sino vertical, los ciudadanos viajan hacia arriba o hacia abajo; es tan alta que no se puede ascender en una vida, los hombres inician su viaje y envejecen antes de alcanzar la cima.

“Historias heréticas” también engloba cuatro relatos: “Aquí en la Sociedad Histórica” (donde los archiveros no sólo guardan memoria de los objetos, sino de las minucias, los gestos, los envoltorios de los caramelos arrojados al suelo, etc.), “Un cambio de moda” (mediante el que las mujeres empiezan a recubrir todo centímetro de piel, con vestidos tan grandes que incluso pueden escapar de ellos por una salida trasera sin que se note), “Un precursor del cine” (los cuadros de un hombre con elementos pictóricos que se mueven dentro del cuadro) y “El mago de West Orange” (con un invento para proporcionar sensaciones a la piel sin tocarla). Tres extractos de esos relatos:

Empecé a preguntarme si algo de lo que había dicho alguna vez era lo que había querido decir. Empecé a preguntarme si algo de lo que había escrito era lo que había querido escribir, o si lo que había querido escribir estaba debajo, tratando de salir a la superficie.

**

Sin embargo, al logro no le faltan sus detractores, incluso hoy día. Los críticos sostienen que la Cúpula representa el triunfo absoluto de la sociedad de consumo, de la que es el símbolo extravagante y descarado. Porque la Cúpula, dicen, ha convertido todo el país en un gran centro comercial cuyo único propósito es fomentar el consumo febril. La sensación de estar bajo un techo común, de pasar muchas horas bajo luz artificial, estimula al parecer en el ciudadano medio un deseo irrefrenable de comprar. Y es cierto que la conclusión de la Cúpula se ha visto acompañada de un drástico aumento del gasto de los consumidores, como si todo lo que hay bajo el techo de Celestilux –casas, lagos, nubes– se exhibiera y ofreciera incesantemente en venta.

**

La nueva indumentaria era paradójica. Puede decirse que las mujeres nunca estuvieron más desnudas que cuando se ocultaron.


[Traducción de Aurora Echevarría]

Próximamente: Ante la silla eléctrica


La verdadera historia de Sacco y Vanzetti
De John Dos Passos. En Errata Naturae.

Mission: Impossible - Ghost Protocol: segundo cartel

Trailer de Premium Rush


Con Joseph Gordon-Levitt y Michael Shannon: aquí.

The Muppets: nuevos carteles




lunes, octubre 03, 2011

40 relatos, de Donald Barthelme


Creo que esta compilación de relatos pasó desapercibida en España. Y es una pena. Sólo su humor, su inventiva y su originalidad ya compensan el pago del ejemplar. Donald Barthelme, “uno de los escritores más innovadores del siglo XX”, siempre le da la vuelta a todo: reconstruye los cuentos clásicos mediante la parodia, cada cuento es completamente distinto al anterior y al siguiente, experimenta y actualiza los clásicos… Algunos son memorables, como “Acerca del guardaespaldas” (en el que casi todo son preguntas), “Conversaciones con Goethe” (en el que parodia ese libro que recomendamos aquí en verano), “La niña”, “Tiburón” o “El nuevo propietario”. Uno de los rasgos más notables de Barthelme es su capacidad para el humor. Y el inicio de cada relato suele ser deslumbrante, una muestra certera de cómo un cuento debe enganchar al lector en las primeras palabras. Veamos un par de ejemplos.

Así empieza “Chablis”:

Mi mujer quiere un perro, aunque ya tiene una niña. La niña tiene casi dos años. Según ella, es la niña la que quiere el perro.
Hace mucho que mi mujer quiere un perro. He tenido que ser yo quien le dijera que no podía; pero ahora es la niña la que quiere el perro, según mi mujer. Puede ser. La niña y mi mujer están muy unidas. Van juntas a todas partes, bien agarradas. Pregunto a la niña: “¿De quién es esta niña? ¿La niña de papá?”, y ella responde: “Mamá”, pero no lo dice una sola vez, sino que lo repite: “Mamá mamá mamá”. ¡Joder con la niña! No sé para qué le tengo que comprar un perro que cuesta cien dólares.

Y así empieza “Algunos de nosotros veníamos advirtiendo a nuestro amigo Colby”:

Algunos de nosotros veníamos advirtiendo a nuestro amigo Colby desde hace bastante tiempo, por su manera de comportarse, pero ya había llegado demasiado lejos, de modo que decidimos ahorcarlo. Colby argumentó que el mero hecho de haber llegado demasiado lejos –no negaba que así hubiera sido– no suponía que hubiera que someterlo a la horca. Dijo que todo el mundo se pasaba de vez en cuando, pero no hicimos mucho caso de ese argumento. 


[Traducción de Alejandra Devoto]

Próximamente: No abarco el mundo


De Ryszard Kapuscinski. En RBA.

Agitadoras. Nº 26


Ya está en la red el nº de octubre: acá.

Trailer de The Catechism Cataclysm


Con Steve Little y Robert Longstreet: aquí.

domingo, octubre 02, 2011

Salvador Iborra (1978 - 2011)


Un poeta asesinado en la calle. Nos lo cuentan en El País, en este reportaje. La foto es de Carles Domènec.

Inverso 2011: 8 de octubre

La bailarina, de Ōgai Mori


El salario que ofrecía el periódico era mísero, pero si encontraba un alojamiento más económico y empezaba a comer en restaurantes más modestos, podría vivir holgadamente y alcanzar mis objetivos. Mientras trataba de decidirme, Elise, demostrando el amor que sentía por mí me lanzó un cabo salvavidas. No sé cómo lo hizo, pero se las arregló para convencer a su madre de que me aceptara como inquilino en una de las habitaciones de su casa. No fue mucho después cuando Elise y yo decidimos compartir lo poco que teníamos y comenzamos a disfrutar de la vida, incluso atrapados como estábamos en nuestros problemas cotidianos.


[Traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés]

Próximamente: Bacardí y la larga lucha por Cuba


De Tom Gjelten. En Principal de los Libros.

Infinite Jest (3)

Ello [se refiere a la depresión] es un grado de dolor psíquico totalmente incompatible con la vida humana tal como la conocemos. Ello es una sensación de mal radical y consumado no solo como una característica más, sino como la esencia misma de la existencia consciente. Ello es una sensación de envenenamiento que invade al ser en sus niveles más elementales. Ello es una náusea de las células y del espíritu. Ello es la preclara intuición de que el mundo es totalmente rico y animado y unitario y asimismo totalmente doloroso y maligno y contrario al ser, al que no solo deprime, sino que también lo infla y coagula y lo envuelve con sus negros pliegues y lo absorbe en su interior de modo que se alcanza una unidad casi mística con un mundo cuyos constituyentes significan daños dolorosos para el ser. Tal como Gompert describe la sensación de Ello, su carácter emocional parece ser indescriptible, salvo por una especie de doble dilema en virtud del cual cualquiera o todas las alternativas que asociamos con la acción humana –sentarse o estar de pie, hacer cosas o descansar, hablar o estar en silencio, vivir o morirse– no solo son desagradables, sino también literalmente espeluznantes.

David Foster Wallace, La broma infinita

Trailer de Machine Gun Preacher


De Marc Forster, con Gerard Butler; en este enlace.

sábado, octubre 01, 2011

Próximamente: Fargo Rock City


De Chuck Klosterman. En Es Pop Ediciones.

Lejos de ninguna parte, de Nami Mun


Tal vez la mejor definición de este libro la haya dado alguien de la revista The Believer: Nami Mun hace muchas cosas bien, y una de ellas es saber transmitir al lector ese frío en los huesos del que no tiene adonde ir, tal y como se recoge en la web de la editorial Libros del Silencio. Ese frío en los huesos de quien, ya en la adolescencia, afronta una vida en la que no tiene otra propiedad que su cuerpo y ningún futuro en perspectiva. Joon, una adolescente hija de emigrantes coreanos con problemas, vive en Nueva York saltando entre las drogas, la prostitución, el alcohol, los bares y clubes de mala muerte, los intentos de violación, los trabajos esporádicos y los centros de acogida. En el colofón del libro encontramos una frase de Phoebe Gloeckner, y lo cierto es que tienen mucho en común: la novela de Nami Mun y las novelas gráficas de aquella. Durante la lectura, la narradora ha terminado por contagiarme algo de su desamparo.

Cuando el tren redujo la velocidad, los dos hombres cogieron sus maletines. Mi padre dio un paso hacia la puerta y me invitó a llamarlo si necesitaba algo. Remató la invitación con una palmada en el hombro y me entraron ganas de cogerle la mano y decirle cosas muy sencillas, como que me alegraba mucho de verlo y que me había olvidado del olor de su colonia. Pero retiró la mano, las puertas se abrieron y, antes de que las palabras consiguieran llegar a mi boca, se bajó del tren con su maletín sin darme su número de teléfono. No mencionamos a mi madre ni una sola vez.

**

Sólo el amor puede obligarte a deambular bajo la lluvia sin que sientas el frío. Sólo el amor te entumece hasta ese punto, permitiendo a la vez que sientas cada puta célula de tu cuerpo.


[Traducción de Bianca Southwood]

Apuntes de Jonathan Franzen


—¿Y se siente cómodo siendo un escritor de best-sellers?
—Sí, los americanos no tenemos ningún problema con eso, creo que es un complejo de los autores europeos, que piensan que si tu novela gusta a muchos entonces no debe de ser buena. En el siglo XIX la popularidad no era un problema. «Crimen y castigo» fue un éxito internacional en su época; Jane Austen y Stendhal también fueron muy populares y nadie discute su excelencia literaria. La literatura no goza de tan buena salud como para permitirse novelas difíciles o lejanas a la gente. No tengo problema con las obras «difíciles», pero sí con que solo ellas sean consideradas válidas.
(Entrevista de Martín Bianchi, Abc)

**

En la meticulosidad con que explora la conciencia de sus personajes uno ve un esfuerzo por recordar al lector, en estos tiempos de redes sociales, lo excepcional que es la literatura a la hora de reflejar cómo somos las personas desde dentro.
Es significativo que debamos acompañar nuestros emails con unos emoticonos para que el receptor descifre nuestro estado emocional y no se ofenda. A la literatura a veces le basta una simple palabra en medio de una frase para captar un sutil cambio de tono. En esto, como en el reflejo del paso del tiempo y la gradación moral de un conflicto, dispone de una ventaja descomunal.

(Entrevista de Antonio Lozano, La Vanguardia)

Cartel de Exhumed