jueves, abril 03, 2025

El subastador, de Joan Samson

 

Grady Hendrix recomendó esta novela de los años 70 en su manual Paperbacks from Hell. Al parecer ya se había publicado en España y en Minotauro la reeditan con una nueva traducción. Fue la única novela de una escritora que moriría de cáncer a los 38 años.

El subastador está en la línea de lo que posteriormente haría Stephen King en La tienda: la llegada de un siniestro personaje a un pueblo, en el que acaba engatusando a todos sus habitantes (gracias a sus poderes de seducción y de convicción) de que donen cada semana objetos de su propiedad para venderlas en subastas, porque según él la subasta es lo más genuinamente americano que tienen. Con esas intenciones reclama la vuelta a los valores tradicionales y, poco a poco, semana a semana y con la ayuda del sheriff y sus auxiliares, va despojando a sus ciudadanos de propiedades: muebles, herramientas, animales… y, así, todos van viviendo cada vez con menos “en bien de la comunidad”.

Hay algo en sus páginas que también recuerda al relato “La lotería” de Shirley Jackson, al clímax de El día de la langosta de Nathanael West y a la novela Ritual de David Pinner (que sirvió de base para la película The Wicker Man): es esa especie de conspiración ciudadana que pone los pelos de punta.

A través de la mirada de una familia que vive a las afueras de un pueblo, asistimos atónitos a la irrupción de Perly Dunsmore, el subastador. Éste, siniestro, manipulador, convincente y apegado a los viejos valores norteamericanos, me recordó durante la lectura a Trump: curiosamente, el viudo de Samson indica en el epílogo que ve similitudes entre ambos.

El subastador va atrapando despacio al lector mediante esa familia que pierde sus posesiones y que no logra salir del atolladero: los demás miran para otro lado, los polis están aliados con Dunsmore, y nadie es capaz de ver la realidad. Es un novelón sobre cómo una idea cuaja en todo un pueblo, y en cómo la masa la adopta; y recordemos lo que decían en Inception sobre la idea: Cuando se apodera del cerebro es casi imposible erradicarla. Uno de los personajes dice:

No te podrías imaginar hasta qué punto Perly Dunsmore es capaz de sacar el máximo provecho de todo. ¡Qué subastador! En mi vida había visto nada igual. Se sube al kiosco de música y es que ya no lo conozco. Es como uno de esos peces que se hinchan hasta cuadruplicar su tamaño original. Más listo que el hambre. ¡Y qué labia tiene! A su lado
parezco un tío callado.




[Minotauro. Traducción de Joan Josep Mussarra Roca]