viernes, septiembre 18, 2015

Los viernes en Enrico's, de Don Carpenter [Terminada por Jonathan Lethem]


Obra maestra.

Lo repetiré, con un matiz: para mí es una obra maestra.

Don Carpenter se suicidó en 1995 sin haber pulido esta novela que retrata las vidas de varios escritores/as, de aspirantes a serlo, de sus musas y de sus familias. Pero el manuscrito sí estaba terminado. Lo explica Jonathan Lethem (otro autor que me fascina) en el posfacio: no es que él escribiera capítulos ni se inventara el final; lo que hizo fue limar el borrador, quitando repeticiones y "cubriendo algunas transiciones" e incorporando pequeños pasajes hasta añadir un total de entre 5 y 8 páginas (que no significan mucho en un libro de casi 400). Leamos lo que dice Lethem:

Los viernes en Enrico's es un libro sobre escritores, muchos escritores. Pero nunca se percibe un ambiente cerrado porque ninguno de los personajes, ni siquiera los que publican, llegan a injertarse en un medio "literario". Siguen siendo outsiders esforzados, definidos por sus dificultades hasta para creer que pueden reivindicarse como escritores, y por supuesto para convertir la escritura en una carrera.

El libro más célebre de Carpenter es Dura la lluvia que cae, que a mí me gustó mucho y recomendé en su momento. Pero creo que Los viernes… es más perfecto, más redondo en su composición de unas trayectorias que se van resquebrajando a medida que no se cumplen las expectativas de cada cual y muchos terminan comprendiendo que ese tren al que no subieron (sea el éxito o una mujer) no volverá a pasar delante de ellos.

La novela de Carpenter tiene esa fluidez propia de la escritura de los narradores norteamericanos de la segunda mitad del siglo XX. Los viernes…, con su prosa sólida y natural, precisa y sutil, es parecida a Stoner (de John Williams), pero a mi juicio resulta superior a ésta. Lethem cita a Richard Yates y es cierto que hay ciertas similitudes con Vía Revolucionaria en esta novela: tanto Yates como Carpenter estructuran sus historias con una mezcla magistral de tragedia, diálogos y un dominio impecable del ritmo y del paso del tiempo. Uno de los aspectos más emocionantes y más terribles de la obra de Carpenter es su manera de mostrarnos el paso de los años: los personajes van cambiando, van envejeciendo, van adaptándose o van rebelándose contra el destino y sus circunstancias y eso acaba afectando al lector porque se entusiasma con ellos aunque la mayoría posea un toque patético o desesperado.

¿Qué podemos encontrar en Los viernes en Enrico's sin contar el argumento? Escritores que esperaban triunfar y sólo conocen la derrota tras un éxito inicial y efímero. Aspirantes a escritores que se convierten, para su sorpresa, en autores tocados por la fama y la gloria. Tipos que se venden a Hollywood porque es el mejor postor (Eres un novato. No puedo hacer mucho por ti. Pero si entregas el guion adecuado, esta ciudad se abrirá como un culo enfermo, dice un personaje). Agentes y productores sin escrúpulos. Trepas y traidores. Infidelidad, infelicidad, cárcel, alcohol, mentiras, falsas promesas, rupturas… Y, por supuesto, todo el universo de los escritores está condensado en este maravilloso libro: las dudas, los temores, los insomnios, el esfuerzo que no da frutos, la suerte, los editores que tocan o arreglan manuscritos, los prejuicios, la incertidumbre.

Si vas a comprarte pocos libros este mes, que uno de ellos sea Los viernes en Enrico's. Aquí van algunos extractos:   

Charlie era uno de los veteranos de la guerra de Corea que asistían a la facultad. Estaba escribiendo una novela larga sobre sus experiencias en la guerra. Era autodidacta pero brillante, y todos pensaban que, del grupo, Charlie era el que tenía más probabilidades de hacerse famoso. Aunque nada de eso le importaba a Jaime. Ella sabía que era mejor escritora que Charlie, pero no había vivido tanto como él.

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Resultó que su padre no era la clase de escritor que se hace rico.

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Escribir a ciegas, sólo siguiendo un impulso, era el secreto para descubrir lo que se ocultaba en las partes más profundas de la mente.

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¿Poseía la fortaleza de carácter necesaria para mirar a Stan Winger a los ojos y decirle que se olvidara de la escritura? El problema era que la gente pensaba que, sólo porque sabía leer y escribir, podía escribir de verdad.

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Puesto que era un buen libro, por lo menos tenía la oportunidad de ser publicado, incluso podría dar dinero. Si conseguía superar la barrera del agente, la barrera del editor, la barrera de la editorial, la barrera de la crítica y, por fin, la barrera de los lectores, claro. ¿No se trataba de eso? ¿De ganarse la vida como escritores?

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No puedes pasarte diez años de tu vida escribiendo una novela sin dejar un montón de ti mismo en ella. Cada libro es como un niño, no sólo metafóricamente, sino en tu corazón, y un mal destino para tu hijo duele terriblemente.

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Tenía treinta y cinco años y se sentía demasiado sola. Había muchos machos alrededor, pero pocos hombres.


[Sexto Piso. Traducción de Javier Guerrero]