miércoles, febrero 06, 2013

Poesía, de Michel Houellebecq


Acuarela fue la primera editorial que tradujo y publicó los poemas de Michel Houellebecq. Entonces leí dos poemarios, pero no acabaron de calarme. Me costaba entrar en la poesía de este autor, pese a que me encantan sus novelas y sus libros misceláneos, y pronto supe la razón (y admito que quizá sea una chorrada, algo muy maniático por mi parte): Houellebecq empieza cada verso con la primera letra en mayúscula. Da igual que el verso previo sea el inicio de la frase, o que antes sólo haya coma o punto seguido: cada verso siempre va en mayúscula. Para mí, en un poema, la mayúscula equivale a un grito (como en las redes sociales y, en general, en el lenguaje de internet). Y, además, cuesta entrar en mitad de una frase (o verso) cuando arranca en mayúscula. Como, me figuro, los traductores considerarán que bastantes lectores tenemos esa manía, advierten en una nota final que han respetado el original de Houellebecq, y que creen que el autor lo hace para diferenciar su poesía de su prosa (el libro incluye algunas páginas de prosa poética).

En esta lectura, sin embargo, he tratado de olvidarme de esas mayúsculas y entrar en los poemas del escritor, y esta vez sí me ha enganchado. Su poesía es muy moderna, acorde con los tiempos y acorde con su obra narrativa, con temas en los que trata la muerte, el desamor, la soledad, la amargura de una tarde de domingo… El Houellebecq poeta que me ha subyugado es el que da pequeñas pinceladas sobre escenas cotidianas: un viaje en tren, el análisis de un paisaje de montaña, un club de vacaciones… Me ha gustado bastante. Unos ejemplos:

El primer paso de la trayectoria poética consiste en remontarse al origen. A saber: al sufrimiento.

**

La sociedad en la que vivís tiene como fin destruiros. Otro tanto se puede decir de vosotros respecto a ella. El arma que empleará es la indiferencia. Vosotros no podéis permitiros adoptar la misma actitud. ¡Pasad al ataque!

Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus heridas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte.
Profundizad en los temas de los que nadie quiere oír hablar. El envés del decorado. Insistid sobre la enfermedad, la agonía, la fealdad. Hablad de la muerte, y del olvido. De los celos, de la indiferencia, de la frustración, de la ausencia de amor. Sed abyectos, seréis auténticos.

**

La bruma envolvía la montaña
Y yo estaba cerca del radiador,
La lluvia caía con dulzura
(Siento como me gana la náusea).

La tormenta iluminaba, invisible,
Un decorado de mundo exterior
En el que reinaba el hambre y el miedo,
Me hubiera gustado ser impasible.

Unos mendigos se deslizaban bajo las gotas
Como insectos hambrientos
Con las mandíbulas mal cerradas,
Los mendigos cubrían la carretera.

El día lentamente decrecía
En un azul-gris de mal sueño,
Ya no habría tregua jamás;
Lentamente, el día se iba.

**

Esta tarde caminando por Venecia
He vuelto a pensar en ti, mi Lise.
Me habría gustado mucho desposarte
En la basílica dorada.

La gente se va, las personas se dejan
Quieren vivir un poco demasiado deprisa
Me siento viejo, mi cuerpo es pesado
No hay cosa como el amor.

**

Los dientes que se deshacen
En la mandíbula descarnada,
La tarde se vuelve amarga
Y yo toco fondo.

La anestesia vuelve y dura unos segundos,
En medio del gentío el tiempo parece coagulado
Y uno ya no tiene ganas de arreglar el mundo,
En medio del gentío y de los caminos minados.

La vida, los intentos,
El fracaso que se confirma
Miro a los lisiados,
Después queda la deriva.

Nosotros quisimos una vida prodigiosa
Donde los cuerpos se inclinaran como flores abiertas,
En todo fracasamos: triste final de partida;
Recojo los restos de una mano demasiado nerviosa.


[Traducción de Altair Díez y Abel H. Pozuelo]