Edlef Köppen contó la Primera Guerra Mundial desde el
bando alemán con una particularidad: a la narración la acompaña de informes
oficiales, anuncios de prensa, cartas, extractos de libros, proclamas,
editoriales y recortes de periódico. Como anuncian en la contracubierta, con
dicha técnica el autor logra un montaje muy cinematográfico. Köppen participó
durante un tiempo en la guerra y salió rebotado: fue herido y considerado loco
por sus ideas antibelicistas. De todo ello da cuenta este libro, del que os
copio un extracto:
Son las tres de la
tarde, hace un frío espantoso. Estoy con mi suboficial y un telefonista en el
puesto de observación, emplazado justo detrás de nuestra primera trinchera.
Solo cuando miro por el binocular de tijera comprendo lo que significa
armisticio. Las trincheras de los alemanes y de los rusos distan unos
doscientos metros entre sí. Los soldados han salido arrastrándose de todas las
posiciones. Mires adonde mires, los soldados de infantería alemanes están al
raso con los soldados rusos. Nadie lleva ya armas. He oído antes que en lugar
de eso ha comenzado un intenso trueque. Nuestros soldados de infantería cambian
cigarrillos por jabón y té ruso.
Casi siento envidia
al presenciarlo. Me encantaría largarme de este puesto de observación e
intentar hablar en persona con un ruso. La sensación de que los “enemigos” se
han convertido de repente en seres humanos porque alguno de los augustos
señores así lo ha deseado, es maravillosa.
[Traducción de Rosa Pilar Blanco]