Con el subtítulo “Un viaje en busca de la luz de la luna”, Ático de los Libros ha publicado este volumen que está en la línea de una de las obras más célebres de la editorial, Leviatán o la ballena (que ya recomendé en este blog). Su autor, el inglés James Attlee, emprendió hace años un viaje por el mundo para estudiar la influencia de la luna y de la oscuridad en diversas ciudades (Attlee nos cuenta lo que ve en sus andanzas por Las Vegas, Kioto, Nápoles, Londres…), para relatarnos cómo su luz influyó en quienes afirman que posee propiedades balsámicas, y en los escritores, músicos, pintores y poetas que hablaron de ella. Como una especie de Sebald del siglo XXI, Attlee nos ofrece un recorrido fascinante por el arte, la historia, el paisaje y la literatura. Que no os engañe el tamaño: son algo más de 500 páginas, pero la letra es grande e incluye fotografías y reproducciones de cuadros y se lee con entusiasmo, gracias a esas anécdotas sobre Bashō, Goethe, Galileo, Dickens, Marinetti… Un extracto:
Estoy de espaldas en el momento en que la luna emerge y mi sombra se proyecta por el campo a mis pies. La nieve es asombrosa; esparcidos por ella hay miles de cristales de hielo que relucen con fuerza, cada uno de ellos emitiendo su propia señal lunar, como un rayo en miniatura de luz de luna refractada. Me pongo en cuclillas para observarlos mejor, igual que hice con las olas iluminadas por la luna en Normandía. Me siento embriagado por la luz de la luna, lleno de energía; he olvidado el frío. Hay luz suficiente para leer los apuntes que tomo en un trozo de papel que he sacado de las profundidades de mi bolsillo. Me echo el aliento en los dedos para mantenerlos calientes mientras sujetan el bolígrafo y pienso en todos aquellos en todo el mundo y a lo largo de la historia que han hecho arte, poesía y literatura sobre este momento y esta luz.
[Traducción de Joan Eloi Roca]