jueves, diciembre 02, 2010

Caminos nocturnos, de Gaito Gazdánov


Siempre resulta interesante la vida de un “taxi driver”, sobre todo si suele trabajar en el turno de noche, y aún más si, como el narrador de la autobiográfica Caminos nocturnos, recorre las calles de París. El París de los años 20, fantástico y terrible, donde contacta con una variada gama de clientes: desde los ricos desaprensivos y las damas de la alta sociedad hasta las prostitutas, los alcohólicos y los vagabundos. En esas circunstancias no es raro que el protagonista sufra episodios de cansancio brutal, de sueño crónico, de desorientación, a veces, como si no supiera muy bien dónde se encuentra. Aunque jamás llega al desequilibrio de Travis Bickle. Es una gozada asistir a los encuentros con esa fauna de las noches del París de entreguerras. Es el primer libro del ruso Gaito Gazdánov que se traduce en España. Ahí va un trozo:

Por la noche París se encontraba inundada por esta gente, todos ellos acalorados. No era raro que la gente se comportara como lo haría en una habitación de hotel mientras el coche estuviera en movimiento. En una ocasión llevé a una mujer joven y alta en su hermoso abrigo de pieles de un baile a otro; iba acompañada por un hombre que parecía tener setenta años. Me pidió que parara frente a una de las casas del boulevard Haussmann: como no salían ni decían nada, y como yo por mi parte no podía imaginarme que este candidato para el Père Lachaise fuera capaz de llevar a cabo ningún comportamiento obsceno por sí mismo, me giré para ver qué ocurría. La mujer estaba echada sobre el asiento, con el traje levantado hasta la cintura, y, moviéndose hacia arriba muy despacio sobre la brillante y blanca piel de su muslo, se encontraba la mano del anciano, marrón y enrojecida, con las venas sobresaliéndose y los dedos doblados por el reumatismo.


[Traducción de James y Marian Womack]