domingo, octubre 24, 2010

Wall Street: El dinero nunca duerme


El tiempo amansa a las fieras. Es la conclusión que a uno le queda tras esas secuelas que transcurren 10 ó 20 ó 25 años después de la primera parte: Menos que cero y Suites imperiales, Antes de amanecer y Antes de atardecer, La última película y Texasville, por citar unas cuantas. En las primeras partes sus autores son feroces e impulsivos, y por tanto sus personajes también suelen serlo, y por ende las obras lo son, y eso atañe al ritmo, a la manera de contar las acciones de los personajes. En las secuelas suele notarse que el paso del tiempo los ha tranquilizado, los ha hecho madurar, y por eso sus personajes y el modo de contar han variado. El tiempo los domesticó. Es lo mismo, pero ya no es lo mismo… Quizá por eso muchas de estas secuelas que transcurren tantos años después decepcionan a algunas personas (como le ha pasado a mi colega Mario Crespo con Suites imperiales).

En Wall Street 2 sucede igual: el ritmo de montaje y la filmación ya no van a esa velocidad de vértigo que imprimió Oliver Stone a muchas de sus películas. Gordon Gekko (Michael Douglas, una vez más perfecto en el papel) sigue siendo un cabrón, pero ya no es tan cabrón: ha pasado por la cárcel, ha perdido en el juego, tiene una hija mayor… El boom de los 80 es historia: la película se ambienta en 2008, cuando estalla la crisis económica mundial que estamos padeciendo. El tiempo ha calmado todo, incluso puede que haya humanizado a los personajes: Gordon Gekko se tropieza en una fiesta con Bud Fox (un Charlie Sheen viejunísimo) y se tratan con cordialidad, no intercambian puñetazos. Lo único que no varía es el dinero.

Tal vez por todo ello esta secuela decepcione a ratos. Stone ha adquirido madurez y ofrece cierta complacencia, pero en el camino ha perdido energía, rabia y frescura, como les pasó a Easton Ellis, Linklater o Bodganovich (y a mí las secuelas de estos autores me gustan bastante, a pesar de ello). Por suerte están los gigantes Michael Douglas, Josh Brolin y Frank Langella. Y el guión, lleno de perlas: “La única cosa que aprendí en la cárcel es que el dinero no es el valor principal; es el tiempo”, “Deja de contar mentiras sobre mí y yo no contaré la verdad sobre ti”, “La madre de todos los males es la especulación”, “El dinero es una puta que nunca duerme”, etcétera. Ese guión y los actores citados le insuflan cierta vida. Pero no esperes nada del otro mundo.