martes, noviembre 24, 2009

Desprovisto de esencias, de Rafael Saravia


X


Recuerda el lugar…
Cientos de ánades trayendo el frío del otoño a la mirada.
El paseo descuidado, saludo de un paso a su siguiente,
eco adelantado, lágrima a lágrima mi llegada
-¡y ya es invierno, Dios mío,
la de luz que nos comió el tiempo!-.
Es triste sentirse perdidamente viejo antes de los treinta,
achacado por los húmedos destinos
de un alma viajera que, soñadora,
no avista más que naufragios con espléndido final.
Provengo de un lugar lejano en la memoria
al que no consigo regresar despierto.